“Regiones devastadas” es el título del nuevo largo de Blacanova. El disco se presentaba recientemente en la web de Rockdelux y este pasado día 30 de marzo se editaba oficialmente. «Regiones devastadas» se suma a la ya nutrida trayectoria de la banda sevillana, con tres EP y dos LP anteriores: el homónimo “Blacanova” (Foehn Records, 2010) y “¿Cómo ve el mundo un caballo?” (El Genio Equivocado, 2012).
En esta nueva entrega, Blacanova repite con el sello barcelonés El Genio Equivocado y con la grabación en los estudios La Mina, a cargo de Raúl Pérez. También están presentes, como marca distintiva de la banda, la combinación de estilos (shoegaze, noise pop, dream pop, post punk, psicodelia o post rock), siempre pasados por el tamiz oscuro, distorsionado e hipnótico que los caracteriza, y la ácida, surrealista, hilarante y dolorida realidad de sus letras, que continúan ahondando en obsesiones recurrentes (pesadillas infantiles, referencias cinematográficas y literarias, humor negrísimo, absurdo existencial…).
Pero “Regiones devastadas” es un paso adelante y un disco diferente en muchos aspectos. La banda se ha renovado con nuevas incorporaciones (Eduardo Escobar y Cristian Bohórquez) y ha apostado por nuevos y sorprendentes arreglos: los sintetizadores comparten el protagonismo con las ya características guitarras, y se combinan incluso con el piano e instrumentos de viento y cuerda (como en “Tara”). Las composiciones se enriquecen con texturas más densas y trabajadas, con más capas, y los entramados melódicos e instrumentales van desde el pop ligero y fresco (lo vemos en “Art Brut” o “Despiece”) a momentos de mayor dramatismo, más épicos e incluso cinematográficos (son los casos de “Tara”, “El Poder Mecánico” o el desarrollo final de “La pareja del verano”). La dinámica, el contraste y el asombro son la base de un disco que apuesta por la experimentación continua, con giros inesperados que atrapan y desconciertan al oyente: canciones nada complacientes, con estructuras poco convencionales que incluyen bruscos cambios de ritmo (“Bossanova”, “Nocturna” o “Amok” sorprenden con sus vueltas de tuerca). Se combinan y armonizan estilos que también podrían parecer divergentes: los guiños tropicales de “Art Brut” y “La pareja del verano”, la ya citada instrumentación de cuerda y viento, los sintetizadores y la percusión taladradora de “La soga”, las trompetas combinadas con guitarras distorsionadas en “Astenia”, el bajo que se alza como protagonista absoluto en “Amok”, la brillante melodía pop enturbiada por las guitarras de “De repente, agricultura”…
De estos raros maridajes surgen, sin embargo, potentes canciones que resultan extrañamente claras y armónicas. Los opuestos se dan la mano en un disco donde el juego es importante y no se admiten fronteras a la hora de experimentar con sonidos, estructuras y voces. Estas últimas adquieren mayor presencia en un LP que aprovecha al máximo la dualidad masculino-femenina y las posibilidades corales.
También en las letras la evocación de atmósferas relajadas, indolentes y suaves propias de una playa de aguas cristalinas se combina con la brutalidad del día a día, vacío de sentido. Los paisajes desolados de cuerpo y alma tan recurrentes en el universo de Blacanova se mezclan, así, con palmeras y acordes al sol, pero el título del disco ya nos avisa de que hay tsunamis, monzones y huracanes acechando, dispuestos a arrasar con todo, a transformar los reclamos turísticos en territorios asolados, “Regiones devastadas” donde, sin embargo, las luces y las sombras se mezclan con sorprendente y tenebrista belleza.