Cuando se escriben estas líneas, Cantarrania, el país que un día inventamos y en el que sólo se escucha música con cables y amplificadores, ha alcanzado la mágica cifra de 250.000 habitantes.
Es por ello por lo que estamos de celebraciones. Así que qué mejor que aprovechar esta dulce coyuntura para proponer, por una vez y sin que sirva de precedente, un ejercicio de autobombo y, al mismo tiempo, explicar una vez más la trastienda de este proyecto que tantas preguntas ha provocado sobre sus orígenes, sus objetivos y sus secretos mejor guardados. ¿Por qué no da la cara esta gente? Esperamos que esta sea la respuesta definitiva.
Y cómo no, nos sumamos, de esta forma, a las celebraciones de este magazine que nos presta sus páginas y su tiempo, y al que tanto queremos y al que deseamos larga vida. ¿Para cuándo en papel? Pues parece que muy pronto.
Comenzamos.
Tomando como modelo a los grandes nombres que codificaron nuestra música tradicional (Alan Lomax, García-Matos o Bonifacio Gil), el proyecto Cantarrania nació a mediados de 2010 con la intención de desentrañar y sacar a la luz 40 años de rock en los territorios rayanos de Extremadura, Alentejo y Beira Baixa, y que en nuestra memoria esconden un nombre mágico: Lusitania.
Cantarrania es, sin duda, el proyecto más ambicioso creado hasta la fecha para la difusión y el (re)conocimiento de un patrimonio musical inmenso, y se configura en la red de redes como la mayor plataforma puesta al servicio de la música popular creada en nuestra geografía.
Con un rigor científico que lo convierte en una referencia para los amantes de la música, de la antropología, de la esencia rayana y de la cultura popular, Cantarrania recoge en su seno el mayor archivo musical del pop y del rock hecho en nuestro territorio desde 1971 hasta diciembre de 2011, el más amplio catálogo gráfico de carteles, entradas, octavillas, referencias de prensa, etc. de nuestra cultura popular, el mayor espacio de estudio de sus pormenores, su intrahistoria y sus rincones oscuros.
Puesto en marcha por la Comunidad de la Cultura Pagana (La Culpa), Cantarrania acoge también el único proyecto que está (re)escribiendo nuestra pequeña historia del rock y del pop con estudios monográficos y temáticos, al tiempo que es una plataforma de difusión de las nuevas creaciones musicales de este ámbito.
Más de 500 grupos, bandas y artistas de todos los tiempos aparecen en Cantarrania. Más de 700 grabaciones y miles de horas de música. Centenares de carteles y recuerdos visuales. Decenas de clips y de paseos fotográficos hacen de Cantarrania un inmenso proyecto para conocer la cultura popular cercana de medio siglo atrás.
Pero en el fondo, Cantarrania es un proyecto comunal, una aventura coral que no hubiera sido posible sin la contribución de toda la comunidad musical de nuestro territorio que ha cedido el uso de sus músicas, las oficiales y las que nunca vieron la luz, y que durante muchos años han permanecido guardadas en los cajones de la memoria, y que, sin duda, la existencia de este proyecto ha propiciado al rescate individual de ese material que los propios músicos tenían ya en el olvido. Eso es Cantarrana Corps.
Por otro lado las herramientas que el siglo XXI pone a nuestra disposición, ha hecho posible que, al igual que los informantes de aquellos trabajos de etnomusicología de cuyas fuentes Cantarrania ha bebido, se haya conseguido desentrañar y escribir nuestra historia del rock a partir de carteles, entradas, octavillas y, sobre todo, a partir de los recuerdos, comentarios, anécdotas y vivencias de sus auténticos protagonistas: el público que vio aquel concierto inolvidable, el amigo que lo fotografió y los músicos que pisaron el escenario. Esos comentarios, esas alegrías aparecen, con firma propia, en Cantarrana Tevé. Casi 200 informantes han hecho posible esta aventura gráfica y emocional.
