Arroyo de la Luz es seguramente una de las localidades extremeñas con el acervo musical más rico y, hasta no hace tanto, el conjunto de valores heredados tenía un marchamo diferencial en oposición a lo que es habitual, es decir, lo normal cuando de folklore se trata.
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En Arroyo la tradición venía de muy lejos, pero estaba vigente. Se mantenía casi inalterada porque no era cosa solo del pasado, seguía en maravillosa permanencia, sin interrupción: continuaba viva. De ahí el que del antiquísimo municipio tuvieran fama no solo su alfarería, también sus “corros”, es decir, los romances que cantaban al atardecer las mozas, agrupadas en diferentes esquinas que abarcaban todo el pueblo. Era la costumbre.
No llegué a conocer esas reuniones “filarmónicas” que debían dar, al ambiente nocturno de Arroyo de la Luz en las noches de invierno, un carácter y atractivo especial, pero hace treinta años quedaban aún entre el vecindario mujeres que las habían entonado, y también testigos que habían disfrutado oyendo aquellas armonías vespertinas.
Subyugada por esa rara avis, me propuse recomponer todo el repertorio de canciones populares que se habían ido transmitiendo hasta nuestros días.
En un trabajo de campo, recogiéndolas de viva voz entre quienes las recordaban y cantaban con ilusionada donosura en entonación y ritmo, fui pergueñando un libro, Cancionero Arroyano, con el sentido de hacer un homenaje a pueblo tan singular. Tuve la suerte de que acabada la obra obtuviera el “Premio Ángela Capdevielle de Folklore”, que había convocado la Institución Cultural “El Brocense”, y una vez publicada se le dispensó una acogida muy aceptable, hasta el punto de que se hicieron en muy poco tiempo dos ediciones. Esto, en una época en la que lamentablemente se leía y se lee poco, y por consiguiente se venden pocos libros, no deja de ser un éxito.
Es el caso que, transcurridos treinta años, aquel libro cuya notación musical manuscrita pedía un tratamiento informático, sumado a la posibilidad de una ampliación del material musical y a que todo es mejorable, acometí la tarea de hacer una tercera edición, corregida y aumentada en un nuevo formato, y que en estos días sale a la venta.
El Cancionero Arroyano, al que han hecho referencia buen número de folkoristas y estudiosos de la música tradicional, y que figura en la bibliografía de muy distintas publicaciones, estará a partir de ahora a disposición de quienes en su momento no pudieron hacerse con un ejemplar por agotado, siendo éste también uno de los motivos de esta nueva edición: el poder complacer a interesados en adquirirlo, pues pese a que ilustres músicos han contemplado parte del repertorio (Schindler, Lomax, García Matos, Capdevielle, Cohén…), en este volumen está recopilado, exclusivamente, el repertorio de danzas, romances y canciones de Arroyo de la Luz, es decir, la música tradicional que sus habitantes nos han legado. Y están en su contexto, insertadas en un calendario que va pasando por las diferentes estaciones del año. Música que ha marcado su identidad y que bien merecía quedar resguardada del paso implacable del tiempo.
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