El pasado lunes (17 de junio) nos acercamos al Palacio Vistalegre de Madrid poco más tarde de la hora de la siesta, y comenzamos a ver en las inmediaciones a una gran multitud ataviada de cuero e indumentaria vaquera petada de parches, melenas al viento (muchas de ellas con coronilla) y botellines de cerveza en mano. Ambientazo en las afueras que presagiaba lo que sin duda, poco después, fue para todos una buena dosis de heavy metal en el interior.
Y no era para menos. Tres de las mejores bandas del heavy made in U.K. (Uriah Heep, Saxon y Judas Priest) se daban cita en un evento que a punto estuvo de colgar el sold out en la capital, como ya pasó en las dos fechas anteriores en el país. Pero la coincidencia con Bruce Springsteen en el Metropolitano creo que fue la razón para que esto no ocurriera finalmente.
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Uriah Heep fue una fiesta continua
Con puntualidad inglesa, Uriah Heep fueron los primeros en entrar en escena. Esta banda lleva desde finales de los 60’s en activo y ha sufrido diversos cambios de formación, siendo el guitarrista Mick Box el único miembro original y líder. Poseedores de una dilatada discografía, comenzaron el espectáculo con Save Me Tonight, de su último trabajo. Buen sonido y un Bernie Shaw en pleno estado de gracia que nos sorprendió con una gran voz. Se fueron sucediendo riffs old school marca de la casa, y la gente fue caldeando el ambiente gracias a temas como Grazed By Heaven o Rainbow Demon, ambos con gran importancia del teclado.
La banda y su vitálico directo nos hizo olvidar la cancelación de su última visita poco más de un año atrás, celebrando una fiesta continua hasta terminar con Easy Livin y con unas gradas completamente entusiasmadas coreándola a plena voz. En el recinto, supieron mantener la temperatura entre concierto y concierto con himnos enlatados de AC/DC como el ThunderStrike nada más acabar la actuación de la primera banda.
Saxon y su Heavy Metal eterno
Aún con un aforo que presentaba ciertos huecos tanto en pista como en grada, llegó el turno para Saxon, la banda formada en Barnsley. Se podría decir que son los líderes de la Nueva Ola de Heavy Metal Británica que se creó a mediados de los 70’s en las islas.
Biff Byford y los suyos venían para presentar su último y más reciente álbum Hell, Fire and Damnation, aunque no podían faltar sus grandes clásicos como Motorcycle Man, Wheels of Steel, Crusader o Heavy Metal Thunder, y terminar con el himno Princess of the Night, que fue sin duda el tema más vitoreado con el que el público se volvió loco de principio a fin, para terminar despidiéndoles con una gran ovación.
Judas Priest, de plata y cuero
Por fin llegó el momento del plato fuerte de la noche: Rob Halford comandando a sus Judas Priest. Había ganas de ver el estado de la banda, ya que en sus últimas visitas no estuvieron en su mejor momento. Una gran pancarta se extendió desde lo alto del escenario con un mensaje de unión y fuerza frente a la intolerancia justo antes de la salida de los de Birmingham, mientras sonaba War Pigs de los Black Sabbath. Ahora sí, el recinto estaba hasta la bandera y se sentía el calor humano con ganas de disfrutar de una de las bandas más importantes del metal internacional.
Se abrió el telón y salió la banda unida en el centro con un barbudo y canoso Halford vestido de cuero y plata, mientras sonaba la instrumental Invincible Shields para dar paso a Panic Attack. Con razón le llaman The Metal God, y es que Rob aún conserva esa icónica voz, llegando a todas las agudas notas como pocos en este mundo, y dando una magistral clase de cómo se tiene que defender este género.
Sonó You’ve Got Another Comin’ y Breaking The Law, una de las canciones que más fama les ha dado. Love Bites y unas proyecciones protagonizadas por Nosferatu eran el acompañamiento perfecto para este tema tan bien ejecutado por un Rob pletórico y una banda fuerte y bien cohesionada. Si alguien acudió con dudas de saber cómo estaba la voz de Halford, esa noche pudo comprobar que se encuentra en un momento magistral, tal y como demostró en Devil’s Child con ese exquisito tono rockero.
Cabe resaltar el buen trabajo de Richie Faulkner y Andy Sneap, los dos guitarristas que, a base de solos y riffs, se acercaban continuamente al borde del escenario para animar a la gente sin parar. Siguieron cayendo himnos como Sinner, Turbo Lover o Victim of Changes, una de las mejores de la noche, sin dar descanso al respetable, que se lo gozó al máximo celebrando estos más de 50 años de la banda.
Se atrevieron incluso con The Green Manalishi, la versión de Fleetwood Mac que grabaron en 1979, y cerraron con Painkiller, otro de sus cañonazos, antes de pasar al bis con The Hellion/ Ellectric Eye, Hell Bent For Leather (Harley Davidson sobre el escenario incluida), y Living After Midnight como último colofón, dejándonos una noche memorable para el recuerdo.
El sacerdote judaico dio su mejor comunión, y miles de devotos salimos aún más creyentes ante el poder que la música ejerce. Y es que, aunque estas bandas estén formadas por miembros que ya superan los 70 años, siguen conservando ese don enérgico e incansable que hace que la mecha del Heavy Metal siga prendida como lo estaba décadas atrás.