Si preguntas en Colonia por un percusionista flamenco, cualquiera que esté al tanto de la escena musical te va a contestar Antonio “Pumuki”. Eso, a pesar de que este percusionista, que además es técnico de sonido, vive a más de 500 km de aquí, exactamente en Berlín.
Y si uno bucea un rato en Internet, se va a dar cuenta que Antonio Moreno, o Pumuki, también es muy conocido en su Murcia natal. Estamos hablando pues, de uno de los mejores, tanto en su faceta técnica como musical.
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Antonio, ¿cómo se vive, o sobrevive, haciendo flamenco en Alemania?
Dejémoslo mejor en “cómo se sobrevive”. ¿Cómo? Picando, como los pollos (risas). Picando de un lado y de otro. Tocar en varias formaciones, compaginar los conciertos con la enseñanza musical… Se sobrevive como en cualquier otra disciplina musical. Hay que tener bastantes cabos de donde agarrar, y eso es algo que puede resultar bastante duro. Por otro lado, en Berlín hay una escena flamenca bastante notable, como en el resto de Alemania, con una gran cantidad de músicos que te permite investigar y probar con diferentes estilos.
Al hacer flamenco en Alemania, ejerces de embajador de una cultura importantísima. ¿Sientes responsabilidad?
Sí, realmente somos embajadores de una cultura tan importante como es el flamenco. En mi caso, siento muchísimo respeto por el arte al cual me estoy entregando, pero es el mismo respeto que siento por cualquier tipo de música. Siento del mismo modo un gran respeto cada vez que subo a un escenario, tanto si es flamenco como cualquier otro tipo de música.
En tu Facebook se puede ver que tocas en Alemania, Grecia, Reino Unido… ¿De dónde sacas la energía?
La energía está metida en las venas. Yo estoy deseando que salga una fecha para encontrarme con mis compañeros y preparar el concierto. Esa actuación me sirve, o nos sirve, para motivarnos de cara a la próxima cita. Es un ciclo, tal y como una batería recargable. Yo disfruto como un niño.
Y bien que se nota, Pumuki. Sigo buscando en Internet, y se te puede ver en un vídeo con Raimundo Amador, en el que éste te llama para subirte a tocar en un concierto. O sea, que hubo vida antes de Alemania…
Pues sí, hay una vida de casi 20 años, el tiempo que estuve tocando la batería en España. Empecé con un grupo de Metal, seguí con el funky, el rock…, pero si vamos a hablar de flamenco, lo que hizo que me metiera de lleno fue el disco Omega de Enrique Morente. Cuando escuché ese disco pensé: “qué bueno”, y seguí con Paco de Lucía y Camarón. Pero Pumuki tiene otra cara que es la de técnico de sonido.
En Madrid estuve trabajando 8 años en Cardamomo, un tablao que, si bien ahora está más centrado en el turismo, por aquel entonces era un referente en la escena flamenca. Allí tuve la oportunidad de vivir el flamenco “a puerta cerrada”, y hacerle el sonido a casi todos: Ketama, Antonio Carmona, Carles Benavent, Enrique y Estrella Morente, Tomatito, Raimundo Amador, que me llama sobrino y yo le llamo tito (risas). Y bueno, también tuve una época de viajar mucho por Colombia, Brasil, Nicaragua, Guatemala, un par de veces en Moscú…, todo ello gracias al flamenco y trabajando como técnico de sonido.
Pues vaya, Antonio. Conocía tu parte como músico, pero desconocía tu otra faceta. A pesar que hemos estado juntos en un par de ocasiones no me contaste nada. Tu modestia te honra. La última: cuéntame alguna anécdota.
No sé si llamarlo anécdota, pero ahí va. Trabajé mucho con David de Jacoba, que iba con Paco de Lucía. Le estuvo hablando de mí y estábamos en contacto para ser su técnico de sonido, pero a los tres meses Paco de Lucía falleció. Y te cuento otra. Justo cuando se grabó Calle 54 de Fernando Trueba, coincidió que yo estaba en Cardamomo. Recuerdo a todos los músicos cubanos pasar por allí, y fui testigo de la fusión que se produjo a raíz de ese encuentro.
Pumuki, muchísimas gracias por compartir tu experiencia con los lectores de LaCarne. Te deseo lo mejor tanto a nivel profesional como personal, porque es un orgullo para los de nuestro gremio tener a personas como tú. Un abrazo muy grande.