Obelipsis tiene que ser una de las bandas más seguras que haya podido entrevistar a la hora de hablar del trabajo que han hecho, y que pronto presentarán su primer disco, llamado Introspección. Una banda que hace fusión de distintos géneros es lo que, en mi opinión, necesita la escena musical boliviana.
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Experimentar y romper restricciones de géneros de arte hace de este disco un viaje al realismo mágico de la Literatura, a la esencia americana de los instrumentos nativos, y la mirada hacia uno mismo a través de los ojos del mestizaje.
Supe de Obelipsis a través de Flamma Lucis, una amiga que conocí hace varios años en un concierto under de Metal cerca de la terminal de la ciudad de La Paz. En este tipo de salidas, sueles encontrar a los amigos de los amigos que beben y hacen mosh sin dirección alguna, y en esta oportunidad fue algo similar, en un pequeño patio de tierra del entonces llamado Bunker. Excepto por Flamma.
No sé quién nos presentó ni cómo mantuvimos el contacto después de tanto tiempo, aunque, después de todo, no existen muchas mujeres músicos en nuestra sociedad. Lo que sí recuerdo es que ella tenía aspiraciones musicales y artísticas con las que coincidimos de inmediato. Hoy, como la voz principal de Obelipsis, creo que las ha logrado.
Mientras ella y yo escuchábamos alguna banda de Heavy Metal que sacaba covers de Iron Maiden no muy bien logrados, Alan Buendía probablemente repensaba las bases etnomusicales, literarias y documentales de un proyecto que iniciaría el año 2010. Alan, guitarra, segunda voz, composición y arreglos, estaba en una fase de consolidación que tuvo a varios músicos como Freddy Dorado, Fabricio Terán, Ricardo Mena, e incluso Diego Reguerín, guitarrista de Atajo.
De esta primera etapa quedaron tres composiciones empapadas del realismo mágico de Borges, García Márquez, e incluso la obra de Galeano y Rulfo.
La banda se presentó en la Casa de la Cultura, en Palacio Chico, pero a partir del 2015 ya podemos hablar de una etapa de proyección, con una fusión de sonidos que evocan una esencia americana que también, en la espontaneidad del proceso de composición, se sumergió en la música australiana, el rock, los sonidos africanos y el tango.
Hoy la alineación consiste en: Flamma Lucis, Alan Buendía, Many Marañón (guitarra), Nano Altuzarra (bajo), Max Larrea (batería/percusión) y Gonzalo Ríos (batería/percusión), todos ellos músicos con diferentes influencias que aportaron al concepto y a su riqueza sonora.
Por otro lado, la gama de invitados en este primer disco que -me han prometido- se lanzará este año también da mucho de qué hablar. Diego Reguerín (Atajo), Diego Ballón (Efecto Mandarina), Nicolás Suárez (Nikopol), Makoto Shishido (Los Kjarkas y Wayra Japonandes) son músicos reconocidos que prueban, con su aporte, el nivel de compromiso de Obelipsis por aportar, desde su género de world fusión, una propuesta fresca pero también sólida y, a la vez, experimentada.
Mientras el tema va ganando más seguidores, Obelipsis ya tiene en mente el lanzamiento de Introspección y su forma de hacerlo. Una conjunción de artes, una presentación audiovisual (música, teatro, danza, etc). Una obra de arte, me dice Flamma, feliz de saber que ahora sólo quedan los toques finales. Y es que la banda ya lleva un año de trabajo con Mayo Ávila, productor del disco que fue grabado en Submarine Productions.
Antes de despedirme, les pregunto con quiénes quisieran tocar, y cada uno me dice sus gustos. Many me dice que Paul McCartney, Flamma responde que Café Tacvba… Reformulo mi pregunta y me enfoco en músicos nacionales, específicamente. Ellos lo piensan de nuevo y mencionan a los grandes músicos con los que compartieron la grabación de su disco. Reformulo una vez más y les pregunto con qué otras bandas compartirían un festival, y se quedan pensando.
Parece que sí, que Obelipsis es de los primeros en experimentar un world fusion de norte a sur. Pienso en Timpana, de Cochabamba. Y creo que lo que falta con estos venturosos géneros musicales es más visibilidad y más interacción interdepartamental.
El Rock puede mutar en tantas manifestaciones, y creo que Obelipsis es de las mutaciones más coquetas y transversales. No hay mucho de esto, me cuentan ellos, especialmente Alan, que me reprocha que hay experimentación con géneros europeos, sobretodo.
Introspección evoca los paisajes del épico Llano en llamas, la familiaridad de lo extraordinario en Cien Años de Soledad, hasta Metal del Diablo y el reflejo de un contexto social clave en nuestra historia. No es fácil sumergirse en estos mundos, en tantas artes, para buscar, finalmente, a uno mismo. Un cover, sólo uno, repite Alan, al explicar su política de solamente composiciones. Es una búsqueda muy intensa, de muchos años, reitera, y termina diciendo: “Cuántos se aventuran a buscar en sus raíces…”
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