Música Viva – Canciones sociales infantiles

Para conocer la música en Extremadura, antes tenemos que conocer sus inicios, dónde se originó todo. En Música Viva vamos a hablar de las músicas que tradicionalmente han estado ligadas a las diferentes etapas del ciclo de la vida en Extremadura. En este número veremos las Canciones sociales infantiles. Seguro que conoces alguna…

CANCIONES SOCIALES INFANTILESLA MÚSICA EXTREMEÑA DE TRADICIÓN ORAL EN EL CICLO DE LA VIDA

canciones sociales infantiles

Las canciones sociales infantiles son las que utilizan los niños en sus juegos. A diferencia de las nanas, en estas canciones ellos son protagonistas e intérpretes directos.

Se trata de canciones muy rítmicas, alegres, generalmente asentadas en sistemas tonales mayores, muy en acorde con la edad de los intérpretes.

El repertorio infantil extremeño incluye canciones como: Antón Pirulero, Dónde están las llaves, Tengo una muñeca o Al pasar la barca, por citar algunas. Se trata de canciones asociadas a juegos de comba que, prácticamente siempre, interpretaban las niñas.

Los romances son un tipo de canto narrativo también muy utilizados en los juegos de comba. Es el caso de Un capitán sevillano (del romance La doncella guerrera). Se trata de fragmentos de romances que las niñas cantaban mientras jugaban. Se trataba fundamentalmente de trozos de romance que las pequeñas recordaban de oírselas a los intérpretes que, de vez en cuando, iban a su pueblo, o a sus madres y abuelas que los cantaban mientras hacían tareas colectivas o participaban en veladas nocturnas de entretenimiento.

Dentro del folklore musical infantil, además de las canciones de comba tenemos los juegos danzados. Estos pueden ser en hilera, como A tapar la calle; en corro, como El patio de mi casa o El corro de las patatas; y en dos filas, como La chata Meringüela. También pertenecen a este repertorio los recitados para escoger y echar a suertes, como “Don Juan de Villanaranja…”, “Barril, barrilón…”, “Tengo un pajarito…”, etc.

Las canciones sociales infantiles es uno de los que presenta más y mayores semejanzas entre las diferentes localidades, comarcas y comunidades autónomas españolas.

Las canciones sociales infantiles o canciones con las que los niños acompañan a muchos de sus juegos, constituyen un segundo exponente de la tradición oral para marcar diferencias de género. Su valor como canción social les otorga un peso importante, junto al de las enseñanzas en casa y en la escuela, a la hora de empezar a construir ideas de género. Hay que señalar que, frente a las nanas que tenían en las madres, y a veces en las abuelas, sus principales intérpretes, en estas canciones son las niñas las que cantan, utilizando el canto como complemento esencial en sus juegos de comba, de corro, de goma, etc. Con estos juegos y los textos que se interpretaban en las canciones que estos llevaban asociadas, las niñas reproducían su identidad de género, frente a los niños que reafirmaban ésta precisamente no realizando estos juegos de manera espontánea, y aún en caso de practicarlos en alguna ocasión concreta, nunca cantando. Aún hoy día son manifiestas las expresiones de rechazo por parte de los niños a esos “otros” de su sexo que gustan de estos juegos tradicionalmente “de niñas”, los practican a un buen nivel de ejecución y además, interpretan las canciones que llevan aparejadas. Estos niños son tildados de “maricas”, vocablo que les excluye de su grupo de género.

Un análisis etnolingüístico de las canciones infantiles nos permite hablar de una sociedad tradicional en la que hablar de matrimonio es hacerlo de un tipo de emparejamiento entre un hombre y una mujer que constituye el estado ideal al que debe aspirar esta última. En esta sociedad la mujer era educada para pensar desde muy pequeña en el matrimonio y en ser esposa, algo que se constata en muchas letras de las canciones con las que las niñas acompañaban sus juegos. En estos textos son recurrentes las formas verbales del verbo casar y casarse:

– “Yo soy la viudita del Conde Laurel, que quiero casarme y no sé con quién”.

