Sí, lo sé. Es difícil creer que 10 mandamientos pueden guiar a cualquiera de las bandas bolivianas existentes al triunfo, sea cual sea el género que haga. Seamos realistas. Una banda de Metal no es igual a una banda de Rock latino, y puedo ofrecer diferencias más radicales (no me obliguen a sacar el Folklore y la Cumbia a la conversación).
Seamos realistas de nuevo y recordemos que aquí no existe una industria musical que valga el término, y que nuestra noción de triunfo se limita bastante.
Sin embargo, aun así creo que existen bandas bolivianas que, aunque lo nieguen, saben que no les ha ido tan mal: aman su música, la han grabado bien y con buena calidad y, claro, sus discos y conciertos se venden decentemente.
Quisiera decir que a las bandas bolivianas les esperan cosas mejores, pero debo ser honesta y afirmar que por ahora eso no es muy probable. Falta un largo camino.
Decálogo para bandas bolivianas Parte I
Los primeros pasos se están dando, se pueden dar. ¿Cómo? He aquí mi decálogo. ¿Por qué? Porque ya se ha vuelto cotidiano encontrar algún músico/blogger/artista/etc. que ofrece su visión sobre determinada escena musical en Bolivia.
Todos dicen lo mismo, las mismas quejas, las mismas prescripciones también: “Así de mal estamos, así de bien deberíamos estar”. A ellos les agradezco, porque me han evocado esta pequeña fórmula. A las bandas bolivianas también, porque aunque no sea músico, amo escribir sobre ellos, verlos crecer con su obra (y crecer con ellos también).
¿Cuán pertinentes son mis observaciones? Usted, lector, dirá. He escrito sobre bandas bolivianas desde el 2014 y, obviamente, con el tiempo fui aprendiendo (aún lo hago).
Leí y seguí revistas de música boliviana desde el 2011, y aún recuerdo el olor de mi primera revista Metro y la portada de mi primera Rock&Pop. Pedí la opinión de varios músicos (varios apoyaron mi texto, muchos otros no). Aun así, mantengo mi posición. ¡Comencemos!
1.Porsia, debería saber lo que hace.
Este proemio lo escribo inspirada en mí. Tocaba el bajo en varias pequeñas bandas bolivianas y todo siempre estuvo bien. Incluso me felicitaban luego de mis conciertos. “¡Qué bien tocas!”, “¡Qué capa!”.
Yo, una completa nena amateur, me sentaba en mis laureles. El momento en el que mi última banda empezó a tornarse en algo más serio y, digámoslo así, experimentado (grabar, hacer videos y entrevistas a fanzines del exterior, tocar fuera de la ciudad y el país), caí. Caí totalmente.
Un productor independiente fue a escucharnos a un ensayo y me señaló. Yo, que no ensayaba casi nunca por mi cuenta y había olvidado casi todo de mis años de estudio en el Conservatorio, me di cuenta de que no estaba dejando avanzar el proyecto.
Después de todo, sí se necesita una buena base teórica, práctica, o el tiempo suficiente para llevar el ritmo del resto. ¿Usted quiere triunfar? Estudie y sepa tocar antes. Ahora bien, si usted no es parte del problema, no haga lo que me hicieron a mí. No aceptaron mi renuncia.
Mi banda creía que realmente no podían seguir sin mí, que no era ético incluso. Eso está mal. No escoja o mantenga a su banda basándose en el nivel de amistad o confianza. Tristemente, todos somos prescindibles. Una banda que triunfa cobra vida más allá de sus músicos (¿me puede nombrar todos los integrantes de Wara?), aunque puede suceder que aquellos miembros se instauren como pilares.
No me imagino Efecto Mandarina sin ninguno de sus 4 integrantes, por ejemplo, y eso significa que ellos sí lo han logrado. Porque saben lo que hacen y lo hacen bien.
Entiendo que quiere tocar el tema de esa banda que lo ha influenciado tanto, ese riff complejo que puede asegurar un mínimo de 5 seguidores de la banda por tocada. También es entendible que la banda recién se haya formado y que estén intentando encontrarse, ensamblar.
