Críticos musicales ¿hablan por hablar?

críticos musicalesCrítica de un Crítico

Siempre he sido de la opinión de quienes aseguran que la música es más que un arte o una manifestación artística. Yo aún diría más mi querido Hernández, casi me gusta más considerarla una magia que eleva nuestro espítitu hacia cotas insospechadas que nos regala y revitaliza el imperio de los sentidos.

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Las opiniones sobre su belleza, valor y ejecución se encuentran divididas y enfrentadas según gustos musicales, entendimiento o sensibilidad. Ser crítico musical es tan fácil o más que ser entrenador de fútbol. No sé si se sorprenderían al conocer la cantidad innumerable de aficionados a algún deporte que jamás lo han practicado, ni siquiera de manera amateur. Retomando el tema del fútbol, uno no puede más que preguntarse cómo es posible que alguien que jamás le ha dado una patada a un esférico critique a entrenadores por alinear a uno u otro jugador, o a un portero por no saber blocar un balón, o incluso a un central por no ir bien de cabeza.

En términos músicales, la metáfora se repite de una manera casi insultante. La ignorancia es atrevida, desconsiderada y hasta peligrosa, aunque bien es cierto que no ha de permanecer innata en el Universo, y puede ser corregida con el tiempo.

Todos tenemos amigos melómanos. No quiero decir que les guste la música, no es suficiente con ello, sino que la sientan de una manera especial, ustedes me comprenden. La mayoría seguramente son músicos, pero hagan memoria y encontrarán en esa lista de amigos alguno que otro que jamás se ha colgado una guitarra eléctrica o haya chocado baquetas sobre un plato.

En ocasiones me veo en la tesitura de defender a determinados artistas frente a personas que no entienden de la dificultad de cantar en uno u otro tono, o de hacer un rasgueo o punteo de guitarra, o siquiera de ejecutar un ritmo base en una batería. Quien suscribe se pregunta cómo es posible que puedan juzgar a un músico, o incluso afirmar si una canción es buena o mala, cuando desconocen un proceso tan fundamental.

No quisiera insinuar con ello, jamás me atrevería, que quien no sea músico no pueda llegar a apreciar la complejidad y el mérito, e incluso a decidir libremente si una canción pueda gustarle o no, pero de ahí a certificar la capacidad de si su ejecucción pueda ser mejorable dista mucho de encontrarse entre las acciones que una persona discreta pueda realizar.

Es triste, pero existen críticos musicales de esta guisa. Algunos no saben ni lo que es un bajo, pero tienen su propia lista de los mejores bajistas de los últimos 25 años y te sueltan a la cara tan tranquilo que Larry Mullen es una mierda de batería porque siempre toca en playback, o que Prince lo único que sabía hacer eran bailecitos de afeminados.  Estos críticos musicales jetas son capaces de decidir si un grupo funciona en directo mientras saborean cubatas e intentan tocarle el culo a la maciza de la primera final, sin darse cuenta que la guitarra rítmica casi no se oye y el micrófono de quien hace los coros no está abierto.

Lo dicho, todos tenemos derecho a expresarnos libremente, a decidir qué es lo que nos gusta sin ni siquiera preguntarnos por qué, pero por El Cetro de Ottokar! al menos hay que estar algo informado antes que escupir por las tragaderas semejantes chorradas.

Me parece importante exponer la idea de que no es necesario ostentar una gran técnica de ejecución instrumental, o la voz más increíble del mundo, para llegar al corazón de la gente. No creo que John Lennon fuera en su día el mejor cantante del mundo, y seguro que hay muchos que lo superan en voz y técnica, pero sigue siendo de los pocos que me producen escalofríos al escuchar sus melodías.

Entre los críticos musicales, existen quienes critican a grupos por no contar sus vocalistas principales con una gran voz. En nuestro país podríamos hablar de algunos grupos de los 80, como Gabinete Caligari, o incluso de los llamados indies, con J como ejemplo al frente de Los Planetas. La voz es un instrumento muy particular, quizás el más especial y único de todos, y cada cantante la utiliza como buenamente puede, o quiere, para llegar a sus canciones.

Hay que respetar a los críticos musicales, son una parte más del juego, del negocio, y, en definitiva, hay que entender que no son más que valoraciones personales que no tienen por qué afectar a nuestro gusto o interés por un artista, pero siempre teniendo en cuenta que no hay que hacer mucho caso de quienes al menos no ven algo positivo en un trabajo que nunca es fácil, como el de componer e interpretar canciones.

A nivel personal, en más de una veintena de ocasiones, y a petición de la dirección de esta revista, he sido uno más de los críticos musicales, me he visto obligado a escribir reseñas sobre trabajos de grupos regionales, nacionales e incluso a nivel internacional. En ellas siempre pretendo ofrecer información, y una valoración personal de lo que me ha parecido el disco en cuestión. Intento además que esa valoración sea entretenida y que aporte algo anecdótico al lector, pero les confieso que aunque algunos de esos trabajos no me han gustado especialmente, nunca soy capaz de valorar negativamente una entrega sabiendo la inversión de tiempo y esfuerzo que supone. Siempre, siempre existe algo positivo. Desconfíen de quienes insultan, humillan y desprecian con vehemencia.

A los críticos musicales, profesionales o no, que además son músicos, les pido humildemente desde estas líneas un poco de empatía. A los más transgresores y modernos, con más mala leche y nada de sapiencia en el mundo musical, les ruego que se animen a conocer el maravilloso mundo de la música antes de hablar por hablar.

http://enriquefalco.blogspot.com.es/

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