En Busca del Pasto, pioneros en Improvisación Libre

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Para mí, Jorge Ruiz Abánades, miembro de En Busca Del Pasto, es uno de los improvisadores más impredecibles que hay. Como él mismo dice en esta entrevista, “Él improvisa”. Cada vez que lo hace es completamente distinto.

En Busca Del Pasto (EBDP), proyecto del que él forma parte, es un proyecto de estricta improvisación musical (subrayando el carácter de “estricta”), asumiendo desde un principio que se efectúa siempre desde la perspectiva del “juego”, enfrentándose al fenómeno artístico por su dimensión lúdica, quizá incluso terapéutica, y toda reflexión estética o filosófica ha venido después, como forma de conceptuar los juegos para ser comprendidos y mostrar su relevancia. Eso dicen ellos de sí mismos y de su concepto de improvisación.

A Jorge y al resto de En Busca Del Pasto los conocí en 2010, y, siempre que me han invitado a participar en sus actividades, me he enfrentado con un universo particular y distinto a otros conceptos improvisatorios que he tenido la oportunidad de compartir.

Me siento muy identificado con las opiniones de Jorge y la posición de En Busca Del Pasto en el mundo de la improvisación. Me gusta decir que Arín Dodó y En Busca Del Pasto son “primos hermanos” jajaja… Jorge es un artista “puro”, en el sentido más estricto y puro de la palabra. Esa es mi opinión, y aquí está su entrevista.

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Jorge Ruiz Abánades y el proyecto musical En Busca del Pasto

Cuéntame, cuál es tu procedencia musical y cómo llegaste a la improvisación libre.
De siempre toqué percusión (yembé, darbuca, bongos, congas…), y también hubo siempre por casa una guitarra, flautas… Instrumentos corrientes con los que jugué y chapuceé desde niño. Pero nunca estudié música (hasta hace apenas 2 años que empecé a estudiar armonía).

De joven, mucho parque del Retiro y esas cosas. Tenía en el instituto amigos que montaron sus grupos de música rock, grunge, punk (nunca me gustaron las etiquetas). Yo no formaba parte de ellos, pero iba a verles a los locales de ensayo. Yo esperaba el momento en que hacían pausas, y entonces me dejaban darle a todo.

Normalmente a la batería o con la guitarra, pero la cosa era improvisar, sin rumbo, sólo para ocupar el tiempo de esos breves descansos. Ahí ya se perfilaba que la música era importante para mí, pero los procesos de composición y ensayos no iban conmigo: a mí me gustaba tocar, sin compromisos, sin responsabilidades, sin intereses más allá del hecho de tocar.

Esto de la irresponsabilidad y el desinterés creo que es importante. Para mí la música es un puro juego. No había nada serio en el hecho de tocar porque sí. Ello está detrás de que nunca haya querido profesionalizar mi actividad musical o artística.

Cuando alguien te paga por hacer algo, tienes que estar a su servicio: él espera algo y tú tienes que dárselo. Nunca quise atar aquello que más me gusta a esa responsabilidad tan fría. Si hoy no me apetece, no me apetece. Si ahora me apetece, me apetece. Que no dependa de nadie ni nada es mejor para todos.

Lo que hago puede no gustarle a nadie, pero eso no importa en absoluto. Soy un defensor a ultranza del diletantismo. El caso es que a mí siempre me ha gustado la música, y tocar música, pero la disciplina del estudio y memorizar canciones nunca fue lo mío. Así que estaba destinado a la improvisación, está claro.

en busca del pastoCuáles han sido tus influencias para que hayas llegado a crear tu propio lenguaje en la improvisación?
En general, desde joven me van las cosas un poco raras.

En cierto momento adquirí la sospecha de que si algo le gusta a mucha gente no puede ser demasiado bueno (la gente va a lo fácil, y lo bueno casi nunca es tan fácil). Quizá es porque desde joven leí a Nietzsche. De hecho, es muy posible que Nietzsche sea mi mayor influencia. Yo estudié y me doctoré en filosofía, pero no con un ideal científico ni académico, sino que pienso la filosofía como “arte de vivir”. Y Nietzsche siempre me enseñó que la gran obra de arte es la vida misma.

