Lamento boliviano: 10 temas para avivar la nostalgia

lamento boliviano

Si algo aprendí al crear la lista Lamento Boliviano es que en Bolivia hay muchos corazones rotos. Y no lo digo por los compositores, sino por todos los mensajes de amigos recomendándome canciones tristes para escuchar.

¿De qué tratan estas canciones? La pérdida del ser amado, un momento difícil o el proceso de desconocer y dejar aquello que no hace mucho configuraba la existencia de uno mismo.

Algo que también aprendí es que nuestro problema no es la producción (a nivel de cantidad) sino la calidad y el recuerdo.

Una canción triste es aquella que te lleva de la mano por un par de minutos sin empujarte, sin apresurarte, sin sacarte del trance de ese estado. En muchas de las recomendaciones, la letra era todo lo que buscaba, pero la producción debía mejorar. Escogí estos 10 temas para Lamento Boliviano porque los vi imprescindibles, porque me encantaron.

Casi puedo escucharlos preguntando: ¿Qué pasó con Unit? ¿La Logia? ¿Loukass? ¿Octavia? Por un lado, quería que sea un playlist disponible en Spotify y escogí temas disponibles en esa plataforma. Esto lo voy a mencionar en la segunda parte de mi decálogo para el éxito. (ver primera parte)

Si no estás donde las personas escuchan, ¿quién te va a oír fuera de nuestro entorno? Por otra parte, también quería bandas con discos recientes (aunque tengo mis debidas excepciones).

Estar triste es un trance delicioso. No es tan destructivo como muchos creen. Yo le creo a Cerati cuando dice “Pones canciones tristes para sentirte mejor/tu esencia es más visible/del mismo dolor/vendrá un nuevo amanecer”.

Lamento boliviano: 10 temas para avivar la nostalgia

Mammut – Nicotina

Quizás muchos opten por “Idiotizado”, que también es un gran tema, pero de una u otra forma debía comenzar con Mammut en Lamento Boliviano. Debería hablarse más de esta banda cochabambina.

El EP que lanzaron en 2014, Barbarie, no me defraudó en absoluto, y el año pasado lanzaron el disco Errante, en el que se encuentra “Nicotina”. El manejo de la voz tiene una asombrosa cohesión con las guitarras y el ritmo de las canciones.

Tiene un leve toque acústico que me agrada y, en general, me induce esa sensación de letargo de la que habla la canción cuando se está dopado por esa sustancia. Creo que no existe un tema amoroso aquí, es algo más personal.

¿Luchar con tus propios demonios? ¿No saber por dónde ir? ¿Tener miedo? “Nicotina” me ha dejado horas en el sillón de mi sala hasta oscurecer la habitación, y eso sólo lo logra una gran canción.

Llegas – Desapareciendo

Yo creí que iba a desempolvar el Huye el sol (1996) para las nuevas generaciones y que, a diferencia de “Cada beso” o “Raquel”, iba a darles un tema menos visitado.

No fue así. 1 de cada 3 recomendaciones para Lamento Boliviano mencionaba a Llegas. “Desapareciendo” también estaba entre sus favoritos. Creo que mi versión preferida de este tema es la de Espejismos, disco de un concierto acústico del 2011, porque tiene un sonido impecable e íntimo.

Lo que más me gusta de la letra es ese constante retorno a la duda: “¿Se acabó todo tu amor o fue desapareciendo?”.

Creo que muchas veces eso es lo que más duele, mirar atrás y no entender, no reconocer a la persona con la que hasta hace poco se compartió la vida. La pregunta no es por qué, sino cuándo.

A 20 años del Huye el sol, Grillo realizó un “Concierto desde mi habitación”. Ese año se encontraba en Argentina, así que se grabó por 41 minutos tocando todo el álbum a guitarra y voz. “Desapareciendo” sonaba así:

La Chiva – Blues para mi cadáver

Pasó hace 5 meses. A la manera de Homero Simpson y su aclamado “Mi amor es el mar”, me dijo que lo suyo era viajar por el mundo y se fue.

Yo me quedé aquí, con una almohada que olía a aceite de coco y unas ganas de quedarme en casa  para no salir nunca. Hasta hace poco, cuando una amiga me llevó a mi primer concierto de La Chiva.

Apenas sonó el riff del tema, se fue adelante a escucharlos de cerca. Yo estaba atrás, sola, hastiada de la alegría que causaba el alcohol en las personas, y el tema me llegó completamente. Está cantado con una melancolía presente en vivo y en estudio.

Entender la imagen de la muerte como ese monstruo que te separa del ser amado es algo perfectamente válido, pero también podemos jugar con las metáforas. ¿Muere la relación? ¿Muere la fe que le tenías? ¿A quién va dedicado este blues? ¿A lo que pudo ser? Me encanta cuando mis amigas me hablan de sus relaciones fallidas y me dicen: ¡Él está muerto para mí! Pues bueno, “si volverías a vivir, dice La Chiva, creo que podría amarte”.

Aviónica – Tormenta

Este es un tema un poco más…, ¿comercial? Y no lo digo en un mal sentido. De hecho, es un halago para Aviónica porque es de los pocos músicos que están rompiendo esa barrera de la música nacional que se queda en lo local, y tenía que incluirla en Lamento Boliviano.

Es más, esta versión que he escogido del tema se encuentra en el disco en vivo que grabó Joti el año pasado en Estados Unidos. El plus que le doy a esta versión es la voz de Valeria Pérez.

