El movimiento Tropicalia o Tropicalista surge en Brasil en el año de 1967, en reacción a la dictadura militar que para ese entonces gobernaba el país amazónico.
Este movimiento estuvo integrado por ciudadanos de diversas tendencias artísticas.
Tropicalia reflejaba la nueva escena política basada en las ideas revolucionarias que se difundieron a partir del triunfo de la revolución en Cuba en el año 1959.
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Tropicalia – Nace un movimiento sin precedentes
El nombre del movimiento se le atribuye a una canción de Caetano Veloso, “Tropicalia”
Traducción de la primera estrofa y del primer coro:
Sobre los planos, los aviones
Bajo mis pies, los camiones
Puntos en contra de las mesetas
Mi nariz
Organizo el movimiento
Guío el carnaval
Inauguro el monumento
En la sierra central del país…
Viva la bossa
Sa, sa
Viva la cabaña
Ca, Ca, Ca, ça.
Su expresión máxima se dejó ver en el ámbito de la música popular, el cual estuvo liderado por Caetano Veloso y Gilberto Gil.
Estos extraordinarios artistas basaron su proyecto musical en la antropofagia cultural, y ésta propone ir a las raíces de la diversidad musical, y la cual estuvo basada en el movimiento impulsado por el artista Oswald de Andrade en los años 20, quien expresaría lo siguiente:
“Es necesario expulsar el espíritu de la dinastía portuguesa”. Oswald de Andrade expone el mito de la América salvaje como parte del pasado y como gran visionario lo devuelve convertido en futuro.
En el movimiento Tropicalia, lo universal es un espacio a conquistar, y su característica máxima será la autencidad producto del sincretismo cultural basado en la igualdad y en el modernismo de las tradiciones musicales brasileñas.
Tropicalia – Exponentes musicales
El movimiento musical Tropicalia originalmente estuvo integrado por compositores, letristas e intérpretes de origen baiano, entre los que se mencionan Caetano Veloso, Glberto Gil y Tom Zé.
Luego se integrarían de forma activa los siguientes artistas y agrupaciones: Os Mutantes, un trío de rock; Gal Costa, en ese entonces intérprete del baiano; Nara Leão, exponente del género Bossa Nova; y Los Beat Boys, banda de Rock argentina.
Estos últimos sólo permanecieron hasta la primera etapa de dicho movimiento.
El tropicalismo expone lo que es auténticamente brasileño desde la expresión del cuerpo, de las voces, la alegría y euforia, hasta la fusión musical producto del mestizaje.
Tropicalia se constituye, en general, en un todo bien conformado de la expresión artística brasileña.
Figuras como Chico Buarque, Roberto Carlos y Joao Gilberto fueron parte integrante del tropicalismo, mediante su nuevo enfoque sobre la canción de características pausadas, relajantes y con base en el Bossa Nova.
Estas tendencias impulsarían gran número de festivales de la canción en el medio televisivo, que se proyectarían en el territorio brasileño.
Dichos festivales dejarían de manifiesto la protesta hacia el régimen dictatorial de ese entonces, y el resurgir de nuevas fusiones musicales que se convertirían en tendencia, como lo expresaría Caetano Veloso: “el movimiento tropicalista no era sólo una revuelta contra la dictadura militar”.
El movimiento Tropicalista además impulsa la transformación del carnaval de Brasil de la mano de Caetano y Gilberto, convirtiéndola en un medio mediante el cual el pueblo se pudiese expresar libremente a pesar de la opresión reinante.
En adelante, el carnaval de Brasil se convertiría en el símbolo de alegría y expresión artística del pueblo.
En el año de 1968, Caetano Veloso y Gilberto Gil son puestos en prisión por la dictadura militar reinante, quién los señaló de subversivos.
En el año de 1972 el movimiento tropicalista es debilitado debido a la expulsión de Caetano y Gilberto, debiendo estos exiliarse en Londres, Inglaterra.
Antes de partir grabaron un álbum con la canción “Aquele Abraco” en señal de despedida. Sin embargo, los músicos siguieron trabajando y grabando en dicho exilio.
La propuesta del sincretismo cultural de raíces profundas en lo artístico musical y racial del movimiento Tropicalista, evidencia la heterogeneidad, lejos de la discriminación racial, de la conciencia de clases, y de la opresión reinante en los años sesenta en Brasil.
Aquí el etnocentrismo cultural queda desplomado ante tal propuesta de igualdad, inyectada de modernismo, y que de manera irreversible se proyectaría a nivel mundial, cuya consigna sería: “De Brasil para el mundo”.
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