Cuca Rivero y la Música en Cuba

cuca rivero

Cuba  es un país que ha querido y sabido encauzar la enseñanza de la música desde la infancia, de modo que ésta, es una más de las actividades sociales que distinguen la nacionalidad cubana. La fuerza melódica y rítmica que distinguen sus más auténticos sones forma parte del patrimonio espiritual  de sus habitantes, habiendo dado grandes artistas de todos los géneros.

La música es uno de los grandes valores del pueblo cubano. Esa labor educativa tan envidiada como debiera ser en nuestro entorno, se debe en buena parte a Cuca Rivero, la mujer que hizo cantar a generaciones de cubanos desde la edad escolar, a través de la Radio, en programas educativos hechos desinteresadamente, con una pasión, una dedicación, un compromiso y un talento que la han convertido en personalidad cumbre de la música cubana.

“Cuba es un país bailador, los cubanos son muy buenos bailando y les encanta el baile, pero no tienen la tradición de cantar”, había dicho. Y ella se encomendó esa tarea.

Este mes de junio se conmemora el centenario de su nacimiento. No ha llegado a celebrarlo por muy poco. Cuca Rivero murió el pasado mes de marzo a los 99 años, pero su recuerdo estará siempre.

He tenido yo la suerte de poder contactar con Silvia Rodríguez, pintora exquisita e hija de Cuca, y con el esposo de aquella, José Mª Vitier, el grandísimo pianista a la vez que inspirado compositor de tantas bandas sonoras como las de “Fresa y Chocolate” y “Cosas que dejé en la Habana”, entre otras.

Amablemente han contestado a mis preguntas destinadas a conocer más de cerca la figura de Cuca Rivero, la gran maestra.

Cuca Rivero, una mujer adelantada a su época

¿Silvia, cómo era Cuca Rivero?
Mi madre era una mujer alegre, simpática, muy distraída, lo que la hacía protagonista de muchas anécdotas divertidas que ocurrían a consecuencia de sus distracciones, y que ella las convertía en historias magníficas y divertidas. Desde niña los cuentos que yo prefería oír eran  los de la vida real contados por ella.

A la vez era una mujer de gran carácter, con una personalidad fuerte y estoica. Se acostumbró desde muy joven a luchar por sus metas y a no pedir nada a cambio. A pesar de las duras pruebas que la vida puso en su camino, no perdió nunca su alegría, su optimismo y la confianza en sí misma y en los valores que defendía.

La imagino como una persona adelantada a su tiempo. Muy moderna. ¿Era así?
Ella fue siempre una persona básicamente independiente y segura de sí. Graduada en la Universidad de la Habana como Dra. en Farmacia, después de cumplir con el compromiso de estudiar lo que era conveniente para el negocio familiar, decidió abrirse paso también en la actividad que más disfrutaba y que había estudiado desde niña, la música.

Logró así trazar y avanzar en sus objetivos profesionales vinculados a la música, incluso durante la primera etapa de su vida, cuando la sociedad cubana no favorecía el destaque intelectual y profesional  de la mujer. Ella supo abrirse paso desde muy joven, y encontró los mentores adecuados para dar curso a sus inclinaciones artísticas y ocupar un sitio destacado en nuestro panorama musical. Viendo su vida en su conjunto fue, sin dudas,  una mujer adelantada a su tiempo.

¿En qué orden podría colocarse su aportación a la cultura musical en Cuba?
Creo que esa aportación se produce en varias esferas. Habría que incluir su labor fundadora en el terreno de la música coral en Cuba, su protagonismo en la fundación de la televisión cubana gracias a la presencia del coro que se nombró “Coro de Cuca Rivero” en los programas estelares de la TV de la época, su infatigable defensa de los valores musicales patrios, su labor de pedagoga e investigadora, y sobre todo su invaluable aporte a la educación artística de los niños, como parte de la enseñanza general.

