El consejo de gobierno de la comunidad autónoma anunció en el mes de agosto la concesión de las Medallas de Extremadura para 2017. Una de estas distinciones ha recaído en el Orfeón Cacereño.
Es el Orfeón una de las entidades musicales más antiguas de Extremadura y, desde luego, una de las que se ha mantenido activa a través de los años. Con sus altos y sus bajos, como ocurre en casi todas las agrupaciones, ha tenido una continuidad que nunca se ha roto, y que va más allá de los cincuenta años.
Quiero creer, sin quitar ningún mérito a esta institución, que en la concesión de estas medallas se ha querido premiar también al afán con que las agrupaciones de esta índole en la comunidad contribuyen a la promoción del arte musical, que beneficia tanto a las personas, a los pueblos, y a todos los que participan en esta gratificante aventura que es la experiencia coral. El canto coral te ayuda a realizarte física y síquicamente, de eso no hay duda.
Si bien las agrupaciones “amateur” tienen sus dificultades en el ritmo de trabajo, entre otros inconvenientes está el de acomodar los ensayos a la disponibilidad de tiempo de sus integrantes, lo que no es siempre fácil. Su actitud musical es muy digna de encomiar al tiempo que los coralistas van adquiriendo una experiencia y un nivel emocional impagables, amen del compañerismo que suele imperar, y que se manifiesta en la contribución y el entusiasmo de todos los integrantes hacia una causa común.
Realmente no es fácil mantenerse durante tanto tiempo en el empeño de una tarea que, aún gratificante, tropieza como digo con dificultades. Si añadimos, por otra parte, tanta incomprensión y desinterés como vivimos en estos tiempos.
Hace 52 años que nació el Orfeón Cacereño. En estas cinco décadas ha pasado por cinco directores, estando en estos momentos bajo la dirección artística de María del Castillo Ventosa-Cossío, buena profesional y mejor persona.
El Orfeón Cacereño funciona como una asociación, y, como ocurre en estas instituciones, su mantenimiento económico está suscrito a las cuotas que aportan mensualmente cada uno de los miembros – es la contribución que debe interpretarse como el precio que se paga a cambio de los beneficios espirituales y de conocimiento que reporta una experiencia tan reconfortante -, sin menospreciar las escasas ayudas públicas que recibe.
Es bueno que agrupaciones como ésta hayan despertado el interés de quienes sopesan los méritos de las candidaturas presentadas para conceder cada año las medallas de Extremadura, máximo galardón que concede el Consejo de Gobierno de la Comunidad autónoma.
A expensas de su entrega en la festividad de la Patrona Nuestra Señora de Guadalupe, por el acercamiento que tengo con el Orfeón premiado, aplaudo esta concesión. Felicito a la agrupación, que no ha desfallecido en los momentos duros – que los ha tenido –, y ha sido capaz de mantenerse con la ilusión intacta hasta vivir esta condecoración que le honra.
Felicidades.
Más información sobre el Orfeon Cacereño en los siguientes enlaces:
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