Alan Gálvez, el Hip Hop consciente

Alan Gálvez

Y arrancó el Hip Hop consciente – Alan Gálvez

El movimiento Hip Hop retomó bastante fuerza en los últimos años. Es decir, estuvo presente siempre identificando a varios grupos suburbanos, pero relativamente reciente es que muchos de los artistas que se dedican a participar de este género le dieron un giro muy interesante.

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Alan Gálvez, con toda la motivación de quien se apasiona con verdadero sentimiento por sus actividades, me dio la oportunidad de conocer acerca de su vida, de su visión, de su activismo.

Alan Gálvez solía ser parte de Ama Arte, un grupo de amigos que intentaban hacer “rap conciencia”, aunque con algunos desacuerdos en la banda con respecto a las letras de las canciones. Conocieron a Mustafá Yoda, un artista argentino de hip hop y fundador del sello discográfico Sudamétrica. Este encuentro cambiaría el rumbo de la música que hacía Alan Gálvez, y no sólo eso, sino su propósito y convicción, ampliando la visión de hasta dónde puede llegar un artista hip hop viendo al rap no sólo como el fin, sino como el medio en sí.

Después de este simbólico viaje, los integrantes de Ama Arte ya se habían identificado con distintos perfiles e ideologías políticas, entre otros conflictos personales, y el grupo se disuelve y cada cual toma su camino en el mundo del Hip Hop. Alan Gálvez empieza a interesarse en la realización de talleres con un propósito bastante claro: poder despertar consciencias. Este entendimiento explotaba en varios ejes temáticos: radicaba en el rechazo a una opresión gubernamental, incitaba la libertad de expresión en el arte mismo y criticaba de un modo a la mayoría del hip hop que comúnmente se hace en un freestyle.

Alan Gálvez, en ese nuevo comienzo, estrecha sus lazos de amistad con La Imilla MC (Valeria Milligan), artista hip hop que da mucho énfasis en sus composiciones a los derechos de las mujeres. Juntos empezaron a dar talleres de rap, de producción, de pistas instrumentales, regalaron su arte subiendo a micros, en mercados…, todo para la difusión de sus ideas. Alcanzaron una gran cobertura, más con niños y sus madres, que se involucran cada vez más con este movimiento.

Así nace el Colectivo Mafia Andina, con toda esta iniciativa de usar el Hip Hop como arte que trasciende mentes, para despertarlas. Es un proceso largo e imperecedero en cuanto a lo que ellos mismos aprenden al enseñar. Es un camino que requiere paciencia y perseverancia. En el primer taller asistieron dos personas, ahora alcanzan a más de treinta, que es el máximo de personas con las que se puede trabajar por taller.

A través de SoundCloud promovieron lo que escribían los participantes en los talleres, dándoles el ritmo hip hop, introduciendo los versos a las propias composiciones de Alan Gálvez. En un inicio, el mensaje era más generalizado: no dañar el medio ambiente, cuidar las expresiones propias y luchar en contra de la represión. Con el tiempo, desde hace aproximadamente un año, la figura se especificó en cuestiones coyunturales, por ejemplo el rechazo y desaprobación a la creación de un centro de energía nuclear. Este mensaje hizo más interesante y provocativo este panorama contestatario, pues puso en riesgo todo lo que ellos hacían. Aun así, varios colectivos se unieron e hicieron posible unificar las voces que exigen la anulación de este plan gubernamental.

Empezaron a llegarles contratos cortos para la realización de talleres en diferentes entidades que trabajan con sectores vulnerables de la población infantil. La condición nunca fue económica, era poder hacer conocer sus canciones. Poco después empezaron las oportunidades de cruzar la frontera boliviana. Fueron a Chile, a Perú y a Argentina con sus talleres y su Hip Hop consciente. La invitación fue recíproca: La Imilla MC y Alan Gálvez organizaron el festival de Hip Hop consciente Corazonsudaka. Grandes del hip hop pudieron presentarse en Bolivia como Portavoz, DJ Cidtronick, Caye Cayejera, – quien forma parte de un movimiento feminista importante de Ecuador -, entre otros.

Paralelamente a la organización del evento, ya venían trabajando con las y los lustrabotas de la ciudad de La Paz. Con ellos empezaron a relacionarse cuando los veían infaltablemente en los eventos de hip hop que organizaban. El micrófono pasaba por las manos de quien tenía una lírica que expresar. Entonces empezaron a organizar pequeñas sesiones artísticas en pleno centro paceño, con el micrófono abierto y el espacio para que las/los lustrabotas, y cualquier peatón que lo desease, pudieran realizar cualquier expresión de arte: pintura, poesía, artes plásticas, gastronomía… Fue así que conocieron a Lustra MC, quien sorprendió a todos por el enorme talento en afinación e improvisación que posee. Cuando subieron a la red un video donde se escuchaba rapear a Lustra MC, no tuvieron la más mínima idea de cuán exitoso sería. Este video, donde también participa Alan Gálvez, fue conocido mundialmente gracias al internet y a CNN.

Entre todo este ambiente favorable para el activismo de Mafia Andina, decidieron que era hora de prestar atención al motor de todas sus actividades: la música. Todos tienen el propósito de terminar de grabar sus respectivos discos y a la par seguir con los talleres comunitarios, que se van ampliando en espacio (áreas rural y urbana) y contenido.

En la esfera del Hip Hop, este tipo de rap consciente es fuertemente criticado desde distintos ángulos: la mayoría de las sociedades convencionales relacionan intrínsecamente al movimiento Hip Hop con delincuencia, y pandillas, y hay personas que son parte del movimiento y cultura Hip Hop y aseguran que el rap callejero, por su mismo origen, no puede perder el tinte de violencia, y piensan que lo que hace este tipo de rap consciente es venderse al Estado.

Frente a todo esto, Alan Gálvez define que el Hip Hop y Rap sí son netamente callejeros, que es imposible separar este movimiento de la calle, pero al mismo tiempo, y con toda tolerancia posible ante las distintas opiniones, hay que saber llevar el activismo de forma pacífica, ya que la violencia está implícita en el intento mismo de incentivar a las personas de los pueblos y las ciudades a aceptar estas reacciones contestatarias.

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