Michael Jackson y el grito que le hizo libre

Michael JacksonMichael Jackson y el grito que le hizo libre

Al igual que cuando se aproxima diciembre, y afloran brotes de melancolía recordando la muerte del más grande de los cuatro de Liverpool, es cierto que el mes entrante también denota cierta tristeza al recordar la Feria de San Juan de Badajoz de 2009, cuando tras una apacible y tranquila noche de verbena tuvimos que irnos a la cama con la noticia de la muerte de Michael Jackson.

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Sin duda, la del Rey del Pop, era ya la imagen de una figura más que maltrecha, que arrastraba ciertos problemas económicos e incluso algunos más graves de salud. Aún así apenas tres meses antes había anunciado su vuelta a los escenarios, algo que sin duda no esperaba casi nadie, excepto los incontables millones de fans que Jackson repartía por todo el globo. Atrás quedaban los mejores años del artista más importante de la década de los 80, y quizás de principios de los 90. Lamentablemente sus genialidades como vocalista y bailarín, y su incuestionable y enorme talento musical, fueron poco a poco relegados por una serie de historias dantescas que mostraban una personalidad oscura y excéntrica.

A mediados de los 90 comenzó la caída del mito con una serie de escándalos, incluyendo graves acusaciones referidas a abusos a menores, matrimonios que nadie creyó y fobias y parafernalias varias.

Cuando quien suscribe era más pequeño, ni siquiera viviendo durante años bajo una burbuja de cristal, nadie podia desconocer quién era aquel artista negro que cada vez era más blanco, que protagonizaba aquel fascinante video clip de zombies y del que se contaban historias increíbles, como que poseía una casa llena de animales exóticos y máquinas de recreativos de arcade, y que dormía en una burbuja para vencer a la muerte en pos de prevenir el envejecimiento, y que incluso se había comprado los huesos del hombre elefante.

Difícilmente pasaba un solo día sin que alguna noticia suya, normalmente más negativa y excéntrica que positiva y musical, apareciera en los medios. Si un extraterrestre hubiera aterrizado en nuestro planeta y hubiera preguntado por el hombre más importante de nuestro mundo, cualquiera hubiera nombrado a Michael Jackson antes que a cualquier presidente de un país o una estrella del deporte, o del mundo del espectáculo.

Recientemente se ha estrenado un documental: “Michael Jackson’s journey from Motown to Off the wall”, dirigido por Spike Lee, en el que se desarrolla en forma de película el salto que la estrella del pop dio tras esa infancia en una, digamos, semi esclavitud o semi explotación a medias entre su padre y la Motown, a su primer disco en solitario, Off The Wall (1979).

Aunque aporta muy poco y casi ninguna noticia a los que nos hemos preocupado por saber algo más sobre él, sí que es cierto que hace hincapié en la importancia y peso musical que conlleva aquel primer disco en solitario, del que muchos críticos, casi 40 años después, lo consideran el mejor disco de Jackson. A destacar, dentro del documental especialmente, algunas de las demos que presentó el propio Michael Jackson de tres de las canciones que compuso para el LP, entre ellas el corte de apertura, “Don’t stop ‘til you get enough”, a la postre una de las mejores canciones de su discografía,  en la que ya se avanzaba lo desarrollados que estaban los temas cuando los entregó al productor.

Continuamente, durante el documental se expresa la idea de la campanada de libertad que supuso este primer disco de Michael en solitario, en el que parecía por fin independizarse en todos los sentidos de su padre, sus hermanos, de volar realmente libre. Todos conocen hoy en día la dura vida del Michael Jackson de niño y adolescente, (al igual que sus hermanos) criado a base de palizas por su señor padre y las inseguridades de un niño que en lugar de jugar tuvo que trabajar duro desde los ocho años.

Algunos insisten en que en aquel primer corte que ofrece el álbum, ese bajo con aquellas palabras raras, y de repente ese grito que rompe y arrastra la cuerda, guitarras y percusión, es un grito de libertad creativa e individual por el que el artista llevaba luchando toda su vida, a pesar de contar con apenas 20 años de edad.

Pocos meses antes de comenzar las grabaciones de aquel disco, el cantante envió a su casa una carta en la que narraba sus más breves intenciones:

“MJ será mi nuevo nombre. Adiós a Michael Jackson. Quiero un nuevo personaje, un nuevo look, seré una persona totalmente distinta. La gente ya no me verá como el niño que cantaba “ABC” y “I want you back”. Seré un nuevo actor, cantante y bailarín increíble, que deslumbrará al mundo. No daré entrevistas. Seré magia. Seré perfeccionista, investigador, instructor, maestro. Seré mejor que todos los grandes actores juntos. Tendré un sistema de aprendizaje increíble: buscaré y buscaré hasta que lo encuentre. Estudiaré y repasaré el mundo del entretenimiento y lo perfeccionaré, lo llevaré más allá de donde se quedaron los grandes”.

Vive Dios que sin duda lo consiguió, y luego llegarían muchísimos más exitos, películas, conciertos… y más historias raras. Sin duda, quien filetea y sazona semejante carnaca desde el mostrador de esta insigne carnicería, se acuerda, entre otros grandes momentos, de aquel especial episodio de Los Simpsons, en el que un Michael que siempre fue un niño grande se empeñó en participar, a pesar de la prohibición de su discográfica y por ello no apareciendo en los créditos, y componiendo aquella dulce e inolvidable canción para Lisa Simpson. Años después, también se desveló el secreto de que era él quien estaba tras la autoría del “Do the Bartman”, que consiguió que Bart Simpson se metiera en el bolsillo a más de medio mundo.

Tras su lamentable muerte, de la que ahora se cumplen apenas siete años, se han esclarecido que algunas de las demandas de abusos de menores fueron una farsa, que su supuesta enfermedad, Vitiligo, que le blanqueaba la piel, realmente existía, y que su vida fue bastante más compleja y desgraciada de las que nos hicieron creer a mediados de los 80. Aún así su increíble legado musical queda para la historia, y demuestra una vez más que aquel grito, ese “uhuuuu” que abre la impresionante y deliciosa “Don’t stop ‘til you get enough” no era más que el ansiado reclamo de libertad, que hicieron que Michael Jackson por fin consiguiera el privilegio de brindarnos su increíble talento para disfrutarlo por toda la eternidad.

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