¡Toque! No hay problema, siempre y cuando no sea para un público. Si están empezando a componer, no sé si el público boliviano está dispuesto a ver su gestación y, menos aún, pagar por ello.
“Existen muchas bandas bolivianas que así comenzaron”, me objetaron varios músicos, pero su triunfo no se logró por las personas que los observaron en ese momento, sino por el público que llegó a escucharlos en la etapa de madurez y pasó la voz.
Cuántas veces me han contado entre risas acerca de lo mal que cantaba el vocalista de cierta banda, o el pésimo sonido del bajista de aquella otra. Ahórrese esos comentarios y salga al público cuando esté seguro de su proyecto y sus canciones.
“Los covers ayudan a jalar gente”, fue otra observación. Es cierto. A mí me atraen bastante. Una vez fui al otro lado de la ciudad por un tributo de una banda que amaba. Salí decepcionada.
Los covers jalan una vez, pero el resto debería ser trabajo vuestro. Cuando su banda toque, intente no llenar los vacíos con covers. Deje de maleducar al público boliviano. Usted tiene permiso de hacer versiones de otros temas cuando su propuesta supere, o equipare, la de la canción original.
Piense en Taki Ongoy o Querembas, y los temas que hicieron alguna vez de Los Kjarkas. Cuando los escuchaba, estaba escuchando a Querembas, estaba escuchando el disco de Taki Ongoy, de nadie más.
3. Concursar es sólo una fase.
Usted tiene su banda armada, han hecho unas cuantas composiciones y sienten que ya es hora del siguiente paso.
Bueno, pues les toca probar el escenario. No sólo van a tener la segunda opinión de personas que ya llevan años en esto, sino que van a ver la respuesta del público hacia sus temas y, aquí entre nos, esos incentivos de grabación o de instrumentos como premios a los primeros lugares no le caen nada mal a nadie.
Existen batallas de bandas bolivianas, está la Juntucha, y hasta sugeriría sacar fecha en el Live Buzz para que la banda empiece a conocerse en ese nuevo nivel. La fase de concursos es eso: una fase.
Una banda que ya lleva años tocando no debería postularse, en mi opinión. Si ya tiene disco lanzado, menos. ¿Por qué? Porque les quita todos esos años de trabajo, de experiencia. Nunca verán a Hate en uno de esos concursos a menos que sean invitados o jurados, por dar otro ejemplo.
Los concursos son para las nuevas caras, no para ellos. Si están ahí por necesidad entonces algo están haciendo mal. Si son jóvenes y están intentando una vez más, está muy bien. Luego de muchos intentos les sugeriría repensar el proyecto (Bolivia no está lista para algunos géneros).
Por otra parte, también existen niveles de dificultad. Si tu banda ha sido clasificada en el Illimani Metal, algo estás haciendo bien. ¿Me siguen el paso? Bandas jóvenes, a ustedes les hablo: ¡hagan buen uso de su tiempo!
3. ¡Hay que saber hacer show!
“Lo que me gusta de Plika es que sabe hacer show”, me dijo un amigo luego de una presentación de ellas. La vocalista se movía de forma rebelde y atrevida en el escenario, hacía chistes entre canciones, y de fondo había un buen sistema de luces, además de videos de la banda.
Si ya tienes banda, tocan bien, y tocan buenos temas (esto ya debe haber sido secundado por alguien) empiecen a fijarse en su show. No satanicen la palabra, la música también entra por los ojos. Aún recuerdo cómo la vocalista de mi banda nos decía que debíamos movernos más por el escenario, interactuar con el público si se podía.
Existen diferentes formas o estilos de show, ahora que lo pienso bien. Piensen en Boris, de Armadura, y cómo interactúa con el público en el momento cúspide de cada concierto, donde todos gritan ¡Sho! o ¡Jallalla! Lo he visto decenas de veces y el público nunca se cansa. Y es que está bien hecho, bien coordinado. Incluso el setlist.