Desde que empecé a improvisar con En Busca Del Pasto, el discurso vitalista e intempestivo de Nietzsche siempre ha estado ahí, empujándonos un poco más lejos cada vez. Para mí la libre improvisación es una representación fiel de ese “arte de vivir”: el espíritu de la búsqueda, mucho más que el del hallazgo.

Experimentación a tiempo real. Riesgo y decisión. Autonomía y tolerancia. Flexibilidad. Inocencia. No hay error, aun cuando haya tropiezos. Nada es superfluo… La libre improvisación es un decir SÍ a todo lo que acontece.

Es seguro que mi mayor influencia es Nietzsche. Pero si tengo que referirme a influencias musicales… A veces no es fácil distinguir las cosas que te gustan de las que realmente te han influido. Primero tendría que mencionar a Mr. Bungle, uno de los grupos de Mike Patton. Yo conocí su «Disco volante» allá por 1994, a través de un primo mayor (yo tenía solo 13 o 14 años): yo nunca había escuchado nada tan loco y al mismo tiempo tan bien hecho.

Fue importante porque yo era un niño que venía de escuchar lo que ponían en la radio (qué se yo: Mecano, Radio Futura o Los hombres G, pongamos por caso).

Mr. Bungle me abrió a un mundo totalmente diferente. Tuve mi época grunge de Nirvana, Mudhoney o Sonic Youth, en mi juventud más rebelde, y ese espíritu de rebeldía ha sido también importante y siempre estará un poco ahí (sin necesidad de tirar piedras o romper retrovisores).

En Busca Del Pasto siempre ha tenido bastante de gamberrada. Y apreciar el ruido como música se lo debo a Sonic Youth, eso seguro.

La influencia más directa a la hora de crear En Busca Del Pasto como grupo de improvisación fue CAN, el grupo alemán de los ’70: los primeros discos del Pasto querían aproximarse a su onda del Rock Psicodélico Improvisado. También fueron importantes Einstürzende Neubauten, por ejemplo, por cómo hacían su música con todo tipo de objetos, materiales y herramientas; cosas muy rudas generando música incluso delicada.

en busca del pastoPor ello el Pasto enseguida amplió su repertorio de instrumentos hacia objetos de todo tipo. Hacia 2004-2005 descubrimos las huellas de Fred Frith y también de John Zorn. Ellos hicieron mella en En Busca Del Pasto, que empezó entonces a alejarse más claramente del Rock-raropsicodélico, para adentrarse en el mundo de la música abstracta.

Los discos más duros de En Busca Del Pasto son de esa época. Desde el principio En Busca Del Pasto trabajaba en sus directos con vídeo o con la escenografía, pero en 2007 se convirtió más claramente en un proyecto de improvisación escénica, aun cuando mantuviera a la música siempre en el centro, casi como una excusa para jugar con todo lo demás (posiciones y poses sobre el escenario, los decorados, las luces, la sonoridad de la sala, el público y su distribución…, en fin, con todo lo que nos ha apetecido jugar improvisando).

Figuras como Juan Hidalgo o el grupo ZAJ fueron para mí importantes en aquel “giro” hacia lo performativo… Supongo que podría decir muchos más nombres. También es seguro que otros miembros de En Busca Del Pasto pondrían otros tantos sobre la mesa… Lo cierto es que al final todo influye.

En Busca del Pasto es uno de los grupos pioneros en la improvisación libre en Madrid. Habla de sus orígenes, de su trayectoria y de su concepto musical y performático.
El verano de 2003 me fui de viaje con unos cuantos amigos, una semana a los Pirineos, a una casa, y decidimos llevar algunos instrumentos.

Pedro Pons ya estudiaba bajo por entonces y llevó su bajo eléctrico. Yo llevé un yembé y alguien llevó una guitarra y unas flautas. Al final mucho beber, mucho fumar y tocar poco, pero hubo un día especial en que Pedro y yo nos pusimos a tocar a cuatro manos una estufa de hierro que había en la casa.

