¡¡¡¡¡Whop bop b-luma b-lop bam bom!!!!! Y se fue Little Richard... El pasado 9 de mayo nos dejaba una de las personalidades más importantes y carismáticas de la historia de la música moderna.
Un PERSONAJE (sí, con letras bien grandes) que no dejó a nadie indiferente, y que expandió el sonido negro hasta convertirlo en una forma de vida. Vamos a darle un merecido homenaje a la auténtica Reina del Rock and Roll.
Y para ello vamos a dividir la extensa carrera de este artista en dos artículos, que sois unos vaguetes y os venís abajo si hay mucho que leer.
En una primera parte nos vamos a centrar en los inicios de nuestro artista, para pasar en la segunda entrega a la época de reconocimiento y honores. Comencemos.
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Infancia y Juventud
Richard Wayne Penniman nació el 5 de diciembre de 1932 en la ciudad de Macon, Georgia. Era el tercero de los doce hijos de un diácono de la iglesia, además de dueño de un club nocturno, el Tip In Inn.
Se crió en el barrio de Pleasant Hill y, como todos nuestros artistas, comenzó cantando Góspel en la iglesia. Su familia, era muy religiosa, y pertenecía a varias comunidades.
Muchos de sus hermanos acabaron como ministros de Dios; sin embargo, nuestro protagonista disfrutaba más en las iglesias pentecostales, donde la música en directo era la propia ceremonia en sí.
Rápidamente adquirió una potente voz de canto (que para muchos era gritar) con la que se ganó el apodo de War Hawk. Sus principales referentes, por supuesto, eran cantantes de Góspel: Rosetta Tharpe, Joe May, Mahalia Jackson, o Marion Williams.
Sus años de instituto, como estudiante, fueron nefastos; sin embargo, pronto se apuntó a la banda y aprendió a tocar el saxofón. Muy suelto, es contratado a media jornada en el Auditorio de la ciudad como promotor local de los conciertos de Góspel de la ciudad.
Esto le permitió conocer a muchos artistas. La gran oportunidad le vendría en 1947, cuando, en uno de los ensayos del Auditorio, Rosetta Tharpe le escucha cantando una de sus canciones, y le invita a abrir su propio espectáculo.
Por esta época ya se estaba familiarizando con el piano, pues estaba bastante flipado con la introducción que hacía Ike Turner en Rocket 88.
Los primeros años en la música
En 1949 comenzó a actuar de manera itinerante en el espectáculo del Doctor Nubille, en quien se inspiró para crearse esa estética tan particular suya, basada en turbantes y capas y mucho brillo. Además, le dijo que tenía tal talento que llegaría a ser mundialmente famoso, pero que debería marcharse de su ciudad.
Y eso hizo, uniéndose al Show de Medicina del Doctor Hudson. En su primera aparición interpretó de manera tan carismática «Caldonia», de Louis Jordan, que dejó al público completamente extasiado. Durante esta época también estuvo trabajando como Drag bajo el nombre de Princesa LaVonne.
En 1950 pasó a formar parte de la que sería su primera banda, la Orquesta de Buster Brown, donde ya aparecía con su nombre artístico. Fue una época de rular por el país, hasta que finalmente se estableció en Atlanta, Georgia, donde empezó a familiarizarse cada vez más con los sonidos Blues y R&B de la escena local, muy influenciado ahora por Roy Brown y Billy Wright.
Decidido a convertirse en una estrella de R&B, empieza a maquear su aspecto a la manera de Wright: peinado con tupé, bigotillo de lápiz, maquillajes que le hacían más histriónico, y vestimenta muy llamativa.
Además, imitaba las maneras de Esquerita, un pianista y cantante con una fuerza arrolladora sobre el escenario. Todo el mundo estaba impresionado por la voz de Little Richard, por lo que sus primeras grabaciones no tardaron en hacerse populares entre las radios locales de música negra.
Consiguió 8 canciones para la RCA Victor, donde se incluía «Every Hour», el primer éxito de nuestro colegui. Sin embargo, el gran éxito no le llegaba, por lo que decidió mudarse a Houston.