Hacer show comprende todo tipo de detalles, desde la vestimenta, hasta el orden de las canciones, el tiempo que se tome en afinar o las imágenes y luces. Un último y perfecto ejemplo está en Chicas Delfín, de Cochabamba.
Qué suerte que tiene esa ciudad de tener a tamañaza banda. Fue uno de los mejores conciertos que experimenté en La Paz. Estos muchachos se movían con tanta libertad y trance, que a los 10 minutos mi amigo -que no sabe bailar- agitaba sus manos de arriba abajo moviendo levemente las caderas, imitando al guitarrista.
El show hace mucho. Milagros, diría yo (Chicas Delfín, les debo una nota, es mi meta del 2018).
4. ¿Más de dos bandas? No es en serio.
Digamos que usted toca muy bien, toca buenos temas, hace un gran show. Obviamente va a llamar la atención. Los primeros en buscarlo serán los jóvenes que tienen grandes promesas de éxito para usted.
Usted probablemente rechazará el proyecto, alegando lealtad, falta de tiempo o desapego al género que toca éste. ¿Qué pasa si se le acerca un músico de renombre? Usted lo considerará ¿Y si es justamente lo que usted buscaba y admiraba? Probablemente acepte.
Ahora, mi sugerencia: elija. Quizás no sea una sugerencia, sino una obligación. Piense en la banda de Matamba, en Llegas. Bandas serias exigen músicos serios. Una vez presencié cuando mi jefe en Axesso (el único programa de rock nacional que sigue con más de una década al aire) reprochaba a un músico tener 2 ó 3 bandas. Su banda había lanzado un primer disco de calidad.
Mi jefe, con años de experiencia, sabía lo que significaría tener más de una banda. El muchacho, entre risas, le dijo que tenía prioridades, que no se preocupe.
No he escuchado material nuevo de esa banda desde ese entonces (en realidad me fijé ahora mismo y están trabajando en su nuevo material luego de 4 años -bastante tiempo para tal prioridad, ¿eh?- pero espero que mi tono de gravedad les haya llegado) (inserte risa de la escritora aquí).
5. Toque por gusto, pero hágase respetar.
¿Existen bandas de Metal de renombre en Bolivia? Claro que sí, y muy buenas. ¿Usted las escucha todas las semanas? NO. Yo creo que llega un momento en el que, si tu material es bueno y tu presentación también, todo debe cambiar.
Déjenme mencionar una vez más mi experiencia con la banda de Thrash. Recibíamos invitaciones a tocar todas las semanas. TODAS. Pero eran eso: invitaciones. Eso significa que no nos pagarían, sino que nos darían la oportunidad de tocar en un festival o concierto que llevaba años en la escena.
Con el tiempo, empezaron a pagarnos los pasajes y eso se agradece bastante, pero yo sabía que algo de diferente debía ser con las bandas centrales o más seguidas. Y era lo justo…, creo. ¡Uff! La escena under es diferente a las demás, y aún me problematizo cuando hablo de ella. Sigue una lógica completamente diferente pero las bandas bolivianas de Metal que son más conocidas salen de ese esquema.
Nuevamente, creo que se trata de fases. Creo que todo el resto de bandas bolivianas que no ha llegado a este nivel ha omitido alguno de mis puntos previos o, simplemente, no busca lo que yo he puesto sobre la mesa como objetivo final.
De todas formas, creo que puedo mencionar a Alcoholika L.C. aquí y decir que es una de las pocas bandas que sigue con vida desde los 90, y las pocas veces que toca valen más -incluso en un nivel monetario- que tocar cada semana de invitados.
Los músicos también se deben hacer respetar, y llega una hora en la que deben ganar más por el “mínimo” esfuerzo (entre comillas porque aún así toma trabajo).
Valorar la calidad y no la cantidad demuestra la madurez de una banda. Y esto no lo están haciendo solamente las bandas bolivianas que llevan más de una década con vida. ¿Ven en vivo a Aviónica seguido? La respuesta, nuevamente, es NO. No le sugiero tocar cada semana, a menos que usted esté de gira.
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