“Take On Me” forma parte de tu educación sentimental junto a cintas rebobinadas con un bolígrafo Bic. Yo también pasé por ahí, y todavía recuerdo el día en que descubrí que A-ha no era solo “ese grupo del dibujito animado que salta del cómic”, sino una banda con un talento muy serio Detrás de ese falsete imposible de Morten Harket hay mucha más historia de la que se suele contar.
En este artículo vamos a rascar bajo la superficie del hit que redefinió los 80, pero sobre todo vamos a conocer de verdad a A-ha, ese trío noruego que siempre estuvo un paso por delante del pop mainstream, aunque el mundo solo parezca recordar una canción. Videoclips que revolucionaron la industria y una evolución musical tan interesante que quizá acabes añadiendo más temas de A-ha a tu playlist. Ponte cómodo y que suene el sintetizador.
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A-ha: tres chicos noruegos con un sueño gigante

Hablar de A-ha es hablar de ese tipo de bandas que parecían haber nacido ya con la cámara lenta puesta. Tres chavales noruegos, Morten Harket, Magne Furuholmen y Paul Waaktaar, empeñados en demostrar que desde un país más asociado a fiordos que a estrellas del pop también se podía conquistar el mundo.
Y lo mejor es que no lo hicieron con poses de rockstar—para eso ya teníamos a medio Reino Unido—sino con una mezcla deliciosa de timidez nórdica, ambición artística y un talento que, incluso hoy, sigue brillando con una elegancia que muchos no supieron apreciar a la primera. Porque A-ha, antes de ser iconos globales, fueron simplemente tres músicos con un sueño desproporcionado para el mapa del que venían.
En Oslo, la escena musical de principios de los 80 no era precisamente un hervidero de bandas con aspiraciones internacionales, pero A-ha no parecían tener demasiados complejos al respecto. Magne y Paul ya llevaban tiempo tocando juntos, fusionando ideas entre ensayo y ensayo, y cuando apareció Morten con esa voz que podía atravesar paredes sin despeinarse (literalmente), la química fue inmediata. No había grandes estudios ni productores tocando a su puerta, solo una convicción casi ingenua: la música que querían hacer tenía que viajar más lejos de lo que su ciudad les permitía. Esa mezcla de camaradería, perseverancia y un punto adorable de inconsciencia fue la base sobre la que levantaron todo lo que vendría después.
Antes de que el mundo conociera el synth-pop reluciente que haría famoso a A-ha, el trío estaba en plena búsqueda de identidad musical. Se empapaban del new wave británico, de la electrónica que empezaba a abrir nuevos caminos y, cómo no, del pop melódico que siempre les había tocado la fibra. No intentaban copiar: intentaban entender qué hacía especial a cada referente para después transformarlo en algo propio. El resultado fue ese sonido limpio, emocional y perfectamente calibrado que terminaría convirtiéndose en una marca de la casa. Una mezcla de sensibilidad escandinava, experimentación electrónica y melodías que eran capaces de quedarse pegadas al alma más que al oído.
La historia secreta detrás de “Take On Me”
Si hay algo que define a A-ha, además de los peinados imposiblemente perfectos y ese falsete que podría romper copas en un restaurante barato, es la insistencia. “Take On Me” no nació siendo un hit planetario: nació siendo un tema más que cualquier banda habría archivado en una carpeta titulada Ideas que quizá retomemos algún día.
Pero A-ha no funcionaban así. Ellos sabían que ahí había algo, aunque en las primeras escuchas aquello sonara más a maqueta tímida que a futuro himno de los 80. Y lo maravilloso es que, lejos de rendirse, siguieron puliendo la canción como quien pule una joya que solo él ve brillar.
La primera encarnación de “Take On Me” era una pieza pop más acelerada y menos definida, con una energía casi punk-pop que hoy podría sonar perfectamente en un capítulo de Stranger Things si los guionistas quisieran poner a los personajes a correr por Hawkins. Era fresca, sí, pero todavía no tenía ese ADN que asociamos automáticamente con A-ha.
Paul y Magne estaban obsesionados con encontrar el equilibrio perfecto entre la melodía contagiosa y ese toque electrónico que ya empezaba a perfilar el sonido del trío. Morten, mientras tanto, intentaba domar el falsete para que encajara con unas líneas vocales que aún no estaban pensadas para su rango casi sobrenatural. La canción tenía chispa, pero le faltaba identidad, dirección, músculo. Le faltaba, en resumen, convertirse en A-ha de verdad.
Esa primera versión pasó por el estudio, por ensayos, por sesiones en las que el grupo probaba: más sintetizador, menos batería, un tempo diferente, otra armonía, y un sinfín de ajustes que cualquier músico reconocerá como esa fase en la que no sabes si estás mejorando la canción o complicándola sin necesidad. Pero esa terquedad creativa fue exactamente lo que permitió que el tema evolucionara.
