Comienzo esta aventura hablando de una de las grandes divas del Jazz, Billie Holiday, y aunque sea una historia triste, también creo que es necesaria.
Todos conocemos algo de Jazz, sabemos de Nueva Orleans, de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald, y todos hemos canturreado alguna vez un estándar. Sin embargo, no debemos olvidarnos de la realidad de este estilo musical: una música de negros que los blancos se apropiaron para su propia diversión. Vamos un “tocad para nosotros pero no os mezcléis en nuestros círculos”.
Y en ese mundo, y con esos prejuicios, brotó la maravillosa voz de Lady Day (bautizada así por el saxofonista Lester Young).
Los inicios de Billie Holiday
Nacida en una familia desestructurada, la vida Billie Holiday (Eleanora Fagan Gough) no fue fácil: abusos, violaciones, palizas, abandonos y prostitución. Todo ello marcaría su carácter para siempre.
Mujer de armas tomar, no se dejó amedrentar por nadie ni por nada. Bebía, fumaba, se drogaba y andaba siempre rodeada de hombres.
Con 14 años hizo su primera prueba. A partir de ese momento la música se convirtió en su motor y comenzó su carrera, siempre marcada por la segregación racial (aun siendo primera estrella, tenía que entrar por la puerta trasera, o pintar su cara para oscurecerla).
En 1939, una joven Billie de tan solo 23 años se subió a las tablas del Café Society de Nueva York, e interpretó, por primera vez, Strange Fruit, un poema del ruso Abel Meeropol que hablaba sobre los ahorcamientos que se llevaban a cabo en el sur de Estados Unidos.
El autor quedó horrorizado ante las fotografías que les mostraron de los linchados Thomas Shipp y Abram Smith, ahorcados en árboles en mitad del bosque.
Esta actuación fue impactante y pronto se convirtió en el sello personal de Billie, que optó por cantarla siempre al final de sus actuaciones, e iluminada únicamente con un foco para causar más sensación. Y la causó, tanto buena como mala. En una ocasión en Alabama, incluso fue perseguida por intentar cantarla.
La estrella olvidada
Sin embargo, a pesar del éxito obtenido, Billie Holiday siempre estuvo maltratada por la sociedad y, por supuesto, por la industria musical, que nunca aceptó a una mujer negra que se drogaba y acostaba con quien quería cuando quería.
Abandonada a una existencia únicamente rodeada de drogas y palizas, los últimos años de su vida fueron un ir y venir entre la cárcel y los callejones de Nueva York, muriendo con 44 años.
En el cénit de su existencia, cuando le preguntaban (ya cirrótica y enferma) qué hacía con su vida, ella se limitaba a contestar “ya saben, sigo siendo negra”.
Aquí os dejo la traducción de la canción.
Árboles sureños cargan extraños frutos,
Sangre en las hojas, y sangre en la raíz,
Cuerpos negros se balancean a la brisa sureña
Extraños frutos penden de los tuliperos.
Escena pastoral del galante sur,
Los ojos saltones y la boca retorcida,
Perfume de magnolias, dulce y fresco,
Y el repentino olor de carne quemada.
Aquí está el fruto (que alardea coraje) para que arranquen los cuervos,
Para que la lluvia tome, para que el viento chupe,
Para que el sol descomponga, para que los árboles suelten,
Esta es una extraña y amarga cosecha.
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Realmente interesante. Un texto breve pero extremadamente completo. Gracias
La «triste diva» del Jazz
¡¡Me ha gustado!!
Muy interesante y completo!!