Casi medio siglo ha tenido que esperar JUAN JOSÉ, el drama lírico que Pablo Sorozábal terminó de escribir en 1968, para ser representado. El llorado maestro Pablo Sorozábal luchó lo indecible para lograr ver en el escenario la que para él era su mejor apuesta teatral: un drama social basado en la obra de Joaquín Dicenta en la que había puesto toda su experiencia, su talento y sus dilatados conocimientos musicales, pues, cumplidos los 70 años, el músico vasco había alcanzado la veteranía en todos los aspectos.
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Veteranía de gran compositor en condiciones de afrontar una obra de grandes dimensiones artísticas, después de los veinte logrados títulos que había aportado a la escena, que están en la memoria de todos. Y es ahora, en este mes de febrero, cuando al fin, la “obra” casi maldita del compositor, ya obra póstuma, sube al Teatro de la Zarzuela.
No fue Pablo Sorozábal un músico de fácil carácter. Genio y figura le acompañaron siempre. Hombre irónico, mordaz, y tremendamente sincero, era capaz de cantarle las cuarenta al lucero del alba, siendo muy crítico con los políticos al juzgar los derroteros por los que discurría la cultura. Todo esto le granjeó enemistades toda su vida, amén del hecho de ser un convencido liberal republicano que, con la verdad por delante y su rebeldía, no hacía sino poner palos en las ruedas de su propia existencia, padeciendo boicots y censuras.
Sin embargo, músico tan dotado, innovador y apreciado en el teatro lírico español, quienes como yo le conocieron de cerca, no pueden obviar su señorío, su afectuosidad, su sencillez y, pese a la amargura de tantos sinsabores, el fino sentido del humor que a veces afloraba en él, en su muy dilatada existencia.
El esperado drama lírico JUAN JOSÉ vive su estreno absoluto este mes. Siete representaciones desde el 5 de febrero en el Teatro de la Zarzuela, de la mano de Miguel Ángel Gómez Martínez como director musical, y como director escénico, José Carlos Plaza. En el reparto figuran dos sopranos extremeñas, Carmen Solís y Elena Rey, que gozarán del privilegio de estar en el elenco de la primera puesta en escena de la obra póstuma del inolvidable Maestro Sorozábal, a los 28 años de su fallecimiento. Todos los intervinientes auguran algo extraordinario porque se ha hecho al parecer una apuesta fuerte.
El caso de JUAN JOSÉ nos recuerda a aquel mártir de nuestra guerra fratricida, el burgalés Antonio José Martínez Palacios, uno de los denominados compositores del 27, cuya Opera de grandes exigencias musicales y escénicas, El Mozo de Mulas, lleva 80 años esperando ser representada. Los denodados esfuerzos de quien la acabó, Alejandro Yagüe, (cuando Antonio José fue asesinado la Opera estaba inconclusa), no han podido con la desidia y la falta de voluntad de la Administración para embarcarse en el gran proyecto de levantar esta pieza teatral.
Bueno sería este año para reividicar al gran músico Antonio José, y conseguir el anhelo de tantos burgaleses: verla escenificada, pues hasta la fecha solo ha sido parcialmente interpretada en concierto. Sería oportuno estrenar El Mozo de Mulas cuando se cumple el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, ya que el tema de la Opera está tomado de un pasaje del “Quijote” pero…
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