– “El capitán de un barco me escribió un papel, que si yo quería casarme con él”.

– “Quién dirá la carbonerita, quién dirá que la del carbón, quién dirá que yo estoy casada quien dirá que yo tengo amor”.

-“La viudita, la viudita, la viudita se quiere casar con el conde, conde Cabra, conde Cabra lo quiere dejar”.

En algún caso, las niñas cantan alguna canción en la que se pone de manifiesto la intención que también tienen los hombres por casarse. Bien es cierto, que si a una mujer se la empezaba a preparar desde pequeña para el matrimonio, la formación del hombre, en todo caso, es a la búsqueda de una mujer educada para atenderle a él, en las tareas del hogar, y atender a sus hijos. Ya lo dice la canción:

– “Arroz con leche, me quiero casar con una señorita de este lugar, que sepa coser, que sepa bordar, que sepa la tabla de multiplicar”.

En las canciones sociales infantiles, y en un intento por encontrar a la mujer ideal, el hombre pone de manifiesto dos requisitos que ésta debe tener: ser del lugar, dominar las tareas domésticas y estar formada académicamente; estas tres estarían entre las principales virtudes de una esposa. En cuanto al primer requisito, hay que señalar la manifiesta tendencia a la endogamia de espacio (además de las de edad y clase) en los matrimonios tradicionales, es decir, a la preferencia que se tenía por casarse con alguien del mismo pueblo, preferencia que venía dada por una imposición social. Respecto al segundo requisito, la preparación de la niña dirigida a la esfera doméstica, el trabajo en el hogar, y la consideración del hombre ligado a la esfera de la producción, al trabajo fuera de casa, son una constante en los textos de las canciones infantiles. El tercero hace referencia a la formación escolar de la madre; ésta se presupone necesaria, esencialmente, porque otorga a la mujer mejores posibilidades de educar a sus hijos, ayudándoles en su formación académica.

En algunas canciones se menciona incluso a San Antonio, personaje sagrado ligado a la fecundidad y la reproducción, valor social de gran importancia que siempre debía darse en el seno del matrimonio, pero en los que la mujer era el eje central:

– “San Antonio bendito dame un marido que no fume tabaco, ni beba vino”.

En este caso, se mencionan virtudes del marido: no fumar y no beber. A ellas habría que añadir la de ser trabajador.

Como podemos a ver. Muchos textos de canciones infantiles asocian a la mujer tareas como ir a la compra, hacer la comida, coser y bordar, o con ocupaciones relacionadas con el cuidado de las flores, tarea que debe ir cargada de sensibilidad, atributo propio de lo que se consideraba una mujer:

– “Y las mujeres cogen la plancha para planchar el vestidito de su mamá”.

– “Así, así hacen las costureras, así, así, me gustan a mí”.

– “Al levantar una lancha una jardinera vi, regando sus lindas flores, y al momento la seguí”.

Por su lado, al hombre se le relaciona con profesiones como la de vendedor, carbonero, albañil, boticario, militar, leñador, etc.:

– “Moreno, ¿qué vendes? Azúcar y arroz. Y, ¿a cómo lo vendes? A dos veintidós”.

– “Salga usted madre con el dinero, y compre carbones al carbonero”.

– “Es hija de un capitán, sobrina de un alférez, nieta de un coronel; retírate soldado, retírate al cuartel”.

– “Albañil de mi vida, ¡cuánto te quiero!, de la torre más alta caigas al suelo”.

– “A la botica yo no voy sola, que el boticario gasta pistola”.

– “Tu marido y el mío van a por leña y se vienen huyendo de la cigüeña”.

Concluimos este artículo de Canciones sociales infantiles como el anterior, haciendo referencia el poder que la música tiene sobre la gente, y cómo se ha usado y se usa, en todos los tiempos y en todas las culturas, para transmitir valores socialmente aceptados. De esta manera, así como la música ha sido utilizada en nuestra sociedad tradicional para la construcción de modelos de género asimétricos y de desigualdad entre hombre y mujeres, se puede utilizar, y pienso que se debería hacer, para transmitir unos modelos de simetría e igualdad.

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