La naturaleza de la Improvisación

improvisación

En estos momentos estoy leyendo un libro del guitarrista e improvisador Derek Bailey (uno de los grandes) llamado La Improvisación. Su naturaleza y su práctica en la música.

En el libro se aborda el tema de la improvisación desde el punto de vista idiomático (en el jazz, flamenco, rock, música india, etc…) y desde el punto de vista no idiomático (o sea, improvisación libre). En uno de sus capítulos, en el dedicado a la improvisación con el órgano, aparece este fragmento durante una entrevista a Jean Langlais, organista improvisador de la Escuela de París:

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Pregunta Derek Bailey: “¿Una improvisación larga suele darse sobre una forma establecida o es más habitual que sea libre?”

Responde Jean Langlais: “No creo que exista la improvisación libre porque para improvisar es necesario saber armonía, contrapunto y fuga, además de improvisación. Yo he dado  274 conciertos en EEUU improvisando sinfonías y sonatas en cinco movimientos, pero eso es como un ejercicio que uno ha estado practicando durante años. Es improvisación, pero usando muchas cosas que uno ha practicado mucho tiempo. Lo más importante para un improvisador es que sea capaz de pensar con rapidez.”

Después de leer esto se me ocurrió preguntar a varios de mis compañeros de Raras Músicas (improvisadores libres que tienen distinta formación musical; académica o no; unos vienen del jazz, otros del rock, incluso del flamenco… Algunos de ellos ya han sido entrevistados en LaCarne Magazine, y la entrevista de los demás estará al caer) para contrastar opiniones, y así poder abordar el concepto de “improvisación” desde distintos ángulos.

Los improvisadores que expresan su opinión en esta ocasión son Gregorio Kazaroff (conocido ya en esta sección. Ver aquí), Ricardo Rodero (músico con formación académica que viene del jazz), Pepe Pereira (bajista que trabajó con Paco de Lucía, entre muchos otros, y que participó muy activamente en la fusión del Jazz con el Flamenco desde el principio de su carrera), y César Delgado (flautista autodidacta muy interesado por el jazz, y además, un artista plástico de mucha calidad). Creo que es una buena manera de enfocar la cuestión y quizá pueda ayudar a entender lo que es esta práctica musical:

Gregorio Kazaroff

En realidad no hay mucho que comentar sobre los dichos de Jean Langlais porque son claros, concisos y coherentes con su quehacer como músico, compositor e improvisador. Organista titular de la Basílica de Santa Clotilde en París durante 42 años, sus composiciones e improvisaciones son absolutamente tonales, y dentro de lo que se conoce como música clásica contemporánea o del siglo XX.

Sin embargo, algunos de sus conceptos pueden aplicarse al tipo de improvisación libre que practicamos nosotros en general. Creo que, efectivamente, la improvisación libre (y la idiomática también) inevitablemente incluyen cosas intuidas, pensadas o practicadas con anterioridad al momento de la actuación. Y por supuesto, la improvisación también se practica. La rapidez es esencial.

Ricardo Rodero

Creo que el extracto de esa entrevista parece una conversación de dos personas hablado diferentes idiomas. Derek Bailey fue uno de los principales representantes de la improvisación libre, concepto que no tiene mucho en común con un improvisador de piezas en forma clásica.

La improvisación ha estado presente en todo momento a lo largo de la historia de la música, siempre dentro del contexto de formas y lenguajes habituales en la composición. Improvisar una fuga supone conocer profundamente su lenguaje y una práctica muy extensa para ser capaz de construir espontáneamente siguiendo tales pautas. Sin embargo, la improvisación libre parte de un concepto mucho más amplio, en el que la técnica y el conocimiento de un estilo determinado desaparece como objetivo.

Definir la improvisación libre se convierte así en una experiencia de límites indefinidos, dónde la experimentación y la confianza en uno mismo, la capacidad de escucha y la eliminación de prejuicios se convierten en elementos clave. Nada que ver, por tanto, entre lo que uno y otro entienden por improvisación. Aunque usen la misma palabra para hablar de sus respectivas experiencias, supongo que nunca se podrían poner de acuerdo.

