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«Hubo un tiempo en que la sociedad no estaba preparada para este tipo de música. ¿Alguien se acuerda de aquellos años? Era cuando el punk rock era peligroso, ¿Verdad?», recitaba Mike Nessal al presentar el inmortal ‘Prison Bound’ en su ya clásico directo en el Roxy angelino, editado en 1998.
Era el final de una década en la que el punk rock se había transformado en música para inofensivos adolescentes ricos, que iban a los centros comerciales, a montar en monopatín y comprarse zapatillas caras. Pero, como si el mensaje del líder de Social Distortion hubiera llegado directo al underground de Vancouver, Canadá, un año más tarde, el secreto mejor guardado de aquella escena aparecía rescatando toda la peligrosidad y suciedad del verdadero punk – rock.
Se hacían llamar The Black Halos, y en 1999 lanzaban su primer disco para una filial del sello donde se gestó el underground americano de los 90, Sub Pop. Aquí no había rastro de melodías fáciles para salir en la MTV de turno, ni pose de falsos chicos malos en la piel de niños mimados. Era ver una foto de aquellos cinco rockers canadienses y uno podía oler el peligro.
Les rodeaba un aura oscura, heredada de los Misftis, y el espíritu del CBGB’s les seguía de cerca. Su vocalista, Billy Hopeless, era un animal salvaje en el escenario que recordaba al Stiv Bators más impredecible, bautizado por Iggy y apadrinado por Lux Interior. Y la banda sonaba tan cruda y macarra como cabía esperar; rock de alcantarilla, punk navajero, siguiendo la estirpe malidta de Johnny Thunders y los Dolls, los Stooges, Dead Boys, Hanoi Rocks, The Cramps, o las pocas formaciones que en plenos 90 supieron mantener intacto aquel espíritu, combos irrepetibles como The Wildhearts y D-Generation.
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Todo aquello estaba allí, y su siguiente disco fue un explícito alegato desde el título, The Violent Years, una declaración de intenciones que les convirtió para siempre en banda de culto, una obra maestra del punk&roll rebosante de actitud y sin nada que perder. Por supuesto, aquello no duró mucho, pues eran una bomba de relojería quemando sus cartas a toda mecha.
Cambios de formación y un par de discos más y The Black Halos pasaron a la historia como otra oportunidad perdida por el auténtico rock n’ roll para recuperar su trono… Hasta hoy. Los fans reclamaban su vuelta y ellos han cumplido. You wanted the best, you got the best.
Billy Hopeless vuelve a agarrar el cable del micrófono como si de una serpiente venenosa se tratara, y Rich Jones aprovecha el parón de la banda de Michael Monroe, que mantiene ocupada su guitarra estos días, y reagrupan el grupo contando con los músicos mejor preparados para el puesto; su majestad del glam-punk nacional, Star Mafia Boy, a la guitarra, Sue Gere al bajo (Rockzilla, Warrior Soul) y Johnny Biscuit (Nancy Hole) a la batería.
Han salido de la tumba para volver a patear culos con todos los himnos de cloaca que les hicieron leyenda. Como dijo su descubridor por estos lares, el gran Kike Turmix, «All punk must rock, all rock must punk». The Black Halos are back!
Entradas anticipadas a la venta en Mastropiero Gastrobar y Jardín, Boogaloo Café Concierto, Lulasonica Cáceres, Rialto Nuevo, y Discos Keramidas. Online a través de www.musikaze.com
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