El otro día me vi de nuevo practicando mi actividad favorita y en mi lugar favorito: limpiando el retrete de mi casa. Ya he dicho varias veces que es un buen sitio para elucubrar en cosas que normalmente se quedan en varias preguntas y pocas respuestas claras.
Me vino a la cabeza una frase que me parece haber oído en algún sitio (creo que viene de algún músico “indie”): “los Beatles son una fuente de inspiración constante”.
De verdad que no quiero ser rudo en mis afirmaciones ni faltar el respeto a nadie, pero ese grupo musical, para mí, ha dejado de ser una fuente de inspiración hace mucho, mucho tiempo.
Es más, mi opinión es que ya va siendo hora de guardar esa música en un cajón y dejar paso a otras cosas (y mira que me han gustado, influenciado y los he reverenciado incluso, pero ya está bien.
Esa música debería estar en un museo, bien guardadita, y dejar que la música y la vida del siglo XXI se abra paso, evolucione y se quite las polillas de encima). Esa “efimeridad” del arte me parece una condición necesaria para que se abran otras nuevas vías y propuestas.
Por eso pienso que hay que dejar de venerar a esos iconos, a esos objetos consagrados que muchas veces pueden frenarnos y bloquearnos.
Su tiempo ya pasó. Incluso se me pasó una “barbaridad” por la cabeza: la catedral de Notre Dame se quemó el otro día…, pues bien, yo lo dejaría estar.
No entiendo para nada el querer reconstruirla, y mucho menos en un tiempo récord de 5 años, y encima más bella que antes!!! Eso dijo el primer ministro francés, ¿no? (las cosas que hay que oír procedente de las mentes neoliberales. Se atreven con todo esto, chicos).
Todo esto está relacionado con mi interés por la improvisación libre, música efímera que se evapora como el humo.
Por supuesto que ahora hay muchas grabaciones de este tipo de música, pero no deja de ser, en mi opinión, efímera. No son discos dados a escucharse muchas veces, al final se olvidan, y así es como creo yo que tiene que ser.
Otra ocurrencia que tuve fue lo del concepto de obra de arte, o de obra maestra.
Me explico: resulta que “El Sur”, película de Víctor Erice considerada una obra maestra con unas elipsis magistrales que encajan muy bien con el universo reservado del director (al parecer estas afirmaciones son de la crítica del momento), realmente llegó a ser como es porque su productor no tenía más pasta y Erice no pudo rodar más escenas (las relacionadas con otras que aparecen en el montaje final y que, si estuvieran, la narrativa del filme sería más completa y comprensible).
Al parecer Víctor Erice no estuvo nunca conforme con ese montaje final. La película, según él, estaba incompleta.
Entonces, ¿qué pasa? Parece que el azar objetivo actúa, la idea del autor se escapa de su control, y su obra toma vida propia e interactúa con el receptor de una forma completamente particular e independiente a las intenciones iniciales del autor.
¿Existen por tanto obras maestras, obras de arte? ¿O todo esto depende de la subjetividad de cada uno? No hay ningún criterio claro para definir estos conceptos.
La mera observación de un evento cambia completamente las condiciones iniciales del mismo convirtiéndolo en un ente mutante en cada observación, visionado o escucha.
Así que, ¿dónde están las reglas? Aparte de las que se ponga cada individuo. No veo ningún criterio objetivo que me diga qué es una obra de arte y qué no lo es. No entiendo nada. Llevo muchos años dedicándome a esto y no entiendo nada, pero vamos, me da igual…
Al final de la mañana, el cuarto de baño estaba impoluto, al menos hice algo práctico, porque está visto que con todas estas reflexiones no llego a muchos sitios jajajaj
Atentamente, J. G. Entonado & Arín Dodó
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