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La verdad es que, modestia aparte, aquella formación pacense llegó a sonar a un digno nivel músical, e indudablemente hicimos algo de ruido por aquellos últimos años de la década de los 90. Uno se siente más viejo que nunca cuando ofrece datos de este tipo, mas no hemos de olvidar que el tiempo, ese puñetero fiscal implacable, no deja de recordarnos que muchas veces no está mal aquello de echar la vista atrás, y sumergirte en un mar de recuerdos y sensaciones que evocan irremediablemente en el mundo de la memoria selectiva, en aquellos momentos que nos hicieron felices y que, a día de hoy, tratan de hacernos creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. Enseguida arribaron a mi sesera conciertos del CRC, los Camiones de la Junta, Contempopranea, Zorrock, Musiberia, La Sala Maravillas de Madrid, o aquel viaje al estudio de Josema, de Los Hermanos Dalton, para grabar alguna de nuestras maquetas.
Precisamente era una especie de viaje en el tiempo lo que nos proponía mi amigo Luis. El Festival ParqueSonoro pretendía homenajear al mítico Zorrock de Puebla de la Reina, y nos habían pedido a algunas de las bandas que participamos en sus ediciones que nos reuniéramos para participar en ese más que merecido agasajo. He de reconocer que mi situación personal era caótica, la jornada laboral extensísima, amén de llevar más de diez años sin tocar. Cualquier persona cuerda ni siquiera se habría planteado el dilema, pero los músicos y los melómanos estamos hechos de una pasta especial, y jamás podrán compararnos con el resto de mortales, así que nos sorprendimos todos aceptando casi al unísono.
Con más ganas e ilusión que cuando éramos unos veinteañeros, superando obstáculos cotidianos como el trabajo, la atención a la familia o el cansancio y el poco dormir, nos presentamos en la edición de ParqueSonoro, en pleno corazón de la Sierra de Montanchez, para disfrutar de un momento irrepetible.
Si hay algo que lamento en estos últimos años fuera de la música en activo es, sin duda, no estar al tanto de las nuevas formaciones que emergen por tierras extremeñas, y, en consecuencnoroia, disfrutar de festivales que gozan de un cariz especial como el celebrado en Valdemorales.
En un inmejorable entorno casi familiar, en donde organización, dirección, parte técnica, patrocinadores, colaboradores e incluso público está prácticamente integrado por músicos, implica que necesariamente uno ha de sentirse como pez en el agua.
ParqueSonoro, 15 horas ininterrumpidas de música, que se dice pronto. Una puntualidad británica a la hora del comienzo de la actuación de cada banda y DJ. Una manera diferente de entender un festival. Una excusa para reunirse de manera anual y estrechar lazos, fomentar contactos, hablar de propósitos y para que inevitablemente surgan amistades que darán lugar a nuevos proyectos y formaciones.
Por fin pude escuchar en directo a Supertennis, de los que tanto se habla tras su reciente fichaje por una multinacional, una gran noticia sin duda para la música extremeña, que debería arrastrar otros proyectos de la tierra. Se sucedían los grupos, algunos para mí inéditos, como Local Qua4tro de Madrigal de la Vera, quienes también anunciaban disco para 2017.
Burgim en trío no parecía el mismo grupo que tanto recomendé en esta misma revista hace un par de años, cuando reseñé su excelente The Way That Yoy Smile. Nuevo formato de trío. Batería, bajo y guitarra y voz, básico y directo, sin concesión a los arreglos, sin jodiuras y chutado directamente a la vena. Diferente no ha de significar ni peor ni mejor, y aún me tienen despistados. Veremos que senda toman en su próximo disco, aunque sin duda será un gran trabajo.
Más regresiones a la adolescencia con Happy New Year. Qué entrañable comprobar cómo antiguos compañeros de Instituto, como Sergio Piedehierro, no han perdido ni un ápice de frescura.
¿Cómo sacas tiempo para seguir tocando?, le preguntaba
-¿Que prefieres? – Respondía él bromeando – ¿Jugar al pádel?
Da fue otro proyecto inédito para mí que no perderé de vista. Más regresiones a una época maravillosa de nuevo con Bloomington. Gran intensidad y su sonido marca de la casa que les llevó a ser uno de los grupos más destacados a nivel nacional del panorama indie.
Cuando los presentadores de ParqueSonoro nos anunciaron, y tras el rápido chequeo de backline, me sentía como si no hubieran pasado más de 10 años. Como si llevara haciendo aquello toda la vida. Nunca me mostré nervioso ante una actuación, al contrario, siempre expectante, y aquello no iba a ser una excepción. Seguramente no fue el mejor concierto de LICH en su historia, pero seguro que no ha existido uno tan especial. Noté cómo el grupo entero se divertía y vivía las canciones con gran intensidad, y durante algunos minutos deseé que aquello no acabara nunca. Qué quieren que les diga, amigos, soñar resulta barato, casi gratuíto, pero todo tiene un final y en ocasiones como esta se agradecen más que nunca los aplausos y piropos de amigos y colegas de la profesión.
Mohevian sin duda ofreció una gran actuación, aunque personalmente no me sorprendió, ya que he presenciado alguna actuación más reciente como en la edición del Contempopranea de 2015, además de haber escuchado temas de su disco Catálogo de universos domésticos.
Las dos sospresas de la noche de ParqueSonoro llegaron con los dos últimos grupos, dos jóvenes formaciones. Conocía a Subterráneos como a algunos otros grupos, a través de las redes sociales, y había escuchado algunos de sus temas, pero la belleza y la voz de Mónica Agudo me fueron cautivando a medida que avanzaba la actuación. Me gusta cómo se mezcla su voz con la de José Luis Muñoz, y ese sonido guitarrero de garage que te va conquistando en cada tema.
En definitiva, una gran aventura, un momento especial, un hecho significativo que muchos, músicos y público, recordaremos. Desde el mostrador de esta carnicería rogamos (además de agradecer por la organización y el impagable trabajo) a Alfonso Búrdalo, que no sea el 2016 la última edición en la que se haya podido disfrutar de este homenaje a la música y a los músicos extremeños. Igual de la fiesta del otro día ha surgido un proyecto que nos enamorará en unos meses, o incluso algún carnicero sentimental se decide a desempolvar las baquetas con mayor asiduidad. ParqueSonoro por muchos años, para siempre jamás.