Una de nuestras amigas lo grabó en vídeo. Verlo luego la verdad que nos sorprendió. No es que sonara bien o mal, es que ahí estaba pasando algo. Estábamos súper concentrados, recorriendo caminos muy raros. Pero sobre todo había sido emocionante y divertido.

Al volver del viaje Pedro y yo decidimos reunir a tres amigos más que tocaban música para montar un grupo de improvisación. No sé cómo fue, pero Pedro ya tenía en su mente el nombre perfecto para el grupo: En Busca Del Pasto.

Los amigos eran Diego Agulló (que había tocado la guitarra eléctrica en varios grupos con Pedro, y que por entonces estudiaba filosofía con nosotros en la UAM), Roberto Rodrigo (amigo mío vinculado a la música electrónica, y que tocaba teclados y usaba el ordenador), y Ricardo Sanz (amigo mío también desde la juventud, y que tocaba como yo percusiones, objetos y cacharrines).

Nos reunimos un día en mi casa, en septiembre de 2003, con los instrumentos. La idea era tocar sin decir nada de antemano. Empezar en el silencio y terminar en el silencio. Eso fue todo. Decidimos grabar la sesión. Grabamos ocho temas de seguido, y casi sobre la marcha los reunimos bajo una portada y un título: “Pasto primero” (el disco se puede escuchar en la plataforma online de Jamendo), fue el primero de una serie que hoy tiene más de 50 discos.

Pocos meses después de empezar se sumaron Pablo Delgado de Torres y Juan Morales, ambos amigos, Pablo con sintetizador y Juan metía sonidos y grabaciones desde CD y más tarde con el ordenador. Desde entonces hemos sido siete (aunque Diego se fuera a Berlín hace muchos años, y Roberto a Valencia… eso nunca fue un problema).

en busca del pasto En muchos conciertos y en muchas grabaciones hemos invitado a gente, claro, improvisar con desconocidos siempre está bien, y al final se vuelven conocidos y amigos. Qué te voy a contar, querido Arín Dodó, que no sepas, jejeje.

Sobre la trayectoria de En Busca Del Pasto te he contado un poco antes lo esencial. Básicamente, creo que cada vez hemos ido haciendo nuestra improvisación libre más libre. En verdad es tan sencillo como ir dejando cada vez más parámetros al “azar” de la improvisación, y tratar de implicar cada vez más al contexto en el que todo sucede (el espacio y el público).

Al principio cada uno tiene su instrumento y se limita a improvisar lo que suena, lo que hace con el instrumento. Más adelante empezamos a elegir improvisadamente y sobre la marcha los instrumentos. Siempre llevamos con nosotros un sin fin de instrumentos y juguetes, y las salas y teatros están llenas de cachivaches que nos gusta usar.

Para mí es importante el reto de tocar en los directos aquello que nunca he tocado: realizar las primeras búsquedas allí, luchar contra los objetos o bailar con ellos (hay objetos más amables y agradecidos que otros). Improvisar nuestra posición en el escenario, nuestra pose, incluso nuestra vestimenta, haciéndolo todo sobre la marcha. Las cosas que hay sobre el escenario o en toda la sala. Dónde y cómo está el público, cómo ve y cómo oye, incluso cuándo empieza y termina el “concierto”… La utopía sería, claro, improvisarlo todo, liberarlo todo.

Yo, por mi parte, en los últimos años he seguido la estrategia de crear, más que conciertos, situaciones. En esto Diego Agulló es un verdadero maestro. Al final, lo que es trabajar, hemos trabajado sobre todo en idear las condiciones para la improvisación, el tablero de juegos, por decir así.

Lo que luego acontezca allí es para mí mucho menos importante, porque ya no depende sólo de mí, sino de todo en su conjunto, y yo al final lo que voy a hacer es improvisar, así que no podría decir mucho acerca de ello. Yo realmente improviso.