Creo que Joti debería invitar a alguien siempre que cante esta canción en algún otro concierto. Y como toda buena balada, tiene un pequeño solo con guitarra eléctrica que no está nada mal.

Otro tema que podría haber entrado es “Desde Cero” porque sentí un apego más fuerte con las letras. Sin embargo, “Tormenta” tiene una linda melodía y juego de voces. Les sugiero ver el video que sacaron de esta grabación en vivo.

Oil – Vino eterno

Inicialmente pensaba en poner “Witch Hunt” en la lista Lamento Boliviano pero “Vino Eterno” posee un tempo lento e hipnotizante, perfecto para sumergirse en un estado de melancolía.

Además, sus primeras líneas me atraparon: “Ves en el frío del miedo/se desnuda el dolor/de ser nada”. Cierta sensación de futilidad me invade cuando escucho “Vino Eterno”, como una inmovilidad de la que el cuerpo no puede salir por mucho que intente.

Como ya sabrán, me gustan los toques acústicos y estoy segura de que a Chelo Navia también. Cuando escucho Oil pienso en Black Rebel Motorcycle Club. Si les gusta B.R.M.C., deberían escuchar a esta banda de Cochabamba.

Mayra Gonzáles – Agua de lluvia

A veces escuchamos la palabra morir y pensamos en algo doloroso, temible. Esta canción me regaló la imagen más hermosa.

Esta canción la escribió Mayra luego de la muerte de su padre. Cuando la escuché en el concierto que dio en el Patio del Ministerio de Cultura, se la dedicó y no pude evitar que me doliera.

Desde que la escuché, cada vez que recuerdo a mi papá visualizo una pequeña esfera de fuego que sale de su cuerpo y asciende en un pequeño sendero.

Efecto Mandarina – Té para tres

Ya sé que este no es un tema compuesto por Efecto Mandarina pero los arreglos que Diego Ballón realizó con Vero Pérez me obligan a incluirlo en Lamento Boliviano, e incluso a escogerlo por encima del original.

Diego me contó que, sin dejar de lado la esencia, intentaron darle un toque más moderno adornando la melodía de Vero. Fue muy acertado. Su voz demuestra cuán delicada y bien escrita fue la canción.

Cerati realmente es uno de los grandes compositores de los últimos tiempos, y “Té para tres” es un buen ejemplo. Su madre luego contaría:

“En casa nunca faltó el té, como buena heredera de irlandeses que soy. Estábamos los tres: Gustavo, mi marido y yo. Teníamos en la mano el último análisis que iba a confirmar o no la enfermedad y en qué estado estaba. La verdad que los resultados eran muy negativos”.

“Mi marido los quiso ver y él los miraba tranquilo porque era un hombre con mucho dominio de sí mismo. Estábamos los tres y yo no pude sostenerme, lógicamente. Por eso el ‘te vi que llorabas, te vi que llorabas por él…’. Se me pone la piel de gallina en este momento. Ese tema nació en esta casa, tomando el té mi marido, Gustavo y yo”.

Taki Ongoy – La Carta

Creo que nunca voy a superar esta afición que tengo por Taki Ongoy. “La Carta” me demostró que en Bolivia se puede traducir el delirio a una canción, que no es cosa de afuera. Que aquí también hay genialidad.

Hice una nota dedicada solamente a Asilo (2011), el disco al que pertenece este tema. Dénse una vuelta por Taki Ongoy, por esos discos que valen la pena bailar cuando tengan tiempo y, mientras tanto, disfruten:

Mandíbula – Cartas

Le pregunté a Miki Andrade, vocalista y guitarra de la banda Mandíbula, sobre “Cartas” y me respondió:

“Una canción que nace en los días más duros de una separación, cuando uno sabe que va a perder y, sin embargo, intenta; cuando uno no sabe qué hacer para que todo esté igual que antes.

En mi caso, la canción se re escribió pues no era para alguien, era para mí. Muchas personas tenemos pendientes, recuerdos, ese algo que quieres sacar y gritar porque te hace  falta… Y dices que lo buscarás, y que vas a salir por ello”.

“Cartas” expresa muy bien la sensación de pérdida. Miki tiene razón cuando dice que tiene una letra simple y que es eso lo que permite que cada persona le dé su propio significado.

Enfant – Camila

Bastan 10 segundos de esta canción para reconocer que a) Enfant es una de las mejores bandas de progressive rock de Bolivia, si no la mejor, y b) “Camila” es un gran tema en todo sentido. Gran sonido, grandiosa letra, hermoso concepto en general de todo el disco, lanzado el 2015 bajo el nombre Ellipsism.

Sobre la música, una base de rock con un poco de grunge, folk y experimentación.

Ahora bien, intentar hablarles de la letra es como responder a los exámenes de poesía que tenía en primer año de Literatura. Puedo decir que el manejo de la corporalidad y lo animalístico me recuerda mucho a Edmundo Camargo y algunas crónicas de José Martí.  Imágenes crudas, sin duda, y en perfecta unión con la música.

Hay un pequeño momento, luego de la cúspide apocalíptica de la canción, en el que el silencio del viento cobra protagonismo, y de a poco nace otra melodía en charango. Hermoso.

He unido estos temas en esta lista Lamento Boliviano, añadiendo algunos otros músicos cuyas canciones me parecen igualmente justas y necesarias de tener en mente. Y ya que todos tenemos un tema para esos momentos, quisiera que me lo comenten abajo…¡Sorpréndanme!

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