Ha resultado estimulante leer, a lo largo de 2013, las impresiones de los grupos y músicos que han pasado por LaCarne Magazine, en el sentido de que la mayor parte de ellos aportan y contagian ilusión, obvian el mal tiempo y optan por la renovación, si es preciso, cuando las cosas vienen mal dadas, como es el momento actual. Para quien como yo no puede reprimir un estado de pesimismo ante la indiferencia de los poderes públicos por la cultura y, muy especialmente, por la música, más aún si se trata de la música clásica, es un ejemplo el que dan quienes saben reinventarse, se reciclan, y tratan de sobrevivir sin que el esfuerzo se note. Decididamente estamos solos en manos del público, lo que no estaría mal si a éste no se le hubiera acostumbrado al gratis total tan pernicioso. Y lo cierto es que es el único que podrá ayudarnos, sobre el que recae siempre el esfuerzo y el que soporta estoicamente la crisis. Hemos dejado atrás el año 2013. Hemos sufrido y visto lo negro que está el panorama. Hoy, el 99% de los artistas tienen que autofinanciarse. No hay dinero para la música. El estado calamitoso de nuestro panorama cultural lo hemos vivido en carne propia y ajena. ¿Ejemplos?: El Centro de Instrucción en Cáceres a punto estuvo el pasado noviembre de tener que suspender el ya clásico concierto anual que las fuerzas armadas ofrecen con la participación de una Banda Militar, por falta de presupuesto. Al final pudo, con esfuerzo, recabar lo imprescindible y celebrar con música su cincuenta aniversario; comprobamos que constantemente se suspenden actuaciones de todo género anunciadas en nuestras salas de Cáceres y Badajoz por escasa demanda; la otrora bien cuidada por las Casas discográficas, Martirio, ha tenido que autofinanciarse su CD homenaje a Chavela Vargas (bien acogido, por cierto, por la crítica) al no encontrar quien apoyara el proyecto, y no es que se quiera vivir con las muletas de “papa estado”, pero se percibe que éste ha olvidado sus deberes para con la cultura. El artista como tal, tiene muy difícil salir adelante porque faltan recursos, y, como espectador, a veces, se le menosprecia, siendo, al fin y al cabo, el que propicia la mayoría de los eventos. Se están empezando a hacer las cosas manga por hombro, da todo igual, y los sufridos paganinis tragamos con lo que nos ponen. Hace un par de meses en el Teatro de la Zarzuela, una reconocida intérprete, cuyo nombre no quiero decir para no hacer sangre, hizo su intervención en la zarzuela de turno cantando su parte una octava más baja de cómo está escrita, porque tenía una fuerte afonía, demostrando con ello una falta de pundonor y profesionalidad. Se anunció por megafonía su indisposición y que, pese a ella, iba a cantar, como haciendo un favor al “respetable”. ¿Por qué no la abucheamos? A ella o a la dirección del Teatro por no haber previsto una sustitución? Pues no. Todos nos callamos y tragamos. Y estábamos en el primer Teatro del Género. Algo realmente inconcebible. ¿Qué es lo que se está perdiendo para que pasen estas cosas?… ¿A qué estamos renunciando? ¿No nos queda ni un mínimo de exigencia?
En fin, 2013 quedó atrás. Menos mal que la Compañía Lírica Extremeña lo terminó, complaciéndose en los dos premios que nuestra compañera Elena Rey, ha conseguido en el Concurso Internacional de Canto de la Fundación Guerrero: El Premio del Público y el Premio a la mejor intérprete del Maestro Guerrero. Eso también es un estímulo. A ver cómo se presenta el 2014. Lo deseamos feliz para la gran familia musical.