Sé que hay muchos improvisadores que en sus casas pasan horas sacando el jugo a sus instrumentos, y que luego en sus conciertos van sacando uno a uno todos sus recursos. Lo hacen improvisadamente porque tocan con otros músicos y se van escuchando y adaptando, van eligiendo en qué momento hacer esto o lo otro, pero casi siempre uno sabe que eso y lo otro ya lo ha hecho antes muchas veces, porque si no, no tendría tanto control sobre ello.

Para mí, la experimentación, el riesgo y la improvisación son una y la misma cosa. Yo realmente improviso. Aprovecho lo que dura el concierto para hacer lo que no he hecho antes. Al principio no era así: tocábamos mucho en nuestro local de ensayos y luego íbamos al concierto con nuestros recursos. Poco a poco yo dejé de hacerlo.

Como decía, ahora me preocupo más por plantear una situación determinada en la que la improvisación pueda correr por derroteros completamente inesperados. Seguimos anunciando los eventos como “conciertos” de En Busca Del Pasto, pero realmente son “desconciertos”. Si aquello no nos desconcierta, no es todo lo improvisado y libre que podría ser. Debo decir también que no todos los miembros del Pasto tienen la misma actitud respecto a todo esto.

Pedro, Pablo, Juan, por ejemplo, son más músicos: suelen centrarse más en improvisar sobre sus instrumentos, creando un fondo de ambientación sonora. Para mí eso es perfecto porque me encanta lo que tocan. Yo entro y salgo de la música constantemente, según me da. Al final cada cual ocupa el lugar en que se siente más a gusto.

¿Cuál crees que es vuestro papel en la escena de Improvisación libre?
Sería 2006 cuando yo empecé a oír a hablar de la libre improvisación como una especie de género, de gente por ahí haciendo lo que hacía el Pasto (más o menos), y que en Madrid existía la Asociación Música Libre y, en fin, que no estábamos solos.

He de decir que muy pronto me decepcionó ese contexto: demasiado “serio” para mí, música que quería pasar por “culta”. En general eran músicos muy profesionales y muy músicos que improvisaban muy muy bien. En cierto sentido, En Busca Del Pasto siempre fue una especie de ironía lanzada sobre la música culta y seria.

Algunos músicos muy músicos se han sentido ofendidos en ocasiones por la música no-música del Pasto (así me lo han hecho saber, no me lo estoy inventando). Por eso En Busca Del Pasto sigue, de alguna manera, después de casi 15 años, fuera de todos los círculos “oficiales” de la improvisación. Y lo digo con cierto orgullo.

En cualquier caso, desde 2007 En Busca Del Pasto empezó a convertirse en improvisación también escénica y performativa. Cada vez fue más claro que nuestro discurso no era el de los músicos, que lo nuestro era la no-música (algo no musical pero con la música siempre en el centro).

No sé si hay uno, dos o tres géneros distintos dentro de lo que se llama “libre improvisación”. Sé que mi manera de entenderla y practicarla está en las antípodas de cómo otros la entienden y practican. No sabría decir si, entonces, pertenecemos o no al mismo género.

Tampoco me gustaron nunca las etiquetas. Nunca me sentiré cómodo bajo ninguna. Lo suyo es que cada cual se siente agusto donde está. Yo me siento bien en cualquier parte, jeje.

en busca del pastoDe todas formas, fue una suerte conocer en 2010 o 2011 al Trío Antimanierista (otro grupo madrileño legendario de improvisación, que por tomarse muy en serio el ser poco serios también se mantuvieron siempre fuera de los círculos oficiales), con quienes organizamos unos “Ciclos de Música Imprevista” en Madrid.

Entonces empezó a aparecer, o yo empecé a conocer a más gente que improvisaba sin tantas pretensiones, otra línea paralela a la oficial, menos seria, más irónica, más abierta y más libre. Es una suerte que tú mismo, como Arín Dodó, estuvieras en los ciclos y nos conociéramos.

Desde entonces no has parado de moverte y de mover a todo el mundo y, para mí, vuestro colectivo de Raras Músicas representa hoy en Madrid la improvisación libre que yo entiendo. No sé si hemos cumplido hasta el momento algún papel. Si lo hemos hecho ha sido sin querer.