¿Qué caracteriza su labor con los niños? ¿Tenía tal vez un sistema?
Mi madre inventó un sistema ingeniosísimo para enseñar música a través de la radio. Se basó para ello en su experiencia personal en el trabajo de montaje de los repertorios a los coros para los que escribía los arreglos y dirigía, así como en la consulta de las innovadoras investigaciones pedagógicas europeas en las que encontró el pensamiento más avanzado en este tema para su época, y las adaptó a las circunstancias totalmente diferentes de la vida nacional en los 70-80, con el objetivo de la enseñanza masiva de la música a los estudiantes de primaria a través de la radio en todas las escuelas del país.

Dedicó a ello más de 20 años, y su exitoso sistema fue el fruto de una pasión incesante que perfeccionó hasta lograr los resultados a que aspiraba, y con ello puso a la disposición de todos los niños cubanos, a instrumentistas y cantantes de altísimo nivel, para que tocaran y cantaran para ellos y así enriquecer su espíritu, difundir en esas edades lo mejor de nuestra música, que fueran capaces de distinguir el sonido de cada instrumento, colocar debidamente sus voces para cantar, aprender un repertorio selecto de música y canciones, y todo ello a través de la Radio, porque siempre pensó y comprobó que era precisamente la radio el medio idóneo para desarrollar no sólo las habilidades musicales, sino, más aún, la imaginación sonora y creativa de los niños.

¿Por qué la llamaban “la profesora invisible”?
Ella se puso así porque entendió que ese nombre iba a ser atractivo para los niños, que la escucharían por la radio y nunca verían a la profesora que tan familiarmente se dirigía a ellos. Fue sin dudas un acierto, fue un sobrenombre perfecto, ya que lo único que conocían y reconocían sus alumnos a través de las clases radiales era su voz.

¿Supongo que tendría una bonita y persuasiva voz?
Tenía una voz persuasiva y nunca impositiva. Una voz sonriente. Cuidaba mucho la colocación de la voz para cantar y también para hablar. Todo en su programa tenía que ser modelo de buen decir y sonar.

¿Que predominó en su larga trayectoria: la pedagogía, la dirección coral, el aspecto organizativo que según dicen poseía?
Predominó sin dudas la pedagogía musical a la que consagró todas sus fuerzas. Su importante labor como directora de coros o como asesora musical de la televisión, actividades a las que dedicó muchos años de su vida, quizás no fueron mas que una extensión de ese afán pedagógico.

¿Hasta donde llegó su popularidad?
En una primera etapa fue  muy conocida por el trabajo con el coro que llevaba su nombre, ya que se presentaba en los programas estelares de la televisión de los años 50 cuando se fundaba ese medio en Cuba.

Después tuvo a su cargo la formación y dirección del Coro ICRT, así como el Coro de la Escuela de Instructores de Arte, en los años 60. En la dirección de todos estos coros logró gran reconocimiento.

En un momento, que duró en realidad unos 20 años, su popularidad entre el “público” infantil de sus alumnos radiales, que llegaron a sumar un millón de educandos, fue inmensa. Pero antes, durante y después de eso, su carisma personal le ganó siempre la simpatía de todo el que la conoció. Es la verdad.

Creo que se relacionó con lo más grande de la música cubana. ¿Es así?
Tuvo el privilegio de conocer y colaborar musicalmente con lo mejor de su tiempo. No sólo artísticamente, sino también en el plano humano. Su círculo de amigos fue un trozo de nuestra historia cultural.

Basta mencionar algunos nombres: Gonzalo Roig, Adolfo Guzmán, Alberto Alonso, Mario Romeu, Bola de Nieve, Ernesto Lecuona, Alicia Alonso, Mirtha Aguirre, Cintio Vitier, Esther Borja, Carballido Rey, Marcos Behemaras, entre muchos otros.

