El pasado viernes 7 de diciembre de 2018, el Circo Volador de Ciudad de México recibió una vez más a Saurom como parte de su gira latinoamericana 2018, siendo el concierto con más audiencia registrada hasta la fecha en la capital de la República Mexicana.
Reckoning fue la banda encargada de calentar los amplificadores, una novel agrupación que en mayo de este año lanzó su disco debut, Laúdes y Cuentos, pero que desgraciadamente sufrió la separación de su tecladista, Ángel Cortés, quien prefirió hacer a un lado la música y dedicarse a sus estudios en psicología.
Aunque esto mermó el sonido de las canciones en vivo, curiosamente muy pocos de los asistentes habían escuchado antes a Reckoning, y los que ya conocían su música recibieron muy bien su presentación.
Lo que inició con una andanada de gritos que iban desde “¡ya siéntese, señora!” hasta “¡Moderatto, Moderatto!”, en clara burla a los músicos, poco a poco se transformó en aplausos y vítores. Una gran noche para Reckoning, que supo ganarse a un público siempre difícil.
Inicia el concierto de Saurom aunque con retraso
Saurom se presentó con 15 minutos de retraso, siendo Numen la primera pieza en sonar y mover a los asistentes, quienes pasaron del éxtasis total a un estado cada vez más pasivo.
Ya para La posada del Poney Pisador la gente apenas si saltaba, muy a pesar de Narci, quien movía su mano derecha arriba y abajo como una invitación a todos para saltar, pero muy pocos acudían a su llamado.
Las piezas transcurrieron sin mayor problema, con un audio muy bien definido que permitía escuchar con claridad todos los instrumentos, un gran salto de calidad en comparación con años anteriores.
El único detalle fue que, como hay canciones donde un instrumento diferente lleva la melodía principal, durante los primeros compases no se alcanzaron a escuchar, pero el ingeniero de audio siempre estuvo atento y lo solucionó de inmediato.
A veces era la gaita de Narci, o alguna de sus flautas, en otras ocasiones podía ser la guitarra de Raúl Rueda o el teclado de Santi Carrasco. Sin embargo, siempre se escucharon nítidos, impactando favorablemente en las canciones.
Joselito salvó a los niños de la sed
Adrián Romero, baterista de Opera Magna, se mostró seguro. Se notó que ensayó las canciones en su versión de estudio, pues hasta el más mínimo golpe de tarola ejecutó a la perfección, sin otorgarse licencias ni nada que pudiera cambiar la ejecución de las piezas.
José A. Gallardo era el miembro más movido de todos, yendo de un lado a otro con su característico salto circular en el centro del escenario. Él era el encargado de ir a los costados a encender a un público que, aunque disfrutaba y cantaba al unísono, estaba muy quieto y casi ni se movía.
Un detalle interesante fue la atención que el bajista le brindó a los infantes. Resaltaron tres niñas no mayores de 10 años quienes, en los hombros de sus tutores, veían el concierto desde los costados del recinto. “Joselito” se encargó de darles una botella de agua a cada quien y no paró de saludarlas en todo el concierto.
Miguel se equivocó en una canción
Debido al retraso, Miguel Franco no desperdició mucho tiempo en innecesarias alocuciones. Muy pocas fueron las canciones que presentó, siendo algunas Noche de Halloween, Romance de la luna, luna, La isla de los hombres solos y La mujer dormida.
La mayoría de las piezas fueron ejecutadas sin presentación alguna, lo que ayudó mucho al ambiente pues, tan pronto reconocían los primeros compases, lanzaban gritos de sorpresa y emoción.
Dentro de las mejores recibidas de esta manera estuvieron El monte de las ánimas y Se acerca el invierno, ésta última interpretada con la ayuda de Duan Marie, quien no fue reconocida por muchos de los ahí concurridos, muy a pesar de ser la cantante de Anabantha, añeja banda mexicana y piedra angular de la escena gótica mexicana.
Algo curioso ocurrió en ¡Vive!: Miguel tuvo un ligero traspié en la tercera estrofa de la canción, quizá provocado por estar tocando al mismo tiempo la guitarra acústica. Soltó una sonrisa y fue gracias a que el público la cantaba al unísono que pudo reincorporarse en el último verso.
¿Fue el peor público de la gira mexicana de Saurom?
Pasado el meridiano del concierto, el público finalmente despertó. A partir de Cambia el mundo todo fue de menos a más. Poco a poco la gente empezó animarse, hasta que en El círculo juglar se pudieron formar dos breves círculos de personas tomadas de los hombros saltando alrededor.
El concierto presentó un moshpit de baja intensidad en medio de los asistentes, donde todos saltaban y cantaban en medio de sofocante calor y peste. Debido a que no reinaba la violencia desmedida, poco a poco más gente se fue agregando hasta que todo el público finalmente saltó, haciendo que parte del staff empezara a grabar con sus móviles.
La Taberna dio fin a la presentación más multitudinaria que ha tenido la banda en Ciudad de México hasta la fecha, aunque tal vez con el público más flojo de todos, pues sólo reaccionó hasta el final.
Algo le ha pasado al público de Ciudad de México en el último lustro. Pasó de ser una de las audiencias más entregadas de Latinoamérica a una de las más apagadas y aburridas.
Por eso no es de extrañar que Saratoga haya guardado las grabaciones del DVD que hicieron en el Circo Volador a inicios de 2018, el público quedó a deber (y en parte también la banda, que se equivocó en algunas piezas).
Saurom todavía pisará Santa Catarina, Guanajuato, que promete ser el mejor público de la gira, aunque no se puede descartar Guadalajara, quizá una de las audiencias más subestimadas, y que en la recién gira de Helloween logró conseguir el mejor ambiente de todas las fechas mexicanas.
Saurom demostró una vez más que es garantía en vivo. Nadie salió insatisfecho por no haber escuchado alguna canción (aunque se pidió con insistencia El Príncipe).
Saurom es una agrupación que puede darse el lujo de tocar cualquiera de sus épocas y todas serán igual de bien recibidas, algo que muy pocas bandas pueden hacer.
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