El vocalista mexicano Manuel López, conocido en la escena como Manuel Fuckingmetal, falleció el 7 de agosto en el actual contexto mundial. Va una anécdota de este redactor para recordarlo.
¿La mejor voz del Power mexicano? Fácil: la de Manuel Lopez. ¿Quién es Manuel López? Pues la mejor voz que tenía el Power Metal mexicano.
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Manuel Fuckingmetal, la mejor voz del power mexicano
Me tardé muchos años en conocer a Psicofonía. El proverbial prejuicio que contamina al fanático mexicano hacia su propia escena no me motivó a escuchar a Psicofonía sino hasta 2012, cuando la banda lanzó A marchas forzadas, el que sin lugar a dudas es el álbum que marcó un antes y un después en la escena del Power nacional.
Es el primer álbum de Power mexicano que llegué a escuchar con una producción casi perfecta (o tal vez completamente perfecta), pero también fue la primera vez en mi vida que escuché un álbum sin dejar que cada pieza se reprodujera en automático.
Después del fantástico intro Marchas forzadas, comenzó a sonar Aura eterna, y, a medida que avanzaban los versos, la voz de Manuel Fuckingmetal me capturó más y más, al grado de querer escuchar la canción nuevamente.
La forma en la que interpretaba la última estrofa de la canción me produjo un impacto muy profundo. Era como imaginarlo en un cuarto completamente oscuro, cantando hacia el cielo, y que de su voz brotara un tenue resplandor.
No pasé a la segunda pieza sino hasta la quinta escucha de Aura eterna. Lo mismo pasó con el estribillo de Y heme aquí. Había sido encandilado por la voz de Manuel Fuckingmetal. Cada composición me atrapaba por completo.
Busqué sus otros dos trabajos: In Vitro (2004) y Planeta Exilio (2006). El segundo me impactó. Cuando escuché Piel de metal y Mundo en guerra terminé completamente embriagado y con una firme convicción: tenía que escuchar a Manuel Fuckingmetal en vivo.
Entonces pensé de inmediato: “maldita sea, tantas veces que he visto programado a Psicofonía, y nunca se me ha ocurrido verlos en vivo. ¡Voy a estar pendiente de la próxima vez que vayan a tocar!”.
Cada semana estaba al tanto de los nuevos eventos que salían publicados, completamente atento de ver el nombre de Psicofonía programado en alguno, pero nunca aparecieron. Me parecía difícil creer que anteriormente los veía con regularidad, y ahora simplemente no tocaban.
Tuvieron que pasar dos largos años para saber de una nueva presentación. Iba a ocurrir en La Comandancia Metal, junto con un tributo a WarCry. De hecho, el cartel anticipaba una convivencia por la mañana en un recinto cercano a Plaza Oriente.
Era la oportunidad perfecta para conocer a Manuel Fuckingmetal y escucharlo cantar. Pero dicha convivencia nunca se llevó a cabo. Llegué al sitio y no había ni siquiera sitio. La dirección daba con una cortina cerrada que jamás se abrió.
Me resigné rápidamente al saber que esa misma noche escucharía a Psicofonía. Acudí al recinto. Recuerdo que en dicha velada tocó Mexicah, y presentó su demo El gran imperio (2013). Interpretaron con mucho ahínco La leyenda de los volcanes. ¡Pero no había rastros de Psicofonía!
El evento se consumió, y junto con Mexicah simplemente se presentó un tributo a Helloween y Stratovarius. Decepción total. No pude ver a Psicofonía.
Tuvieron que pasar otros 18 meses para que Psicofonía se volviera a presentar en algún recinto asequible a mis posibilidades de movilidad. Fue en el Cosa Nostra, que estaba sobre la avenida Cuauhtémoc, antes de que transformaran al lugar en una sucursal de la cumbia.
Aquella noche fue muy extraña. Aunque el lugar era muy pequeño, la asistencia no pasaba de las 15 personas. Eran muy pocas. Pensé que me había equivocado de día.
La primera banda salió, y la asistencia no mejoró. Esa noche, menos de 20 personas escuchamos cantar a Anna Fiori con Metal Tribute to Tolkien varias canciones del álbum Beren’s Song.
Recuerdo que la misma Fiori bajó del escenario y caminó hasta las últimas mesas para tratar de prender un ambiente funerario, en el que las personas estaban más entretenidas bebiendo que escuchando a la banda.
Fue así como me di cuenta que los miembros de Psicofonía eran parte de la escasa concurrencia.
Cuando subieron al escenario había un enorme ambiente de indiferencia. La mayoría de las personas seguían entregadas al alcohol. Decidí dejar mi mesa e ir hasta adelante, en la pista donde se suele reunir la gente que quiere escuchar a los músicos que tocan en vivo.
No había nadie.
Ahí estaban ellos. Y ahí estaba Manuel Fuckingmetal, lanzando su todavía cabello largo hacia atrás. Y tocaron.
La gente nunca se levantó. Yo fui el único frente al escenario.
“¿Cuál quieren que toquemos?”, preguntó Manuel Fuckingmetal. Nadie respondió.
“¡Piel de Metal!”, grité.
“¡Oh, te la sabes!”, respondió señalándome con la mano.
Y entonces hubo algo similar al big bang.
Su manera de cantar. El recinto estaba vacío, muy pocos prestaban atención a la banda, pero aun así lo dio todo. Sonó exactamente igual que en el álbum. Sus ojos cerrados y el gesto de su rostro expresaban el sentimiento de cada verso.
Y así fueron todas y cada una de las canciones de esa noche. Terminando su presentación, Manuel Fuckingmetal guardó sus cosas y salió hasta la acera sin que absolutamente nadie se dignara en felicitarlo por su actuación.
Debí tomar asiento una vez finalizada la presentación, pues apenas podía dar crédito a lo que había escuchado.
Igual que Homero Simpson cuando pudo conocer a Rambo, yo regresé a mi mesa saboreando el recuerdo de la presentación, recuperándome de la adrenalina que me había invadido, y pensando: “voy al rato, voy al rato” a platicar con él.
Pero cuando finalmente me decidí a salir, él ya no estaba. Los demás miembros ahí seguían, pero él ya había partido sin más.