Carnicería Sanzot – Bateristas, estereotipos y habilidades

Aunque en realidad, todos los músicos son especiales de una u otra manera, hay que reconocer que los baterías distan mucho de acercarse a la normalidad. Para bien o para mal, los portadores de baquetas, instrumentistas de platos, bateras, tocadores de caja y timbales, batacas, drummers, percusionistas, o como cada uno buenamente les denomine, son distintos, especiales y muy particulares.

Y curiosamente son siempre escasos. Hace más de diez años que abandoné la música en activo, y según me cuentan mis amigos del mundillo musical, aún sigue en alza la cotización de un buen batería estés donde estés. Da igual que nos encontremos en Badajoz, Salamanca, Madrid, Barcelona, Sevilla o Granada. Allí donde vas los baterías no abundan, y los buenos ni hablamos. En detrimento de guitarristas, cantantes, teclistas, bajos y demás.[pullquote]Musicalmente, destacaría entre las habilidades de un buen batería especialmente su tempo y sentido del ritmo. Aquel que sabe imprimir la velocidad adecuada y mantenerla, elevará sin duda a una banda hacia lo más parecido a la perfección.[/pullquote]

Supongo que una de las causas naturalmente será aquello del vil metal y la voluminosidad que encierra a tan particular y extraordinario instrumento. Es mucho más económico y práctico, por razones de espacio, comenzar con una sencilla guitarra o teclado, instrumentos que puedes adquirir a módico precio y con los que puedes practicar hasta caer rendido en tu propia habitación sin molestar a nadie.

Conste en acta que me parece loable el interés hacia cualquier instrumento, ya sea la guitarra, la viola, el contrabajo, la dulzaina o el ceremín, pero gracias a Dios siempre existen quienes no se doblegan hacia la practididad y el conformismo, y desafían a la economía y los rigores de elegir tan gitantesco artefacto, el cual otorgará algo más que ritmo a los sueños y melodías que se traducen en bellas canciones.

Mientras los guitarristas, bajos, teclados, pianistas o violinistas miman sus herramientas, los baterías no se cortan a la hora de golpear timbales y platillos, siguiendo la inteligente máxima que afirma: “Para eso están”.

A los bateristas no es necesario que les indiquen que bajen o suban el volumen, porque nunca es necesario que su sonido sea amplificado en un pequeño local de ensayo, y es cosa inútil y tontería pedirles que reduzcan su intensidad de golpeo, porque sabes de sobra que no lo van a hacer. Algo parecido a lo que durante toda la historia de la música llevan haciendo otros intérpretes y ejecutantes, como los guitarristas, quienes cuando les piden que bajen el volúmen de sus amplis ellos “hacen como si lo bajaran” y todo el mundo sabe que en realidad no han alterado a la baja el sonido, sino que incluso han aprovechado para subirlo un poquito. Este hecho, por cierto, también se repite constantemente en cualquier ciudad del mundo mundial y en cualquier época, cultura o dimensión del universo (musical).

Pero bromas aparte, siempre me he sentido interesado por este maravilloso y estruendoso instrumento, así como por los músicos que ejecutan sus pistas y directos. ¡Que descorazonador que todavía se piense a priori en el batería como en el más torpe o bruto de la banda! El mundo audiovisual tiene bastante culpa en este sentido y ha ayudado bien poco a la dignidad de quienes ejecutan tan importante instrumento en las formaciones musicales.

Nunca les perdonaré a los creadores de Los Trotamúsicos que fuera un burro el batería del cuarteto de Bremen, portando además para más celebridad un nombre como “Tonto”, pues no me negarán, amigos lectores, que tal elección encierra una cantidad de mala leche amén de negativas denotaciones y comnotaciones.

Aun recuerdo una de mis películas favoritas de todos los tiempos, The Commitments, dirigida por Alan Parker en 1991, de obligada visión para todos los amantes de la música, en especial para aquellos inmersos en la adolescencia con la intención de formar una banda o grupo musical.

En este film, entre otras cosas, todos aprendemos cual es el importante papel de un buen mánager. Parece que estoy viendo a Outspan Foster, guitarrista del grupo, fascinado por el nuevo amplificador para la banda, preguntándole al mánager Jimmy Rabbitte: “Increíble… ¿De dónde lo has sacado?”- “¡No preguntes!”- Responde el mánager con mala leche y cara de circunstanscias. ¡Eso sí que es un mánager, sí señor!

Pero en el asunto de los baterías la película no ayuda en absoluto a forjar buena imagen de los bateras. En uno de los ensayos, Deco, el extraordinario vocalista interpretado por Andrew Strong, se sienta a los tambores y comienza a golpear timbales y platos provocando un ruido de mil demonios.

