Cap. I: ¿Quienes eran los Kobolds? (Primera Parte)
Todo empezó hace bastante tiempo, un día, o una tarde en la que estaba en una exposición en el Museo Reina Sofía. Mientras miraba a un cuadro oí a alguien, dándose de listillo, decir la siguiente frase (imagínense la entonación):”este artista ha puesto demasiado entusiasmo para elaborar el cuadro”… esas palabras me causaron un dolor de estómago indescriptible y decidí desde ese momento que no volvería a pisar un museo en mucho tiempo para no tener que escuchar sandeces de tal calibre.
Me encerré durante un tiempo en un cuarto de baño (este lugar es fundamental en mi trayectoria creativa porque siempre encuentro la inspiración limpiando el retrete de mi casa, y además, es un sitio apropiado para elaborar los sonidos que tenía en la cabeza) con útiles de grabación de sonidos (varios instrumentos, un ordenador Pentium III y una mesa analógica de cinta magnetofónica de 4 pistas) y unos auriculares decidido a aislarme del mundo, y grabar una pequeña maqueta con la que pudiera exponer mis ideas sobre el arte y la música.
En esos momentos me acordaba del guitarrista de los Ramones diciendo que no hacía “solos” de guitarra, primero, porque no sabía, y segundo, porque los odiaba…, de la No Wave neoyorkina y de los primeros Sonic Youth; y también me acordaba de largas horas de discusión pacífica con amigos míos defensores de los cantautores, y del significado de la letra en una canción, y de la necesidad de aportar un mensaje o una moraleja en una obra de arte. “El arte está para cambiar el mundo”, decían… yo no aspiro a algo tan trascendente.
Personalmente, todo eso me parece algo extramusical, sólo me interesan los sonidos y la fonética de las palabras, las cuáles, según mi opinión, tienen que imprimir ritmo a la obra musical. El significado de esas palabras es secundario, o directamente despreciable. Me parece que desvía la atención de lo que está sonando. Así he visto siempre la música. Por eso estaba decidido a grabar una serie de temas donde sólo dijera palabras inconexas, números inconexos y todo en un idioma inglés mal pronunciado y gramáticamente mal estructurado (de rebote podría conseguir llevarle la contraria a la industria musical, tan obsesionada con una pronunciación pulcra del lenguaje extranjero).
Así es como nació “Kobold 1” (http://www.arintonadodo.com/category/musica/2000), primer trabajo ayudó Óscar Iris, gran saxofonista y mejor amigo, en la que únicamente hay un “solo”, de saxo, y además, por duplicado y a la vez en el mismo tema (Waiting). En los demás hay guitarras grabadas al revés (I like it), capas de acoples de guitarra (Numbers), o imitaciones de silbidos de viento conseguido con una cinta magnetofónica reproducida a distintas velocidades (Away)… también hay “aporreos” de pianos ejecutados por niños de no más de 7 años (White Light). Por cierto, el tema “Numbers” (ejemplo claro, a mi entender, de un buen tema, sin necesidad de transmitir un significado con las palabras, sólo canto números durante 3 minutos) fue retransmitido en 2003 en el programa “Bulevar” de Jose María Rey, de Radio 3 y hablando de esta maqueta dijo entre otras cosas que estaba llena de “dadaísmo, minimalismo y detalles”… ¡joder!, como me impresionó oír tantos “-ismos” después de sufrir grabando sentado en una taza de váter.
Recientemente, en 2011, Juanma Cañas, en su programa “Fonorama” de Canal Extremadura redescubrió esta maqueta del ya extinto Poliedro Kobold, y dijo que era algo distinto y fuera del “sota, caballo, rey” al que estamos acostumbrados… todo un aliciente para seguir “sufriendo” y grabando sentado en una taza de váter.
Por hoy, nada más señores, sólo me queda sitio para una foto. En el siguiente capítulo desvelaré quienes son los kobolds, quién me los presentó y como me convencieron para hacer todo lo que he descrito.
Atentamente, J.G. Entonado & Arín Dodó (www.arintonadodo.com)