Recibió importantes distinciones en vida. Ahora que se ha ido y con motivo de su centenario, ¿queda pendiente un gran homenaje a su recuerdo?
Creo que pocas personas en Cuba atesoran 3 premios nacionales. Ella obtuvo el Premio Nacional de Radio, el Premio Nacional de Televisión y el Premio Nacional de Música. Quisiéramos hacer algo por sus 100 años que se hubieran celebrado el próximo 25 de junio. Ya muchos amigos, artistas muy reconocidos, han dicho que quisieran estar y entregar algo de su arte en ese encuentro.

Para mí y para mi hermano, ha sido muy gratificante recibir en los días tristes de su muerte, el testimonio del cariño de muchas personas que se acercaron a la música gracias a ella cuando eran niños, y que la recuerdan como un momento mágico de sus vidas.

Así mismo, recibimos testimonios del afecto y respeto profesional de los más altos exponentes de nuestra cultura, haciéndonos sentir que la pérdida no había sido solamente nuestra, sino que Cuca Rivero estaba en el recuerdo, en el cariño, y curiosamente en el origen del destino artístico de muchos de los que hoy son glorias y orgullo de la música cubana.

¿Qué ha heredado Silvia Rodríguez Rivero de su madre?
No sé si en realidad lo he heredado,  pero creo reconocerme en su persistencia, en su sensibilidad artística y en el gusto por la creación.


Tras las palabras de sus seres más queridos está la admiración de tantos y tantos cubanos que recibieron sus enseñanzas, o de artistas que trabajaron junto a ella. Es el caso de la gran soprano Alina Sánchez, que compartió la grabación que en 1990 se hizo de la zarzuela de Gonzalo Roig, “CECILIA VALDÉS”, grabación en la que Alina asumía el papel protagonista, y Cuca Rivero dirigía el coro.

El testimonio de Alina Sánchez es también de gran valor. Ésta es la carta que me envía:

“Para Paquita
De Alina

Sobre Cuca Rivero

Conocí a Cuca Rivero en esa edad en la que estás llena de ilusiones y también de incertidumbres, cuando empiezas una carrera y nadie sabe siquiera que existes, cuando todo lo tienes que demostrar. Yo era estudiante de la Universidad de la Habana, y en el Departamento de Extensión Cultural se decidió montar la zarzuela Cecilia Valdés de Gonzalo Roig. Todos los intérpretes éramos alumnos universitarios.

Cuca Rivero era en ese momento la directora musical del programa Álbum de Cuba, dirigido por Ernesto Casas, y en el cual Esther Borja, una de las grandes de la cultura cubana,  era la figura principal, presentadora y cantante. Cuando su entrañable amiga María Luisa, mamá de José Ramón Artigas, destacado director de televisión y espectáculos, nos presentó, Cuca me abrió las puertas de su programa estelar. Yo era sólo una joven principiante.

A partir de ese momento, gracias a ella se me abrieron todas las puertas de la televisión. Los programas de música culta eran habituales en la programación. Cuca era de esas personas que dedican su tiempo a la superación de los jóvenes. Nunca dejaba de ayudar y aconsejar. En su casa se respiraba arte, se disfrutaba la música y la conversación junto a su hija, la pintora y productora Silvia Rodríguez Rivero, casada con el gran compositor y pianista José María Vitier.

Me regaló partituras maravillosas de canciones de Villa Lobos, Ginastera, Ponce, y me ayudó en la interpretación de esa música. Años más tarde, cuando ya había avanzado en mi carrera profesional, fue un verdadero placer volver a trabajar junto a ella en la grabación de Cecilia Valdés. Tenía un conocimiento profundo de la música cubana, tanto del repertorio coral, como de las obras interpretadas por solistas. Y todo ello, adornado con su sencillez extraordinaria, con su sonrisa inolvidable y su dulzura maternal.

Siempre la recordaré con agradecimiento. Los intérpretes líricos de Cuba estamos en deuda con esta gran dama de la cultura cubana”.

Alina Sánchez
Madrid, 15 de Mayo de 2017

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