En los inciertos primeros pasos de un Año Nuevo es inevitable detenerse ante el calendario y preguntarse qué nos deparará el décimo séptimo del tercer milenio.
Pero antes de mirar al futuro está bien concedernos una pausa y mirar hacia atrás, haciendo un repaso de nuestra andadura por el 2016 ¿Qué hemos conseguido? ¿Se cumplieron algunos de nuestros proyectos? ¿Hemos aprendido algo importante para poner en práctica en el futuro?
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Podemos preguntarnos mil cosas, es verdad, como lo es también revisar todo lo sucedido en los pasados meses y los acontecimientos que durante el año nos han ido marcado. Como es lógico, no todos los acontecimientos han sido buenos.
Por ejemplo, hemos asistido a una devastadora necrología que ha ido sacudiendo al mundo de la música, mazazo tras mazazo en el almanaque de 2016.
Hemos asistido a la desaparición de figuras tan admiradas como el legendario músico británico David Bowie, de Prince, el icono de la música pop; el canadiense Leonard Cohen, Premio Princesa de Asturias; Frank Sinatra junior, y entre los instrumentistas, Pete Burns, Keith Enmerson, Glen Frey, Maurice White, la veterana cantante Ernestina Anmderson, … y Pierre Boulez, éste ya en la música clásica. Músicos con edades que van desde la treintena hasta cumplir los noventa.
En el año que dejamos atrás, “La Dama del alba” ha sido inmisericorde con los músicos. La peregrina, como en la obra de Casona, ha ido cobrandose vidas.
Y si en el mundo del Rock, el Pop o el Jazz han sido muchos los que se dejaron abducir por ella, en España, de forma especial, ha sido en el mundo del flamenco, donde ha hecho verdaderos estragos.
Hemos perdido de manera inmisericorde a los más grandes: José Menese, el recio cantaor de Puebla de Cazalla, Juan Carmona “Habichuela”, el guitarrista gitano, padre de una famosa dinastía; Juan Peña “El Lebrijano”, cantaor que sabía llevarnos a las esencias mas jondas… y la voz gitana de Juana la del revuelo, tan trianera como la de Paco Taranto que también se nos fue, y Dolores Vargas “la Terremoto”, y la excelsa saetera Rosario López Carrascosa, a la que se conocía como Charo López y, en fin, el maestro de baile, el sevillano Eloy Pericet, del que ya me ocupé hace unos meses. Recordar a todos ellos es verdad que solo puede llevarnos a la nostalgia, y como escribió Paulo Coelho “Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir con sólo lo que tenemos en el presente! El pasado ya pasó”… Pero no es fácil resignarse.
Pasada la página, enfrentemos el futuro con alegría, con plena disposición, con el convencimiento de que queda un resquicio a la esperanza. En estos primeros compases del Nuevo Año, hagamos un voto para que sea un buen año para la cultura y para que siempre haya música en nuestras vidas.