Esta canción también es significativa por estar dedicada a Nueva Orleans, una de las cunas del jazz, y a cómo el grupo se enamoró de ella durante su visita en 2014, cuando fueron invitados como única banda europea a un concierto-tributo a las míticas Boswell Sisters –su mayor referente musical. El texto es un recorrido por los detalles y recuerdos de la ciudad también conocida como The Big Easy.
Pero no sólo la letra hace referencia a NOLA: la canción está empapada del llamado sonido New Orleans, una especie de conglomerado donde se dan cita las músicas caribeñas, las de raíces afroamericanas y las de influencia europea como el ragtime. El resultado tiene ese groove más moderno que se puede escuchar hoy día en las calles de Nueva Orleans y también se encuentra impregnado del dixieland (el estilo de jazz más primigenio) propio de aquella zona de los Estados Unidos, con un ritmo y una alegría que conectan con ese Sur que el grupo porta en su ADN, y que ha llevado en los últimos tiempos a países tan diversos como Grecia, Dinamarca, Suecia o Malasia, además de EEUU. Una alegría –joy– que es también el leitmotiv de su inminente disco.
Finalmente, el videoclip recoge la colaboración desbordante de un grupo de músicos invitados excepcionales, incluido el trío de vientos de la Bumpy Roof Band (grupo con sede en Barcelona), con las cámaras y el trazo de la ilustradora Inma Serrano como testigos. Una celebración del jazz más popular y bailable, con la frescura que exhiben estas imágenes de la grabación en vivo, desarrollada en los Estudios Sputnik con Jordi Gil (Sr. Chinarro, Maga, Chencho Fernández, Iggy Pop, Tote King, Fahmi Alqhai, César Camarero…) como ingeniero de sonido.
O Sister! y este pedacito de Nueva Orleans que se trajeron: a ver quién puede resistirse a mover los pies, las caderas o lo que sea que nos mueve por dentro esta música, como si los hubiéramos acompañado en aquel viaje al corazón del swing.
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