Bolsa de Moscas: una propuesta musical sin límites
La inspiración es un motor esencial para cualquier artista, pero incluso los más grandes enfrentan momentos de vacío creativo. ¿Qué os motiva a seguir adelante y a encontrar esa chispa cuando parece que todo se apaga?
No solemos tener bloqueos creativos porque dejamos que la música fluya. En Bolsa de Moscas no nos forzamos a componer ni a crear, las canciones llegan cuando tienen que llegar, ya sea una estrofa espontánea o un riff de guitarra o bajo. Nuestro estilo, o «género fluido», nos permite experimentar y no encasillarnos, y eso también mantiene viva nuestra chispa creativa.
La inspiración está en las experiencias personales y las historias de las personas que nos rodean. Muchas veces escribimos canciones dirigidas a amigos o amigas, lo que hace que nuestra música sea como un diario abierto lleno de anécdotas. Aún no hemos sentido que la “chispa” se apague.
Todo gran viaje comienza con un primer paso, y en la música, ese primer concierto siempre es especial. Queremos conocer esa primera vez que subisteis al escenario y cómo marcó el rumbo de vuestra carrera.
Nuestro primer concierto fue una experiencia tan dura como especial jajajaja. Ganamos una convocatoria de grupos emergentes para tocar en un festival de Extremadura, pero el evento iba con mucho retraso en las horas de actuación, y cuando llegó nuestro turno quedaba poco público, y un grupo de personas haciendo un botellón justo en la nave de enfrente con la música a toda pastilla que a veces costaba escuchar a los grupos que estaban encima del escenario. Imprevistos que no se podían controlar…
Era nuestra primera vez en un escenario, y aunque las circunstancias no eran las ideales, compartíamos escenario con más grupos, y eso nos entusiasmaba, y el poco público que estaba allí abajo eran amigos, amigas, familia que había esperado mucho tiempo para ver nuestro trabajo!!! Al subir, todo cambió: nos dimos cuenta de que estábamos dando vida a algo que habíamos creado con mucho trabajo y cariño. Fue nuestra carta de presentación, un momento único en el que mostramos al mundo lo que habíamos estado gestando.
Mirando atrás, vemos cuánto hemos crecido y madurado en el escenario desde entonces. Ese concierto nos marcó porque fue el inicio de un camino en el que hemos ido encontrando nuestro sonido y nuestra identidad, y muy agradecidas de la oportunidad que nos dieron, y más en nuestra tierra, Extremadura querida.
Incluso los músicos más apasionados necesitan un respiro. ¿Cómo desconectáis de los acordes y los micrófonos cuando buscáis recargar energías?
Nuestra rutina de ir al estudio cada tarde ya es nuestro respiro. No tenemos manager, ni agencia que nos marque un ritmo, y eso nos da una libertad absoluta. Si un día no nos apetece ensayar, lo dejamos y nos vamos de cervezas. No nos obligamos a componer, grabar o crear, y quizá por eso siempre lo disfrutamos. Esa desconexión natural, sin presiones, nos permite volver con ganas al día siguiente. La música, para nosotros, nunca ha sido una carga, sino un refugio y un momento de desconexión.
Los escenarios están llenos de momentos mágicos, pero también de anécdotas inesperadas. Seguro que tenéis alguna historia inolvidable que se haya quedado grabada en vuestra memoria (y en la del público).
En nuestros primeros años tocamos en escenarios muy precarios, pero siempre nos sentimos agradecidas porque esas oportunidades nos hicieron crecer. Una vez, en un concierto, un amigo se encargaba de lanzar las bases de nuestras canciones desde el ordenador, y fue un desastre. Las pistas no salían completas: en el público solo se escuchaba el bombo o la caja, como si en una banda “analógica” faltara el guitarrista o el bajista. Fue caótico, pero también nos enseñó a tomar esos momentos con humor y a aprender de los errores. Ahora nos reímos de aquello, pero en su momento fue una lección importante.
Dicen que cada artista deja un pedazo de sí mismo en su obra. ¿Cómo influye vuestra experiencia de vida en lo que transmitís a través de vuestra música?
Nuestra música es un reflejo directo de nuestras vivencias. Las letras de Bolsa de Moscas nacen de nuestras historias, de anécdotas propias o de amigos y amigas, y de esas pequeñas cosas que nos rodean y nos marcan. Además, el contraste entre nuestros gustos personales, que son totalmente distintos, crea una mezcla que nos identifica bastante. Esa confluencia es lo que define nuestro sonido y nos da una identidad propia. En cada canción dejamos parte de nosotros, a veces es más de Juanqui o a veces es más de Úrsula, pero todas son de Bolsa de Moscas.
Ha sido un placer descubrir más sobre vuestra trayectoria y la forma en la que vivís la música. Antes de cerrar, ¿hay algo más que os gustaría compartir con vuestros seguidores y con los lectores de LaCarneMagazine?
Nos gustaría agradecer a quienes han estado ahí desde el principio y siguen estando, apoyándonos incluso en esos escenarios donde las cosas no siempre salían perfectas. No solo hablamos de amigos o amigas, hablamos también de festivales y salas que nos han abierto las puertas y nos han facilitado el espacio sin ni siquiera conocer nuestra propuesta en directo. Todo esto que hacemos, lo hacemos porque lo disfrutamos, pero también porque lo compartimos con nuestros amigos y amigas, con nuestras familias y con el público.
Bolsa de Moscas es nuestra forma de vivir la música: fluida, sin etiquetas, sin prisas, sin pretensiones, y sobre todo poniéndole mucho mimo y amor a lo que hacemos y cómo lo hacemos. Gracias también a vosotros, LaCarne Magazine, por darnos este espacio.
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