-”No es tan difícil tocarla eh?”- le inquiere con mala leche al baterista. “Hay que tener coordinación y habilidad”- contesta el ofendido bataca. “¡Nunca podrás tocarla!”.

En otra escena, en la que el personaje de Billy Mooney, primer batería de la formación, le comunica a Jimmy Rabbitte que abandona el grupo, el mánager indignado le responde: “¡Que te jodan, cualquiera puede tocar la batería!”- Algo con lo que el menda (Nobleza obliga) no puede estar más en desacuerdo. Y como colofón el mánager coloca nada menos que a Mickah Wallace, un pedazo de bestia, animal de bellota mega violento que encima acaba tocando bastante bien.

Recuerdo que en películas clásicas y entrañables como Great Balls Of Fire no se le dedica a este instrumento ni una sola frase. O incluso en bodrios como aquel intento de mostrar la primera etapa musical de The Beatles, Backbeat,  en donde en alguna escena también se ningunea al baterista.

Aunque justo es recordar que existe alguna otra película en donde el batería se presenta de manera más positiva, como en The Wonders, en la que además de ser el guaperas es el responsable con su cambio de ritmo del gran éxito de la única canción del grupo. También recuerdo de manera más cómica a aquel batería de Casi Famosos saliendo del armario justo antes de un accidente aereo que finalmente no se produce.

Musicalmente, destacaría entre las habilidades de un buen batería especialmente su tempo y sentido del ritmo. Aquel que sabe imprimir la velocidad adecuada y mantenerla, elevará sin duda a una banda hacia lo más parecido a la perfección.

Personalmente me gusta pensar en un batería como en una especie de director de orquesta, quien marca el ritmo al principio de la canción, y quien avisa con sus redobles que se aproxima un cambio, la entrada al estribillo o un aumento de intensidad.
Si además de todo esto, hay algo que valore en un buen batería, sin duda alguna ello es la originalidad de sus breaks y ritmos en detrimento quizás de una mayor o menor técnica.

Se critica mucho por ejemplo a baterías como Ringo Starr (Yo mismo en mis artículos en LaCarne Magazine y mi propio blog lo rebajo a la altura de considerar a Paul McCartney mejor batería que él) en detrimento de coetáneos como Charlie Watts, por aquello de contar con más “técnica” al ser éste batería de Jazz. Igual como batería de Jazz sí es posible que el batera de los Stones supere a Ringo, pero como batería de pop-Rock dificilmente lo creo a pesar de su carrera jazzística.

El ritmo de Ringo en temas como “Drive my Car” es fabuloso, incluso en algunas de las primeras canciones como “Rain”, “She Said she said” o “Ticket to ride” las pistas son realmente imaginativas, en las que sin duda influyó McCartney, quien siempre aleccionaba a Starr sobre la importancia de conseguir pistas interesantes.

El mismo McCartney grabó pistas de batería maravillosas como “Back in the URSS” o “Dear Prudence” del álbum blanco. Pero sin duda en discos como Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) o Abbey Road (1969) (donde hay un gran trabajo de  timbales y tom) ejecuta el baterista de The Beatles piezas soberbias, y algunos baterías como el propio Phil Collins han declarado en más de una ocasión que no sabrían que hubieran podido hacer al encontrarse con temas como “Strawberry Fields” o “A Day in the life”.

Pero volviendo al tema de las condiciones que debe reunir un gran batería, he de confirmar que me declaro simpatizante activo de aquellos que nunca hacen dos breaks o redobles iguales en una canción.

Entiéndanme, me refiero a aquellos que son capaces de expresar en cada momento sus sentimientos y por otrora no son amigos de repetir el mismo e idéntico redoble en una canción cada vez, vamos, que se dejan llevar según sus sentimientos actuales.

Quien suscribe era de esos, y he de reconocer que tal particularidad no suele contar  de primeras con el visto bueno del resto de músicos de la formación, por aquellos de no saber muy bien qué es lo que se van a encontrar. Pero así mismo les puedo asegurar que el resto de miembros se acaban acostumbrando e incluso contagiándose de esta actitud, la cual sobre todo en directo otorga un sin fín de satisfacciones.

Los baterías son como son, y así hay que aceptarlos. Y después de todo, amigos lectores, piensen que detrás de una batería existen músicos increíbles, con una gran formación (en especial los americanos) y que son capaces de tocar en tiempos y compases inimaginables, y ello no puede ser más que un don.

Y luego están los solos, que a muchos pueden parecerles cargantes. Pero no dejen de pensar, que lo peor de todo es que después del solo del batería, suele venir el solo del bajo, y eso sí que es otra historia.

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