Amanece 2022 lleno de incógnitas, de promesas expectantes, marcado por fechas conmemorativas, “cifras que son fechas”, como escribiera el poeta. Fechas que nos sirven para recordar hechos y personas que pasaron y merecieron permanecer en el recuerdo. Ellas nos ayudan a no olvidar, porque registran momentos de la historia.
Para empezar, este año el Magazine LaCarne cumple su duodécimo aniversario, y siempre “in crescendo”. Es una fecha para remarcar. El número doce simboliza el orden y el bien, la perfección absoluta. Doce fueron los apóstoles y los dioses del Olimpo griego. Doce también las tribus de Israel, y doce son los meses del año… ¿Quién duda que hacia esa perfección absoluta no se encaminan los pasos de sus creadores?
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Ángela Capdevielle y Juan Solano – Conmemoraciones en 2022
Este año también remarca el doscientos aniversario del nacimiento de Cesar Frank, el centenario de la creación de algunas orquestas, como la Filarmónica de la BBC y la Sinfónica de Bilbao. También el centenario del nacimiento de la eminente soprano Renata Tebaldi, y del saxofonista y director de bandas de Jazz Larry Elgart. Nombres y hechos que van a ser muy nombrados a lo largo de los meses venideros en el ámbito musical internacional.
Circunscribiéndonos al entorno más próximo, al rincón de donde partió la creatividad de esta revista, este año registra fechas y momentos de dos cacereños que fueron amigos, primero en la relación profesora-alumno, y luego con la mutua y desprendida admiración que se profesaban: Angela Capdevielle y Juan Solano.
Y es que en mayo se cumplirán cincuenta años del adiós de Doña Angelita, así era conocida en la ciudad esta mujer profesora de música, concertista, folklorista y animadora del ambiente musical de Cáceres. Tenía 82 años al partir.
En diciembre será, por otra parte, el centenario del nacimiento del otro cacereño al que me refiero, Juan Solano, uno de los músicos más inspirados entre los creadores de la españolísima copla.
Conocí a Doña Angelita Capdevielle en sus últimos años de vida, cuando recalé en Cáceres y ella era una anciana menuda y de apariencia frágil, dulce y cariñosa. Antes yo había tenido referencias de ella por noticias leídas en viejas revistas musicales, como RITMO Y HARMONÍA.
No le había faltado temperamento al decir, de quienes la conocieron en su plena actividad como profesora de la Escuela de Magisterio, sus dotes pianísticas, el rigor con que dirigía los coros, las danzas, donde no admitía ni un pañuelo mal puesto ni un mantón que no estuviera colocado como Dios manda.
Y como trabajadora incansable, pionera que lo fue en la búsqueda del folklore musical que recuperó en largos y pesados viajes por la provincia cacereña. Dejó su impronta recuperando canciones y bailes antiguos que sus discípulos han conservado hasta nuestros días.
En mi aproximación a tan ilustre artista, guardo el recuerdo del festival en el que intervine, organizado por el Ayuntamiento de Cáceres, al conmemorarse el centenario de su nacimiento en mayo de 1990. Festival en el que participaron grupos de danza, dulzaineros y amigos artistas que le dedicaron palabras a modo de ofrenda.
Eso, y el premio de folklore que lleva su nombre, y que se me concedió por la Diputación el 21 de diciembre de 1985. Hoy el recuerdo de Ángela Capdevielle permanece firme en toda la región en festivales y agrupaciones folklóricas, tanto infantiles como juveniles. Juan Solano la calificó en su despedida como “corazón musical de la Alta Extremadura”.
Más cercanía tuve con el Maestro Solano, porque el compositor que amaba a su patria chica, y que solía inspirarse tantas veces en las canciones de raigambre extremeña, estuvo muchos años lejos de Cáceres – ignoro los motivos-, pero en los últimos años de su vida, a raíz de hacérsele el nombramiento de “Hijo predilecto de la ciudad” en 1984, vino con asiduidad.
Se le notaba que quería recuperar el tiempo de su larga ausencia, buscando el afecto y el cariño de sus paisanos. Era fácil ser su amigo porque era un hombre que destilaba humanidad y simpatía. Un pozo de sabiduría, de conocimiento, de gracejo y de sencillez. Como tal lo tuve, y guardo grandes y entrañables recuerdos de nuestras charlas espaciadas en aquellos últimos ocho años de su vida.
Decía en este comentario que Doña Angelita Capdevielle y Juan Solano se querían y admiraban mutuamente. Treinta años más o menos les separaban. Ángela acogió como alumno al pequeño Juan, que muy tempranamente empezó a brillar con luz propia para terminar siendo uno de los compositores de música popular más aplaudidos en el panorama español, creando canciones, música para películas, y espectáculos de variedades.
Este 2022 está marcado para ambos. Un cincuentenario, un centenario y treinta años de ausencia desde que Juan nos dejó para siempre el 23 de abril de 1992, festividad de San Jorge, patrón de la ciudad.