El día que la canción encontró su identidad
El punto de inflexión llegó cuando A-ha decidió replantear completamente la producción. No un retoque, no un parche: una reinvención. Fue entonces cuando la canción empezó a transformarse en lo que conocemos hoy. Se afinó el tempo, se abrillantó el sintetizador, y la línea vocal se adaptó para que Morten pudiera desplegar ese falsete que todavía hoy levanta cejas y sonrisas cada vez que suena la intro.
A partir de ese momento, la canción dejó de ser un experimento para convertirse en una declaración de intenciones. El sonido encontró ese equilibrio casi alquímico entre la urgencia pop y la elegancia electrónica; la melodía se volvió reconocible desde la primera nota; y, de repente, lo que antes era “una idea con potencial” se convirtió en algo que llevaba la firma inconfundible de A-ha. Ese fue el día en que “Take On Me” dejó de buscarse para empezar a ser exactamente lo que tenía que ser.
Cuando esa versión final apareció, ya no había dudas: A-ha había encontrado su identidad musical y, con ella, el vehículo perfecto para irrumpir en la escena internacional. Y todo gracias a una mezcla deliciosa de terquedad, intuición y talento que solo una banda con un sueño gigante podría haber sostenido durante tanto tiempo.
El videoclip que los catapultó: cuando el papel cobró vida
Si el mundo conoció a A-ha fue, en buena parte, gracias a un videoclip que parecía sacado de un cómic que se había cansado de estar quieto. Hoy, que vivimos en la era del deepfake, la IA y los filtros que te convierten en un gato deprimido, cuesta recordar lo revolucionario que fue ver a Morten Harket saltando de las viñetas al mundo real sin que pareciera un truco barato.
Era pura magia, de esa que no se explica con tutoriales de YouTube. A-ha lograron algo que pocas bandas han conseguido: que su canción sonara genial y, además, que su imagen se volviera instantáneamente icónica. Y todo con un vídeo que no necesitó explosiones ni coreografías imposibles, solo la combinación perfecta de creatividad, técnica y una estética que hoy sigue funcionando como si el tiempo no hubiera pasado.
El famoso efecto rotoscópico del videoclip no era precisamente un atajo. Cada fotograma fue dibujado a mano, uno por uno, como si un ejército de ilustradores hubiera decidido tomarse unas vacaciones en el infierno del detallismo. Pero ahí está el mérito: A-ha y el equipo creativo apostaron por un proceso artesanal que, en su momento, parecía una mezcla de locura artística y fe ciega en que el resultado valdría la pena. Hoy se estudia en escuelas de cine y diseño como ejemplo de innovación, pero en los 80 era un salto al vacío.
El truco funcionó por tres razones esenciales:
- La narrativa estaba al servicio de la canción, no al revés.
- El dibujo potenciaba la emoción, en lugar de distraerla.
- Morten tenía un carisma que cruzaba del papel a la realidad sin pedir permiso.
Con esa combinación, el video dejó de ser solo un soporte visual y pasó a convertirse en parte integral de la identidad de A-ha. Fue la demostración de que una banda podía crear un universo propio sin necesidad de sobreactuar.
Para quienes crecimos con la MTV como brújula cultural, el videoclip de “Take On Me” fue esa experiencia que te hacía pensar: “Ojalá mi vida también tuviera una puerta secreta que me llevara a ese cómic”. A-ha no solo nos regalaron un hit, nos dieron un pequeño universo paralelo al que escaparnos cada vez que la vida real se hacía demasiado ruidosa.
El video marcó a toda una generación porque mezclaba tres elementos irresistibles: una historia romántica sencilla pero efectiva, una estética que no se parecía a nada, y una canción que entraba directa al cerebro y ya no salía. El resultado fue un fenómeno cultural que redefinió lo que podía ser un videoclip. No era solo música, no era solo imagen: era una experiencia completa, el tipo de obra que hace que un grupo como A-ha pase de ser prometedor a ser inolvidable.
Preguntas frecuentes
¿Quiénes forman el grupo A-ha?
A-ha está formado por Morten Harket (voz), Magne Furuholmen (teclados) y Paul Waaktaar-Savoy (guitarra). El trío se formó a principios de los años 80 y mantiene la misma alineación desde su origen, algo poco habitual en bandas de su generación.
¿De qué país es A-ha?
A-ha es una banda noruega, originaria de Oslo. Fueron uno de los primeros grupos del país en alcanzar un éxito masivo a nivel internacional, abriendo el camino para otros artistas escandinavos en el pop global.
¿“Take On Me” es considerado un one-hit wonder?
No. Aunque “Take On Me” eclipsó otros éxitos, A-ha tuvo numerosos singles exitosos, especialmente en Europa, como “The Sun Always Shines on T.V.” o “Hunting High and Low”.
¿Cuántos discos ha publicado A-ha?
A-ha ha publicado 11 álbumes de estudio, además de recopilatorios, directos y grabaciones especiales, manteniendo una carrera activa durante más de cuatro décadas.
¿A-ha sigue en activo actualmente?
Sí. A-ha ha tenido pausas y reuniones a lo largo de los años, pero sigue activo, grabando música, realizando conciertos y participando en proyectos especiales.
Última actualización el 2025-12-30 / Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados