Entrevista a Improvisadores Libres. Epy Figueroa (guitarra, conducción, improvisador multifacético)
Conocí a Epy Figueroa a través de Salomé Plata, una de las representantes de esta revista. Fue un descubrimiento magnífico. Desde el primer momento nos entendimos a la perfección, tenemos unos conceptos musicales muy parecidos y creo que nuestra empatía y simpatía es mutua.
Me ha emocionado mucho leer en esta entrevista unas pocas líneas que me ha dedicado. Me halaga y me pone la carne de gallina saber que he contribuido a crear un grupo estable de improvisación libre en Cáceres, en Extremadura, que de ahí soy yo.
Ya he ido para allá dos veces: I’ll be back, como dice Terminator jajajaj…para mí es y será siempre un placer enorme compartir esos momentos con Epy Figueroa y todos los amigos de esa ciudad tan maravillosa.
Aquí tienen su entrevista!
Epy Figueroa, conectando con el momento
Dime cuál es tu procedencia musical. Si tienes formación académica, me interesa que me cuentes tu experiencia en las escuelas de formación de música o en el conservatorio, y que me lo compares con tu experiencia en la improvisación libre y en la música experimental, aunque sea compuesta. ¿Cuándo y cómo llegaste a la improvisación libre?
En mi familia no había ningún músico, pero siempre se escuchaba música en casa. Yo toqueteaba todo lo que se ponía por delante y cantaba y jugaba mucho con la voz. De adolescente probé en un par de grupos y aprendí algunas cosillas en la guitarra eléctrica. Con 17 años escuché a un amigo tocar un tema de Joe Satriani y me enganché a las seis cuerdas. Más tarde, un profesor me recomendó la guitarra española y entrar en el conservatorio de Cáceres. Estuve tres años.
Un profesor de eléctrica me recomendó el Musicians Institute de Hollywood. Fui allí en 1999. Estuve 3 meses y luego estudié con Jean Marc Belkadi durante 6 meses. Volví en 2002 para tomar clases particulares con distintos profesores durante un año y medio.
Siendo un enamorado de la música clásica dejé el conservatorio por la dinámica del mismo, no me apetecía tener que tocar solo, concursando para ganarme la vida con obras de otros, o participar en un sistema de enseñanza tan cerrado y frustrante como el que me encontré.
El programa en el Musicians Institute también me fundió los plomos, demasiado orientado a ser funcional, pero el profesorado era maravilloso, músicos realmente grandes y con mucha trayectoria. Todo el mundo “improvisaba”. Aparte de las clases lectivas, tenías laboratorios con los profesores, y te daban cancha para explorar, dentro del estilo que correspondiera, claro.
Me frustraba pensar que todo tenía que estar reglado y autorizado o recreado. No me sentía buen músico y pensaba que me faltaba mucho conocimiento para poder ser libre. A todos los profesores les gustaba mi personalidad tocando, pero todos insistían en lo mismo: “te falta lenguaje”. Desde siempre lo que más he hecho es improvisar. Recuerdo más de un recital de guitarra clásica en el que mis dedos sustituyeron lo olvidado por algún pasaje, más o menos “correcto”, que aparecía en el justo momento de quedarme en blanco. Siempre tuve la sensación de podernos conectar con una fuente que nos ofrece su arte, al que accedes sin pensar demasiado. Siempre busqué improvisar en los grupos, en los temas, en las jams, a solas…
Harto de estudiar y de buscar la “perfección” abandoné la guitarra y la música por unos meses y me marché de viaje. La música me encontró en el viaje, pero algo había cambiado. Decidí no volver a machacarme con lo que era o no era (el recuerdo de no llegar a ser suficientemente bueno, impreso en el conservatorio, se empezó a diluir). Cuando regresé de ese viaje me puse a improvisar únicamente, no tocaba con bandas, no quería ceñirme a ningún repertorio. He estado seis años tocando diferentes tipos de música en diferentes puntos geográficos sin atarme nada más que a la escucha y la emoción del momento.
En 2012 me encontré con Carlos Ojeda, compositor y productor. Publicamos un disco bastante experimental (Kinky Attitude: Ella’s song), volví a cantar y en él toqué muchos instrumentos, al romperse las cadenas también se rompió el miedo.
En 2015 Chefa Alonso hizo un taller dentro del Festival de Música Contemporánea del MVM. Me quedé fascinado, ¡había gente que improvisaba con reglas y sin ellas! ¡Mucha! ¡Y desde hacía muchos años!
Quería montar algo de este tipo. Me metí en el precioso proyecto de un amigo, la Freelarmónica, pero la propuesta no me resultó tan free.
Gracias a LaCarne Magazine apareció Javier Entonado en Cáceres para dar otro taller. Lo que significó otro disfrute mayúsculo.
Me invitó a dirigir y tras el curso me animó: “tienes habilidades para esto”.
De niño me recuerdo escuchando a Vivaldi, a Sarasate, o a Beethoven imaginando que dirigía yo la orquesta. Las palabras de Javier surtieron efecto. A los pocos días había reunido a un grupo de músicos amigos y tuve el placer de dirigirles en una actuación en directo. Jamás me había sentido tan conectado y concentrado con la música que de ellos salía.
Tras el segundo encuentro/taller con Javier en Cáceres, me atreví a iniciar el proyecto POOL 369º.
Desde diciembre de 2017 soy mucho más feliz a nivel musical y artístico. Es toda una experiencia llena de regalos cada encuentro que hacemos (normalmente una vez por semana). Me siento, y nos sentimos todos los compañeros, como niños con zapatos nuevos.
Siempre he sido de disfrutar lo que toco, y de conectar con los otros músicos y con el público, pero observo que con la improvisación libre ocurre una especie de comunión con un estado de conciencia, si no alterado, cercano a ello. El poco público que asiste, y se queda, o bien se incorpora a la interpretación o bien se queda extasiado, sin aplaudir (cosa que me fascina estando acostumbrados a los aplausos de mucha gente que va a los conciertos a hablar y a aplaudir entre tema y tema. Se rompen muchas barreras, aparte de la cuarta pared).
¿Cuáles son las influencias que te han ayudado al aprendizaje de tu lenguaje musical? ¿Y a la improvisación?
Los estilos musicales que he interpretado han sido muy variados: Heavy, Clásica, Rock, Pop, Blues, Funk, Soul, Tango, R&B, Jazz, Música ligera, Árabe, NuMetal, Experimental… Entiendo que habré sido influenciado por todas ellas. También escuché mucho a Vivaldi, Mozart, Tchaikowsky, Richard Strauss, Strawinsky, Paco de Lucía, Vicente Amigo, Albert Collins, Pink Floyd, Pat Metheny, Scott Henderson, Jeff Beck, Frank Zappa, Prince, Queensrÿche, Jeff Beck, Satriani, Jean-Marc Belkadi… y mil más.
En la improvisación, José Sánchez Villar (el amigo que me tocó el tema de Satriani cuando tenía 17 años, un improvisador nato), Óscar Trigoso, Frank Zappa, Miles Davis, Scott Henderson, Brett Garsed, Rubén Rubio, David “Lerman”, Chefa Alonso, Arín Dodó y cientos de músicos que pude disfrutar en directo, principalmente de Jazz.
¿Qué es para ti “espacios” en una pieza?. Quiero decir, que si te dicen: Vamos a crear una pieza con ‘espacios’, ¿Qué interpretas?
La primera imagen que me viene es el silencio, huecos para dar cabida al silencio. Luego me han venido unos espacios físicos, como los de las tres dimensiones, por ejemplo, un dormitorio, una cocina, una iglesia, un antro, una cueva, la selva, el interior de una flor, el espacio sideral…
¿Consideras que la improvisación libre es un género musical autónomo?
Sí, aunque a veces, o en momentos concretos, no lo sea. A veces surgen piezas o partes de ellas que se podrían enmarcar dentro de cualquier estilo convencional.
La conducción en la música improvisada te interesa y la practicas. Hay improvisadores libres que se niegan o que rechazan la conducción en este tipo de música. ¿Por qué estás a favor de esta práctica?
Me gustan las dos vertientes, sin dirección y con ella.
Muchas veces, cuando no está dirigida, basta un motivo, una línea o una intención para que el discurso musical tome una dirección. “Libre”, la mayoría de las veces, es un eufemismo.
Cuando tocas con improvisadores natos o experimentados, la dirección, por lo general, está de más.
Lo que me gusta de la dirección es que puedes sacar provecho de las habilidades de los ejecutantes. Puedes hacer desaparecer sus miedos y renuncias, hacer que la “página en blanco” si aparece, no esté en blanco, o dar unas normas a los ejecutantes para que las rompan. También puedes cortar o transformar lo que ocurre si la cosa se pone aburrida para el resto de los músicos o el público. Aunque esto, obviamente, es muy subjetivo y lo mismo erróneo.
También gracias a la dirección, por lo que me toca, puedo darle herramientas y capacidades a gente que no está acostumbrada a improvisar.
¿En qué proyectos estás participando? Tanto de música improvisada como compuesta.
Trilobytes (Trío de rock fusión), The Will Hammond Band (Rhythm & Blues británico), Jam Jorge and The Dragons (Jam session), Mareados (Dúo con Livia Estévez), como guitarrista acompañante con Juanjo Cortés y Estela de María y Pool 369º (Grupo de improvisación libre y dirigida). Y a veces también me echo a la calle a cantar con mi guitarra, solo o con quién me encuentre. Siempre improviso, todo, mucho, poco o a penas, pero improviso.
Explícame brevemente tu concepto musical
Busco encontrarme con el momento, conectarme y dejarme fluir para desarrollar una idea.
De cara al público, depende del proyecto, pero en general busco transmitir y pulsar las emociones, intento conectarles con el presente, despertar su interés por la música y por el arte. Cada momento es sagrado, también el escenario, con tarima o a ras de suelo, busco tocar algo en la mente, el corazón, las entrañas y/o la conciencia del que escucha, siempre dentro de un marco estético.
Indica links, grabaciones, páginas webs…donde aparezca tu material.
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