Pepe Pereira

Yo le diría a Langlais que se lo haga mirar. Por establecer una analogía: de pequeños se nos enseña para qué sirve la cuchara, el cuchillo y el tenedor. Básicamente estos utensilios sirven para comer, pero la experiencia en nuestras vidas nos dice que con una cuchara se puede calentar también una dosis de heroína, con un tenedor tirar una miga de pan usándolo como catapulta, y con respecto al cuchillo, pues para qué hablar de sus infinitos usos.

Las herramientas están ahí creadas, solamente hay que decidir cómo y cuándo utilizarlas con códigos de aprendizaje o no, y es que modificando la última frase de Langlais creo que quedará contestado el dilema: “Lo más importante para un improvisador es que SEA CAPAZ DE PENSAR CON LUCIDEZ“ no con rapidez.

César Delgado

Da la impresión de que Langlais hablara de un tipo concreto de improvisación en el que, no me cabe duda, sin los conocimientos de armonía contrapunto y fuga no es posible improvisar.

¿Improvisar sinfonías y sonatas en cinco movimientos? ¿Qué tiene eso que ver con la improvisación libre? Obvio que si para él ese es el único recorrido que puede hacer la improvisación, la que practicaba Bailey debía considerarla un juego infantil sin interés, porque desde mi punto de vista no puede haber nada (musicalmente hablando) que requiera menos de esos conocimientos, “imprescindibles” según él para improvisar, que las sesiones de improvisación libre de Bailey y sus adláteres, al menos desde los setenta.

En mi opinión, uno de los principales focos de interés de esta práctica reside precisamente en lo que supone de transgresión de la tradición musical occidental, y en la exigencia que se hace del oyente para que cambie radicalmente de punto de vista como receptor, del que se exige que no espere virtuosismo técnico (aunque cabe), melodía cantable (aunque cabe),  ciclos de patrones rítmicos (aunque caben), armonía convencional (aunque cabe) , ni mucho menos contrapunto o fuga (que en mi opinión en la improvisación libre no caben)!! Langlais improvisa pero no lo hace en libertad. En la libertad cabe todo, menos las cárceles.


Aquí van también las opiniones de Ricardo Tejero (ver aquí), y Jorge Cabadas (ver aquí), dos músicos que ya han aparecido con anterioridad en esta sección y en sus entrevistas respectivas a improvisadores libres. Creo que con todo este material hay suficiente para poder pensar acerca de lo que es el género de la Improvisación Libre Musical, y hacerse una idea general de esta práctica.

Ricardo Tejero

Hay algunas cosas en esa respuesta con las que estoy de acuerdo: un improvisador tiene que pensar rápido, uno práctica y crea con los años un repertorio de recursos y herramientas que al final le llevan a crear un lenguaje propio. Sin embargo, en la respuesta la palabra “necesaria” no es necesaria.

Un improvisador puede saber de armonía, de contrapunto, de fuga, y todo ello hará más rica su expresión, pero son otros los elementos que creo que se hacen más necesarios: capacidad de escuchar de una manera creativa, capacidad de síntesis, originalidad, creatividad, determinada capacidad de estar abierto a lo imprevisto, y un sentido del sonido colectivo que construya.

Jorge Cabadas

Creo que la opinión de Langlais forma parte de lo que un grupo de músicos “cultos” (por llamarlos de alguna manera) piensan de la música en general, no solo de la libre improvisación: solo se es músico si se tiene ese tipo de formación que ellos consideran “completa”.

Yo creo que se es músico o no se es, independientemente de la formación. Igualmente, creo que se es improvisador o no se es, independientemente de que se quiera ser improvisador o no. Todo esto se puede matizar enormemente pero habría que disponer de espacio para ello.

Atentamente, J.G. Entonado & Arín Dodó

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