Little Richard – El duro camino hacia el éxito
Allí, en Houston, formó una banda de Góspel, Tempo Toppers, que se dedicaba a actuar en clubes del Sur. Consiguieron un contrato discográfico, pero no conseguían alzar el vuelo.
En 1954 regresa a Macon. Luchando contra la pobreza, se puso a trabajar como lavaplatos en Greyhounds Lines. Abandonó la formación de Tempo Toppers, y creó una banda nueva, pero esta vez con un registro diferente, más cercano al Blues: The Upsetters.
Esta banda se hizo rápidamente muy popular, y comenzó a girar con mucho éxito. Una curiosidad, la banda se quedó sin bajo, y el batería se vio obligado a golpear más duro en su bombo para obtener un efecto de bajo. Este sonido será algo revolucionario, y un paso más para el desarrollo del Rock and Roll y toooodos sus hijos.
Consigue librarse del contrato anterior que tenía, y empieza a trabajar con Robert «Bumps» Blackwell, un importantísimo productor de música negra que vio en Little Richard la respuesta ante el brutal éxito de Ray Charles.
Así le mandó a Nueva Orleans a que se empapase de sonidos sureños, y allí mismo grabaron una serie de canciones con músicos del mismísimo Fats Dominó (el Rey del R&B de Nueva Orleans).
Estas grabaciones no tuvieron mucho éxito, pero una noche en el club Drew Drop Inn, Little Richard se subió al escenario y se sacó de la manga un R&B tan sucio y subido de tono que se convirtió en todo un éxito, y además en un himno para la posteridad.
La canción en concreto era «Tutti Frutti». La lanzarían meses después, pero con letra readaptada a todos los públicos, y se convertiría en un auténtico bombazo, llegando a ser nº 2 en las listas de R&B, y nº 1 en Inglaterra.
Little Richard – Pura dinamita
El paso al viejo continente estaba hecho y con satisfactorios resultados. Tras este tema vendrían muchos más: «Long Tall Sally», «Lucille»…
Así mejoró la banda y empezó a girar por todo EE.UU. Sus espectáculos eran pura dinamita, desinhibidos y muy salvajes, y toda la banda se adaptaba a su genial maestro de ceremonias.
Durante los años 50, lo normal era que los artistas fueran contratados por paquetes turísticos con los que recorrían todo el país.
La mayoría de los músicos negros permitían que su público fuese cruzado (es decir, no hacían un espectáculo para blancos y otro para negros) aunque segregado; sin embargo, con las actuaciones de Little Richard esto era casi imposible, el público extasiado bailando acababa rompiendo las barreras.
En más de una ocasión fue atacado en televisión, tanto él como el R&B, por grupos supremacistas por unir a las razas.
Ya veis, estas actuaciones eran pura dinamita.
Little Richard se dejaba llevar poniendo extrañas y sensuales (incluso obscenas) posturas, se subía al piano, se recorría infinidad de veces el escenario, bajaba a platea, interactuaba con el público… por no hablar de lo que se curraba los estilismos: capas, bien de lentejuelas y brillibrilli, piedras preciosas…
Se hizo tan popular que podríamos decir que fue el primer artista en tener groupies que le tiraban la ropa interior al escenario, y se lanzaban frenéticas para poder tocarle.
Y él, pues encantado con esa popularidad. Será el momento de grabaciones tan geniales como «Slippin&Slidin», «Rip It Out», «Ready Teady», «Keep A- Knockin» o «Jenny Jenny». En 1957 sacaría su primer álbum Here Little Richard, que llegó a nº 13 en las listas de Billboard.
Bueno, y hasta aquí vamos a llegar en esta primera entrega sobre el genial Little Richard.
Os espero el mes que viene con la firme promesa de que os queda lo mejor de las excentricidades de este tipo, y todo ello a ritmo de Rock and Roll… Es que mejor ¡no os lo puedo ofrecer!
Puedes leer la segunda parte aquí: Little Richard, Buen viaje, mi reina!
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