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Por Sebastián Díaz
En el nº 15 de LaCarne Magazine dedicamos la sección Música viva a las canciones de quintos, un repertorio casi en desuso, que inició su decadencia mucho antes incluso de la desaparición del servicio militar obligatorio en 1990, y del que ya apenas nos quedan canciones si no son las recogidas en grabaciones discográficas de grupos de folklore y en partituras de cancioneros.
Es verdad que ya no hay servicio militar y por lo tanto, no hay quintos de manera oficial, pero no es menos verdad que en muchas zonas extremeñas los jóvenes que cumplen los dieciocho años, chicos y chicas que se autodenominan quintos, se reúnen en determinados momentos para festejar su mayoría de edad y su simbólica entrada en quinta, algo que se manifiesta participando en determinados rituales que tienen lugar en su pueblo, como en el corte y la quema de la encina en el Tuero, el reparto de nabos en Jarramplas, el ofertorio de los calabaceros en el Peropalo, etc. Pero en estos encuentros los jóvenes no suelen cantar canciones de quintos, porque prácticamente desconocen este repertorio.
No obstante, quizá la situación no sea tan límite para estos cantos si tenemos en cuenta lo que acontece cada verano (a veces en otras fechas como Carnaval o Semana Santa) en algunas localidades extremeñas.
Este verano tuve ocasión de participar en uno de estos encuentros de quintos. Correspondía a los que realizamos el rito de paso que supone la entrada en quinta en 1983. La llamada Quinta del 83, catorce hombres y doce mujeres que en 2014 cumplimos los cincuenta años. Fue el 19 de agosto. La ronda que llevamos por las calles los veintiséis quintos, acompañados de una guitarra, una botella y dos tamboriles (instrumento por excelencia en las canciones de quintos) duró unas siete horas. ¡Siete horas cantando por calles y terrazas de bares! Eso sí, con los lógicos descansos para comer y beber, sobre todo esto último. Ese día en nuestra ronda sonaron canciones como Las flores, Tente que me caigo, Al salir el sol, Los guarrapinos y alguna otra canción típicamente de ronda. Pero ese día también sonaron canciones de quintos. Sonó, por ejemplo, la canción de ida, esa que tradicionalmente cantaban los quintos en la fiesta familiar que hacían los días antes de marcharse a cumplir con el servicio militar. Aunque hubo más, algunas de las coplas que cantamos fueron:
Dicen que te vas mañana,
yo me voy al otro día,
si te quieres esperar,
iremos en compañía.
Ojos que te vieron ir
por el Cerro el Molinillo,
cuando te verán volver
por la Cruz del Torrisquillo
Los quintos en el cuartel
unos cantan y otros lloran
y otros van por papel
para escribir a la novia
Al llegar a Leganés
me tengo que retratar
a ver si me sienta bien
la ropa de militar
Estas y otras letras de las que ya hablamos en el referido artículo del nº 15 de LaCarne Magazine, se pueden escuchar en cualquier ronda de quintos, pero cada grupo canta algunas letras específicas de su Quinta, ya que se hicieron ex profeso para ella en unas reuniones previas a la fiesta de los quintos que se iniciaba en Noche Vieja. En esas reuniones, con una tonada tradicional, La canción del talleo, a cada quinto se le componía una letra que hacía alusión al apodo de su padre. Estas fueron algunas de las coplas que tantas veces se cantaron entonces y se vuelven a cantar en la actualidad.
Quintos del sesentaidos
ninguno vamos borracho
que llevamos por delante
al hijo de Manuel el Chato.
Quintos del setentaiocho
aquí no va ningún chulo
que llevamos por delante
al hijo de tío Machuno.
Quintos del ochentaitres
todos con mucha pimienta
que llevamos por delante
al hijo del Jerramienta.
Quintos del ochentaicuatro
todos comemos en baña
que llevamos por delante
al hijo del señor Raña.
Pero no fuimos nosotros los únicos quintos en salir de ronda ese día. A la vez que nosotros cantaron por las calles del pueblo los quintos del 73, es decir, hombres y mujeres que este año cumplen los 60 años. Por suerte ya no corren aquellos tiempos de antaño en los que se generaban auténticas competiciones entre miembros de una y otra Quinta a ver quién llevaba mejor la ronda y quién daba mejor el toque del tamboril, competición que muchas veces acababa en violentas peleas entre unos y otros. Esa mañana del pasado 19 de agosto en varios momentos del día coincidieron en la calle la ronda de la Quinta del 73 y de la Quinta del 83, sin problemas. Quizá sea que los nuevos tiempos vienen cargados de más dosis de pacifismo, aunque quizá se trate más bien de que nos vamos haciendo mayores.
Por último, señalamos un elemento distintivo en la indumentaria de los quintos participantes en estas rondas: una cinta o un grupo de ellas anudadas al cuello.
En las imágenes se pueden ver grupos de rondas de seis Quintas diferentes, las del 62, del 71, del 72, del 73, del 83 y del 84, una rondando y otras posando en el momento de la comida. Esos años las personas que aparecen en las fotos accedieron a la mayoría de edad. Son todas fotos realizadas entre 2010 y 2014, excepto una del 2006; en todo caso, estamos ante una evidencia clara de que en la actualidad se mantienen las rondas de quintos en algunas localidades extremeñas y de que aún está vigente el repertorio de cantos tradicionales ligados a ellas.