A principios de 2011 se inició la fase de encuentros y entrevistas con los auténticos protagonistas. Fruto de estos encuentros vespertinos son las Crónicas del Paseo Marítimo. Su lectura permite adentrarse en la verdadera intrahistoria de nuestro pop y de nuestro rock. Estas crónicas son las que puedes leer en las páginas de este magazine carnal, pero también puedes leer otras creadas para la revista Grada, y otras más creadas para las redes sociales. ¿Pero no están juntas en algún lugar? Sí. Entra en Cantarrania y dirígete a la zona amarilla. Allí estamos.
Radio Abisinia es, probablemente, la rama del árbol cantarranio más complejo, y al mismo tiempo más mimado por los creadores de este proyecto.
En 1976 la gran Patti Smith, la abuela de la cultura punk, con permiso de los peruanos Saicos, publicó Radio Ethiopia, un trabajo intenso, demoledor, sin contemplaciones, como todo en ella. Ese disco incluía un puñetazo en el bajo vientre que lleva por título Abisinia. Nuestro Radio Abisinia es un guiño a ese disco y a la Smith, probablemente (y sin probablemente) la musa por excelencia de La Culpa.
Radio Abisinia es la radio de los estados de ánimo. A pesar de tomar como referente un nombre que evoca un disco lejano en el tiempo y en las fronteras, propone un gigantesco ejercicio de amor propio, porque propicia la posibilidad de, en función del estado de ánimo del oyente, ofrecer nuestro pop, nuestro rock y todas sus circunstancias (Punk, Hip Hop, Metal, Hardcore, Electrónica, Tecno, Fusión, Pop Rock, etc.) durante todos los momentos del día. Radio Abisinia está en permanente construcción, en constante mutación a través de listas que intentan sorprender al navegante que se acerca a ella. El procedimiento formal es más sencillo que el mecanismo de una cuchara. El procedimiento conceptual es algo más complicado. Su configuración nos obliga a escuchar toda, toda la música hecha en nuestras lindes, y contextualizarla, codificarla, casarla y ubicarla en ese estado de ánimo, en ese rincón de estilo que, a veces, tanto desagrada a los propios autores. Evidentemente en esta radio la subjetividad prima sobre la mera recopilación de material sonoro y gráfico. No podía ser de otra forma. Aunque se admiten sugerencias, por supuesto.
Radio Abisinia quiere formar parte de la cotidianeidad; Música para los sábados por la tarde, música para hacer las camas, música para los autos de choque, música para después de la lluvia, música para entonar himnos, música para perder la vergüenza, música para los domingos por la noche, música para ir en moto, música para pintar vagones, música para correr delante (de la policía), música para el final del verano, música para invocar al maligno, música para volar, música para avistar Ovnis, música para echarse unos bailes, música para nadar, música para las boleras, etc.. ¿Todo está? Sí, claro, y mucho más. Y todo con nuestra música. Por eso es nuestro proyecto más mimado.
Cantarrana Exprés es la expresión social. Facebook o Twitter hacen posible que vayamos mostrando las nuevas incorporaciones sonoras y gráficas a la plataforma, o el próximo concierto de tu banda preferida aderezado, por supuesto, con los enlaces pertinentes a las músicas de tu banda que se encuentran en nuestra casa. De paso aprovechamos la ocasión para más autobombo.
Cantarrania también tiene piso alquilado en Youtube, en Picasa, en Photobucket. Por estar, estamos incluso en ese horror que llaman Myspace.
Pero, en el fondo, donde queremos estar es en tu memoria. Ese es el objetivo final. No perder las referencias. Recuperar, adecentar y sacar a la luz miles de pequeños tesoros que ya nunca más estarán guardados en esos cajones del olvido.
Ya lo hemos prometido, y lo volvemos a hacer. Cuando todo este proyecto está concluso, el archivo completo y los objetivos cumplidos, se depositarán tres copias de este pequeño retazo de nuestra historia en las bibliotecas universitarias de Cáceres y Évora, y en la Biblioteca Eugénio de Andrade de Fundâo. Allí estarán a disposición de cualquiera que quiera hacerlo suyo, porque es de todos. Este el fin de esta aventura coral.
¿De dónde ha salido todo esto? Eso no te lo vamos a contar. Deja que nos guardemos algunos secretos.