Richy Puñales, el último adiós

El rock and Roll es muerte. El adiós a Richy Puñales, bajista de Rabia.

Conocí a Rabia a través de un chat de messenger en julio de 2016. Estaba compilando preguntas para conocer el panorama musical de Bolivia a través de sus músicos.

Rabia se caracterizaba en ese momento por ser una banda auténtica. Recuerdo que Aldo Ramone, de The Prestes, me comentaba que eran de los pocos punks que vivían el punk. Ése fue mi primer contacto.

richy puñales

Richy Puñales, el último adiós

Recuerdo todo eso mientras compro cervezas para llegar a una mala cita rumbo al cementerio general. Es un 5 de octubre de 2018. Me esperan y ni siquiera sabemos la dirección del velorio.

Los conciertos de Rabia tienen cierto aire de misticismo, así como asitir a catedrales de dolor y catarsis de excesos.

Los rumores iban desde insultos al público, exhibicionismo y excreciones en escenario. Nadie puede comprender qué lleva a las personas realizar esos actos entre Fercho Alkantarillaz y Richy Puñales, además de preguntarme quiénes desean presenciar ello. Así que la segunda vez que tuve contacto con la banda fue en un tokin en el Live Buzz.

Como siempre, llego con premura al Live Buzz. Veo en la entrada a tres jóvenes con chamarras de cuero negro, sentados en la banqueta del ingreso del local… El evento se llama Garage Under Rock, 16 de Octubre. Reconozco a Fercho de Rabia, y desde entonces tomo este encuentro como referencia para cada vez que llego a conocer a un músico.

Richy Puñales mostró su peor rostro pensando que era alguien más que iba a tomar fotos (que sí lo era), sin embargo Fercho intercedió entre ambos al saber que iba como prensa. Esa noche los excesos fueron más allá. Ambos estuvieron vetados de regresar al local, por destrozos en escenario.

Igualmente llego tarde al velorio del bajista de Rabia. Horas antes, incrédulo, escribía preguntando por esa noticia, siendo la única respuesta un audio de 3 segundos que decía “se ha muerto …”.

Se me viene a la mente las palabras de mi buena amiga Susan Haeker, que también frecuentaba los conciertos y conoció de cerca a los músicos: “Quieren sacar música lo más pronto posible, porque con su forma de vivir la vida puede desaparecer en cualquier momento”. Era algo así como algo anunciado.

Chowy, Fercho y Richy sacaron su primer disco de irreverencias titulado “Vete a La Mierda”, con 20 canciones y una tapa de dibujos a boligrafo caótico, mostrándose cómo calaveras sangrientas sacudían las calles y los escenarios que les abrían las puertas.

Gritando y pateando en contra del sistema, historias de indigentes, drogadicción. Se va a volver en un disco de culto para los afortunados que lleguen a poseerlo.

El 2016 sacaron el segundo album “Ruidos de Alcantarilla”, con canciones emblemáticas como Muerto a Media Noche o Policías de Mierda, exudaban punk, alcohol, y drogas.

“Ser uno mismo sin ser juzgado, vivir y dejar vivir”, pienso. Para cuando llega Fercho, pasan unos minutos. Ya somos como 8 en la puerta del cementerio, amigos y conocidos. El alcohol se arracima en mochilas, sería un insulto llegar sobrios a los pies del féretro.

Se hace de noche, rápidamente el frio se disipa con cada vaso, Fercho está devastado, el semblante de Chowy es más inescrutable, se siente distante, Richy se encuentra en un cajón lleno de velas en una habitación que huele a flores y cigarro.

Es un sábado 1 de julio de 2017. Doña Josefa es la anfitriona en la casa de Richy. Ama mucho a su hijo, tanto que desea que sus amigos estén en su cumpleaños, sin importar que entre ellos hayan raperos, punks, o indigentes.

Ese encuentro fue con música a todo volumen, estamos en la azotea de un edificio en los suburbios de Valle Hermoso. Llevé cervezas para variar. Todo terminó con botellas rotas entre risas. Cada segundo contaba para Richy, vivía al máximo sin importarle nada, tenía esa necesidad de tenerlo todo y destruirlo todo al mismo tiempo.

Ahora veo a Josefa vestida de negro conteniendo las lágrimas por su hijo mayor. Se acerca para ofrecernos hojas de coca y cigarros, que es la tradición en la región. Fercho tuvo una semana difícil, tiene el brazo izquierdo en un cabestrillo por la brutalidad policial de la urbe.

Apesadumbrado se apoya a la cubierta, con impotencia reclama a Richy, -por qué tomaste esa decisión- grita. No perdona los motivos, los conoce bien. Ambos inseparables hasta ese momento, gotas brillan por sus ojos. Alguien le detiene, se abrazan. “Quiero destrozarme”, dice.

Punks recuerdan a Richy Puñales, amigos dicen que daba consejos a los demás. Ya íbamos a entrar al estudio, deseábamos sacar otro disco, ya teneníamos todo hecho, “eso es lo peor”, afirma Fercho.

A todo esto, el futuro de Rabia es incierto.

Lo que sí se puede mencionar es que un reemplazo no será lo mismo. Nos acercan unos discos en los que se llenan pensamientos para que se vayan a la tumba junto con Richy Puñales Mamani.

Otra tradición en los velorios es que un cantante entone cosas religiosas para despedir el espíritu del difunto. Sin embargo, a cosa de todo le piden que se detenga, y Fercho arranca a cantar mientras Alex, otro buen amigo de la banda, toca la guitarra. Eso es lo que hubiese querido Richy… Me despido, el mundo me da vueltas, bebí demasiado para vivir…. Las palabras de despedida del vocalista de Rabia son “el rock es muerte, siempre lo supimos”.

No deseo estropear el recuerdo de Richy tomándolo como una cifra, ni dando detalles de los motivos por los cuales tomo la decisión de quitarse la vida.

Sin embargo, tomemos en cuenta que el 33% de los suicidios adolescentes en Bolivia son de la ciudad de La Paz, afectando más a los varones. Deseamos paz. Adios, Richy. Espero que si hay algo más allá, nos esperes, ya que te nos adelantaste.

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