[mks_button size=»small» title=»Quiero verlo!» style=»rounded» url=»http://issuu.com/lacarne/docs/lacarne_magazine_n34/14″ target=»_blank» bg_color=»#dd3333″ txt_color=»#FFFFFF» icon=»fa-eye» icon_type=»fa»] por Enrique Falcó
La música siempre es un medio de comunicación con tintes mágicos que nos produce sensaciones parejas al clímax en nuestros sentidos. Cualesquiera que sean los canales de su difusión, y por supuesto su forma y estilo.
Desde el mostrador de esta carnicería jamás cometeríamos la torpeza de desechar a la basura cualquier estilo musical, por muy alejado que parezca de nuestros intereses principales. Siempre insisto en la importancia de unificar estilos, pues éstos mismos jamás tendrían sentido por sí solos. ¿Por qué no puede un buen batería de música pop escuchar Heavy Metal, Jazz o incluso sevillanas y rumbas, y adoptarlo a su estilo de ejecución? Sin duda, el resultado será cuanto menos sorprendente y enriquecedor.
Nos encontramos en un mes, Febrero, que sin duda ostenta gran protagonismo musical en nuestra región. Los Carnavales son una excusa perfecta para los amantes de la música, quienes sin duda se han nutrido de los diferentes estilos musicales para engrandecer la belleza de sus obras.
En Extremadura, y más concretamente al sur, en Badajoz, en donde son Fiesta de Interés Turística Nacional, sin duda una gran partida de músicos de diferentes estilos han colaborado para elevar el nivel musical en murgas y comparsas. No se explica si no de otro modo una evolución como la que ha experimentado la música carnavalera desde los primeros 80 a nuestros días.
En el caso concreto de las comparsas, sin duda se reinventan año tras año hasta imaginar ritmos realmente diferentes e imaginativos, que consiguen sorprender junto a las invenciones constantes de nuevos instrumentos de percusión.
En las murgas, sin embargo, disfrazados por la cortina del sentido del humor y del cachondeo, se nos cuelan en ocasiones pasodobles, presentaciones y popurrís que rozan la belleza armónica en todos sus conceptos.
Tras las primeras formaciones ochenteras, animados con un envidiable sentido del humor y ganas de pasarlo bien, una nueva generación de músicos de todos los estilos fueron transformando y dignificando las piezas musicales ofrecidas. Nuestros lectores tal vez se sorprendieran al conocer el alto número de músicos de rock, pop, heavy o metal que forman parte de estas agrupaciones. Tunos, cantantes de grupos rocieros, profesores de música, guitarristas, teclistas, baterías… los hay de todos los palos, y es de justicia que aporten dentro de sus posibilidades sus experiencias para mejorar el sonido de su agrupación.
Por citar algunos ejemplos destacaría al gran Pedro Wichard, vocalista de Darksound, quien despliega su potente voz en la Murga Los Niños desde hace casi 20 años. En la misma formación podríamos destacar la labor musical en la composición y en la interpretación de las guitarras de Javato, alma artífice de Javato y Los Disfrutones. Pero existen muchos más, y me vienen a la cabeza nombres de cantantes como Ismael Regalado o Alex Vázquez. O incluso personajes radiofónicos como El Capitán Chanfaina, El Niño del Garfio y El Almirante Cachuela. Sin olvidarnos de periodistas y locutores musicales como José Luis Lorido.
Todos llevan años aportando su granito de arena. Las voces hace ya muchos años que dejaron de sonar al unísono sin peocupaciones de tonos y melodías, existe un cuidado y trabajado desarrollo vocal, al igual que en la composición de los textos, en donde las rimas absurdas consonantes y el chiste fácil han pasado a mejor vida.
El protagonismo de las guitarras es soberbio, y sus músicos ejecutan riffs y punteos, que sin duda serían pieza destacada en una obra rock. La evolución de los instrumentos de percusión en las murgas quizás hayan experimentado su transformación más radical.
La aglutinación entre caja y bombo se convierte en imprescindible, y continuamente entre ambos músicos ejecutan piezas que harían las delicias del mejor de los baterías. Desde sorprendentes ritmos bombo-caja-charly hasta el efecto de la apertura del hit hat, pasando por redobles de cuatro tiempos. Es una lástima que precisamente estos músicos, relegados a la parte de atrás, pasen prácticamente inadvertidos durante sus actuaciones.
En las presentaciones de las murgas es donde en la mayoría de ocasiones podemos disfrutar del virtuosismo de algunos de los músicos, debido a que las normas del Concurso de Murgas del Carnaval de Badajoz señalan que en la presentación pueden emplearse todos los instrumentos que de una u otra manera mejor convengan a las formaciones.
Lo más habitual es incluir algún teclado o diferentes instrumentos de percusión, pero no en pocas ocasiones nos sorprenden con violonchelos, contrabajos o clarinetes para deleite de quienes agradecen esas pequeñas bicocas musicales.
Estoy convencido en que desde ahora usted, desocupado lector, tras las líneas aquí escritas, como aficionado al arte y a la buena música, escuchará a las comparsas y murgas desde un prisma distinto, y sabrá apreciar la deliciosa música que esconden tras el, por otra parte, tronchante disfraz del carnaval.
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