RockBol 2017 ¿Conversamos de música en Bolivia?

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Ragnarok Producciones realizó el RockBol el viernes 24 y sábado 25 de noviembre.

Hubo una conferencia de prensa unos días antes en el Hard Rock Cafe de La Paz con músicos de las bandas que tocarían después de los conversatorios de Rock.

RockBol no se debía enfocar en las bandas consolidadas solamente -como Efecto Mandarina, Octavia, Matamba, Los Bolitas, y nuevas generaciones como Kusillo, Los James, entre otras- pues también apartó un espacio para los proyectos emergentes que se enfrentarían en una batalla de bandas con premios de grabación y producción a cargo de Martín Joffre.

¿Por dónde comienzo? Primero tengo que dejar en claro que, por razones de tiempo, asistí sólo el sábado. Según la organización y algunos amigos, el viernes fue un éxito. Y es que es muy probable, porque Octavia y Matamba tienen muchísimos seguidores.

Yo no me opongo a estos músicos talentosísimos en lo absoluto, pero mi interés principal fue el conversatorio. Aún recuerdo cómo Peggy Martínez, del programa radial «La Otra Vereda», me hablaba de aquellos que ella realizaba con sus compañeros del último año de colegio.

En un primer intento de gestión cultural, convocaban a músicos como Viko Paredes, de Alcoholika L.C., a hablar con los jóvenes acerca de música. Siempre quise presenciar algo similar.

Pensé que lo haría en el conversatorio del sábado.

Llegué 3:30 (un poco tarde para el horario de inicio que el evento indicaba). Otros dos eventos se realizaban en el Campo Ferial Chuquiago Marka, y los dos tenían una concurrencia lo suficientemente decente como para que yo pensara que ahí se realizaba el RockBol.

Me equivoqué. Cuando encontré la puerta del RockBol, éramos dos asistentes, mi amiga y yo. Al mismo tiempo llegó una de las bandas que, asumo, participaría en la batalla. Esperamos una hora, hasta que el evento abrió sus puertas. Ingresé al conversatorio y, claro, era la primera persona en sentarse en una sala vacía.

¿Es culpa de la organización? Es posible, pero es mucho más complejo que eso. Yo no sé si hubo personas antes de mí, que vieron el evento cerrado y se fueron. No lo sé. Pero si yo hubiera sido la primera persona en entrar, y el evento hubiera sido realizado a tiempo, ¿habría habido más personas? Creo que no.

¿Tan poco nos importa nuestra historia? ¿Tan efímera es la música contemporánea en Bolivia? Sé que a veces los precios desaniman a los interesados.

Yo, por ejemplo, conseguí un pase de prensa y lo aprecio demasiado, así que no puedo acusar a nadie sin antes reconocer que, como estudiante, aún no puedo asistir con frecuencia a eventos que fácilmente se llevan todo el dinero que gasto en una semana en transporte.

Aunque, me corrijo, sí he tomado ese riesgo, muchas veces, y nunca me he arrepentido de apoyar. Ahora, sin embargo, siento que también se debe respetar la labor del periodista, ya sea freelancer o empleado de alguna institución. Existe un deber de registro que pocos emprenden.

Las brechas parecen muy grandes, lo sé, pero yo me pregunto: si hubo muchas personas dispuestas a pagar y asistir por Octavia y Matamba, ¿por qué no se apuesta lo mismo por el siguiente día? ¿Por qué no asistimos a uno de los pocos eventos en el año para hablar y discutir sobre temas que pueden cambiar nuestra perspectiva sobre la producción de música en nuestro país?

Si este nivel de inasistencia sucede en La Paz, una ciudad pilar de la vida cultural y artística en el país, no quiero saber qué sucede en otras partes del país. Aunque, quién sabe, quizá ahí sí se aprecian los espacios de difusión.

Con el paso del tiempo, los asientos empezaron a ocuparse. Poco a poco empezaron a llegar más personas, entre ellas los integrantes de las bandas, que tomaron asiento al lado de Martin Joffre para hablar de derechos de autor, de Sobodaycom, de la labor del músico y de las razones por las que entraron a este mundo a veces inaccesible, porque no existe una industria musical que supere las fronteras locales.

Al terminar, iniciaron los conciertos de Walkman, Los Bolitas, Efecto Mandarina y la batalla de bandas. Fue un escenario profesional con sonido de Cáceres que me gustó mucho porque me recordó a Rodrigo, encargado de Live Buzz y la idea de que toda banda también tiene el derecho de tocar en un buen escenario.

Me fui, no porque estuviera decepcionada del evento. Me decepcioné de mi sociedad. Quién sabe si luego el lugar se colmó de personas. Es muy posible, parece que somos seres de la noche y la bebida. Yo me opongo. La música es más que eso.

Ragnarok hizo lo que muy pocos hacen: se propuso conversar, dialogar y repensar dónde estuvimos, en qué situación nos encontramos y adónde vamos aquellos que vemos en la música algo más que un pasatiempo de fines de semana.

Unir generaciones es una tarea muy noble pero si la nueva ola no quiere conocer su historia: ¿con quién vamos a conversar?

Aquí te dejamos los enlaces de algunas de las bandas de RockBol 2017:
Los Bolitas
Los James
Walkman
Efecto Mandarina

Encontrarás más Rock AQUÍ.

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