La música en la calle
El mes de Julio se ha convertido en buena parte de la geografía nacional en un mes eminentemente musical. Las orquestas sinfónicas han salido a la calle para ofrecer conciertos al aire libre en plazas públicas, ofreciendo de manera gratuita conciertos para que la música llegue a todos los sectores, y todo el mundo pueda disfrutar si lo desea de las mejores partituras escritas por los grandes músicos de todos los tiempos.
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De manera especial han tomado esta iniciativa la Orquesta Sinfónica de Extremadura y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Es así que estas dos comunidades han llenado de sonidos las noches estivales de este caluroso mes.
La Orquesta de Extremadura, bajo la dirección de su titular Álvaro Albiach, asumió este pasado julio la tercera edición del ciclo “Plazas con Música”, regalando conciertos de música cinematográfica acompañados de espectáculo de luz y agua en las plazas de siete ciudades de la comunidad. Y por su parte, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, al frente de la cual está el joven músico británico Andrew Gourlay, quien todavía no ha cumplido un año como director de la agrupación, ha querido celebrar los 25 años de su creación con un ciclo denominado “Plazas sinfónicas”, que llevó interesantes conciertos a las 9 capitales de aquella autonomía.
Todo esto a mí me parece de perlas porque es bueno y justo que la música llegue a todos los públicos, pero también es importante el cómo llega esa música. Es decir, cuales son las condiciones acústicas para poder decir que se ofrecen estos conciertos con una garantía mínima. Y es que es verdad que la música en la calle suena muy bien, pero es de manera especial la música de banda. Esa música que se interpreta con instrumentos de viento y que puede traspasar con garantía de éxito atmósferas no siempre silenciosas. Es por eso que la labor que en su día hicieron por la música las Bandas Municipales fue tan determinante por su contenido didáctico, formativo, de descubrimiento de vocaciones, y como instrumento cultural del pueblo, que supuso un vehículo imprescindible para la formación musical de nuestros ascendientes.
Pero para escuchar a una gran orquesta sinfónica en la calle, se requiere que el escenario elegido reúna unas condiciones acústicas y de recogimiento imprescindibles para una buena audición. Ha de elegirse una plaza recoleta, lejos de travesías, de vehículos, de bares, de trasiego de gentes. Una plaza en la que los músicos puedan escucharse unos a otros. Es decir, una plaza con buena acústica.
No dudo que estos conciertos que han venido ocupando plazas en media España hayan encontrado algunos sitios idóneos para que los espectadores disfrutaran la música como debe ser, pero ¿piensan los lectores y melómanos que la Plaza Mayor de Cáceres es el lugar idóneo para que suene de manera óptima la Orquesta Sinfónica de Extremadura?
Cinco bocacalles convergen en la plaza por las que entran y salen constantemente mayores y menores. Cuatro o cinco establecimientos de bebidas, bares, restaurantes con terrazas al aire libre alternan conversaciones con el ruido de vasos, platos, chiquillería que grita más lejos o más cerca del lugar elegido para que se asiente la agrupación, en una plaza que es todo menos recogida. Para mí, los conciertos de la Orquesta allí son un fiasco. Es la Plaza Mayor una plaza muy transitada y por sus características es difícil que se haga el imprescindible silencio para escuchar. Y ¡cuidado que tiene Cáceres unas bonitas y recoletas plazas para oír con tranquilidad y gusto a nuestra orquesta… ¡
Y es que creo que no es suficiente ofrecer cosas que en sí mismas son plausibles. Hay que ofrecerlas en las mejores condiciones. Primero para los oyentes que son los destinatarios, y luego por respeto también a los músicos que se esfuerzan en dar lo mejor, y en tales circunstancias dudo que disfruten haciendo música, como es proverbial en estos profesionales que lo son por vocación.
Tal vez haya primado en esta ocasión el espectáculo de vídeo que acompañaba a las obras en programa, pero un concierto es un concierto y la música debe ser prioritaria. El pasado año no hubo espectáculo visual y las condiciones acústicas fueron, como no podía ser de otra forma en la Plaza Mayor, nefastas.
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