Soy autodidacta. Empecé la formación académica hace treinta y seis años, la abandoné muy pronto, y desde entonces no he dejado de improvisar por mi cuenta sobre discos fundamentalmente de Jazz.
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¿Cuáles son las influencias que te han ayudado al aprendizaje de tu lenguaje improvisatorio?
En realidad yo me he dedicado como profesional a la pintura, y en este ámbito ya pertenecía de algún modo al mundo de la improvisación.
Mis principales referencias son pintores pertenecientes al ámbito del expresionismo abstracto (action painting, drippping…) o del informalismo, movimientos precursores y anticipadores de las performances como de Kooning, Tapies o Cy Twombly, y en mi pintura hay una parte que se basa fundamentalmente en la libre improvisación.
Quiero decir con esto que era éste para mí un ámbito natural de algún modo, incluso antes de llegar a la improvisación sonora, y una vez aquí quizá soy algo menos consciente de las influencias que pueda haber tenido, pero soy en esto un auténtico iconoclasta, y no sé siquiera si se podría decir que tengo influencias claras de alguien.
Aparte de que encuentro muy pocos flautistas que se dediquen a esto (yo soy fundamentalmente flautista), pero eso serían influencias técnicas en todo caso, las conceptuales las han alimentado sin duda desde Ricardo Tejero y Jorge Cabadas, que impartieron el curso en el que me inicié, hasta Fred Frith, John Russell, Derek Bailey, Sharon Gal o Phil Minton, por decir algunos de los que abren el apetito de hacer lo que te dé la gana, pero como bien dijo un pequeño alumno de Wade Mathews, “no de cualquier manera…”
¿Cuándo y cómo llegaste a la improvisación libre?
Yo llevaba tiempo interesado en el tema y buscando, cuando participé hace algo más de un año en un curso de improvisación libre que impartieron Ricardo Tejero y Jorge Cabadas, y ya las experiencias del curso me dejaron claro que aquello era exactamente lo que andaba buscando. Desde entonces, me he dado un buen atracón de escuchar esta música, y prácticamente he dejado de escuchar ninguna otra.
¿Qué actividades desarrollas como improvisador?
Participo con la orquesta de improvisación libre Raras Músicas, y soy el cincuenta por ciento del dúo de libre improvisación Bosco, que completa Ricardo Rodero. Además, siempre que puedo participo en las reuniones de improvisadores que se vienen celebrando dos veces al mes en “La Tortuga”, donde una de las cosas que más me seducen es el no saber con quién vas a tocar, y que se suele conocer a la gente a través de la comunicación sonora antes que la verbal.
Este año he participado también en un par de ediciones de Pulse! (las que organizas J. G Entonado) con distintas formaciones.
¿Cuál crees que es tu papel en la escena de improvisación libre?
En realidad soy un auténtico recién llegado, y no creo tener ningún papel en la escena de la improvisación, pero tengo muy claro que la improvisación libre va a tener un papel relevantísimo en mi vida de aquí en adelante.
¿Podrías explicar brevemente tu concepto musical?
Supongo que preguntas con esto por el tipo de música que quisiera hacer. Estoy con esto con Antoni Tapies en que hay que conseguir un estado de concentración tal, que sea la identificación con el material que manejas la que pase a dictarte lo que quieres decir con él.
Toco en absoluta libertad (sin ideas previas), y la propia experiencia me va diciendo por donde me va convenciendo más ir. En ese sentido me identifico mucho con lo que estamos haciendo en los últimos meses en el mencionado dúo Bosco con Ricardo, de carácter marcadamente iconoclasta y absolutamente antiacadémico en todos los sentidos posibles, en el que improvisamos con nuestros instrumentos habituales pero también investigando con algunos, que en absoluto sabemos tocar, sobre paisajes que a nosotros nos sugieren de alguna manera el sonido que podría originarse en el mundo subterráneo de los insectos, y que a veces se mezclan con sonidos rituales ancestrales o de locura, manicomios…
Desplegamos un buen número de instrumentos y resulta una experiencia apasionante, cada grabación es un viaje…
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