Pero está claro que nosotros hemos estado ahí, desde hace ya muchos años, creyendo en lo que hacíamos, que no era más que jugar.

Mi ánimo a la hora de improvisar ante un público nunca fue agradarle, ni tampoco desagradarle. No es hacerle sentir esto o aquello (para eso existen otras músicas, y sentir, uno siempre siente algo), tampoco pretendo hacerle reflexionar sobre algo súper profundo e interesante (para eso mejor una buena charla filosófica). Mi ánimo siempre es “dar envidia”: hacer que el público quiera estar ahí y participar, provocar las ganas de probar cosas y jugar, y probar cosas y jugar, desenfadadamente, sin tanta seriedad ni tanta ceremonia como se le quiere dar a todo en el mundo del arte.

Para seriedad y ceremonia, misa. Para mí, el arte tiene mucho más que ver con el juego.

¿Crees que la improvisación libre se puede catalogar como Género Musical autónomo e independiente de los demás?
Supongo que sí, aunque, como te comentaba, creo que puede englobar muchas cosas muy diferentes, incluso demasiado diferentes. Al final un género no es más que una etiqueta. Es un instinto del ser humano formar agrupaciones y crear identidades colectivas. Nos gusta sentirnos identificados, acompañados.

Al final, los primeros que hablan de este género son quienes pertenecen a él, quienes se sienten pertenecer a él. Y cuando unos cuantos sienten su pertenencia a un grupo, entonces el grupo existe. Tú me preguntas esto, y con tu pregunta ya le estás otorgando una existencia.

Pero, al margen de ti y de mí, si buscas en la Wikipedia, verás que hay una entrada dedicada a la libre improvisación, en la que se dice que comenzó en los ’60, a partir del free jazz y también de la música contemporánea (John Cage, Mauricio Kagel, etc.).

Pero claro, por ahí rápidamente nos adentramos en los mundos de la música “culta”, que yo admiro, disfruto e incluso estudio, pero que no se corresponde con lo que yo hago, cómo lo hago y por qué lo hago. Claro que En Busca Del Pasto no podrá ser nunca catalogado más que como parte de ese género.

en busca del pasto Hacemos libre improvisación, existe una etiqueta de “libre improvisación”… ahí estamos nosotros. No es que me sienta parte, la verdad. Pero reconozco que pertenezco a él (es como que sé que soy español, pero no me siento ni me dejo de sentir español).

Ya te digo, las etiquetas nunca me han gustado. Aún así, profundizando un poco, creo que la improvisación libre entraña una paradoja difícil de resolver. El concepto de “libertad” es muy peliagudo. Ser libre implica no reconocer límites determinantes. Si uno es libre no se le puede catalogar, porque es libre de dejar de ser lo que era, pues no era nada más que libre.

Improvisar libremente implica demasiadas cosas. Ese género reconocido como “libre improvisación” quiere ser un género musical. Quienes lo practican, en general, son y quieren ser músicos.

Pero la música, ¿qué es la música? ¿Dónde empieza y dónde acaba la música? Desde luego, en el siglo XIX tenían una idea muy distinta de lo que la música podía ser (el ruidismo, por ejemplo, nunca hubiera sido aceptado como música). Todas las vanguardias musicales del siglo XX se han encargado de mostrar el carácter “libre” de la música, que la música puede ser muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos.

¿Dónde está el límite? Supongo que nuestro papel es imaginar nuevos límites. Al menos, no ponerlos nosotros mismos, ya que de todos modos están puestos. En el género reconocido como “libre improvisación” hay todavía muchos corsés.

Los músicos tienen mucho respeto a la música. Pero “música” no es más que una etiqueta. Podemos hacer con ella lo que queramos. Yo respeto a todo el mundo, faltaría más, y respeto y admiro mucho a los músicos (a los de verdad, quiero decir, jeje) porque me encanta lo que hacen. Pero a la música, en sí misma… ningún respeto.

Encontrarás más información de En Busca del Pasto en los siguientes enlaces:
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