Figaro – Bodas, bautizos y comuniones y otras mandangas

Uno estudia canto (“¿¡canto!?”, preguntaron y exclamaron algun@s amig@s y amores; otr@s ni siquiera se molestaron, ni arrugaron sus preciosas narices o torcieron el gesto: “otra gilipollez del Alonso”, determinaron, y pasaron a otra cosa, mariposa) en el conservatorio (“García Matos” de Plasencia) por una serie de casualidades (esto sí, esto no, esto me gusta, me lo como yo) y porque hay que disimular en casa su vagancia total y absoluta para con otro tipo de estudios reglados (hasta que uno descubre la Licenciatura en Humanidades que la Universidad de Extremadura, lógicamente, ya ha eliminado de sus aulas -una novela muy premonitoria es “París en el siglo XX” de Verne, donde las ciencias, sin alma, se han enseñoreado de la vida… ¿les suena?-), y nunca piensa, a priori (es mi caso, personal e intransferible), por dónde va a discurrir su vida laboral (por puritita superstición): en ciertas compañías líricas (privadas y/o públicas de Madrid, esto es, “nacionales”, o incluso internacionales, “sí, ya, seguro”); yendo de cantante “freelance” (por el mundo y también por este mi Lejano Oeste Peninsular, Extremadura, que es un acto de fe); cantando con orquestas las canciones de siempre, de ayer y de ahora: “Ansiedad”, “Noelia”, “Amapola”, “Quiéreme mucho”, “Contigo aprendí” y disfrutando con ciertos “cuerpos de baile” que gustan a cualquiera (¿?); en orquestinas a lo “crooner” (¡¡ y que viva Henry Salvador y Pink Martini!!); o incluso en grupos (raritos, blusies, jazzies, rockies o popies) que te aceptan y que continuamente sus otr@s integrantes te dicen aquello de “pero tío, sé más libre, que no te anquilosen tus estudios en el conservatorio, no seas ortodoxo, hombre, ¡libérate!”, como si los del conservatorio (alumn@s, profesores/as, jefes/as de estudio, secretari@s y directores/as) fueran un@s perr@s put@s que no quisieran/quisiesen que a las tablas te acercaras hasta no ser perfecto (je, je, je, ¿serán ciertamente un@s perr@s put@s?) o fueras/fueses como ellos/as desearan/deseasen. No piensas en ello, cierto,  pero deseas ciertas cosas.

Uno (“Uno” es un tango, maravilloso -ya lo he dicho con anterioridad en estas páginas-, que escribiera Discépolo, <<…uno, sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra, por la fe que lo empecina. Uno, va arrastrándose entre espinos, y en su afán de dar su amor…>>), digo, que uno (pareciera que utilizo, pobre de mí, mortal, el plural mayestático, el que utilizaron los reyes absolutistas hasta que acabaron guillotinados, ji, ji, ji, y también el “petit cabrón”, el Gran Napoleón), y termino de decir, por fin: uno canta, a parte de “lo grande”, esto es, conciertos (ópera, cada vez menos; zarzuela, impepinable; canción lírica, lo popular pasado por el tamiz del tenor; y otras hierbas varias), la famosa BBC, Bodas, Bautizos y Comuniones, y no es en esto precisamente en lo que pensaba cuando estudió canto (y solfeo, y piano, y conjunto coral, y armoníiiiiaaaaaaa en el conservatooooooriiiiiooooo), ni por supuesto pensaba en pelearse (es una forma de hablar) con otr@s músic@s por un contrato (¿?) en cualquier iglesia o juzgado para sacarse algo de pasta (“en negro”, o “en B”, que está más de moda). No es en esto, no es en esto en lo que uno pensaba, pero no me quejo, no, no me quejo, que este verano tengo algunos “bolillos” que alguien que no puede hacerlos me ha pasado (pa`bernos matao).

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