Un guitarrista que conocí en los encuentros de improvisación libre organizados por Raras Músicas, y llamado Juan Antonio Clemente, me llamó el verano pasado para proponerme formar un dúo con él.
Me gustó la idea, y en septiembre empezamos a reunirnos de forma periódica para improvisar e irnos conociendo como músicos poco a poco. El resultado hasta ahora ha sido desde mi punto de vista bastante satisfactorio. Ha habido buenas sesiones, otras no tanto, y una en particular, excelente.
Cuando nos reunimos no pactamos nada previamente, nos vamos dejando llevar por la situación del momento. Son sesiones improvisadas libremente, que conllevan un riesgo porque unas veces sale mejor que otras, pero no deja de tener interés. Vamos probando fórmulas y situaciones, que no necesariamente tengan que repetirse.
De hecho, yo intento no memorizar, pero se van quedando en el subconsciente y estoy seguro que salen solas sin que te lo propongas en otras ocasiones.
Ya he hablado otras veces de que la improvisación libre no es “libre” al 100% porque estás condicionado por las experiencias anteriores, y todo eso sale sin que te lo propongas. Desde mi punto de vista, eso al final es lo mismo que un ensayo formal, pero sin repetir fórmulas de forma premeditada y consciente, estás más expuesto al riesgo, a la emoción y a la intuición del momento.
Otra de las cosas que me interesa últimamente es la presencia en el escenario y la puesta en escena. No quiero que mis apariciones se limiten a estar tocando.
Me gusta que esa música esté acompañada de unos movimientos, que, aunque en mi caso son simples, le dan un pequeño toque “teatral y cómico” para que los conciertos de este tipo de música no se impregnen de un aura de seriedad que prefiero evitar. Porque para mí (y cada vez que digo esto me acuerdo de los chicos de En Busca del Pasto) la improvisación libre es un juego y un divertimiento.
Quizá en algún momento te “cargas” lo que está sonando muy bien y desvías la atención en otras cosas, pero bueno, esa es la gracia de estar en un escenario. Al fin y al cabo, son momentos efímeros que desaparecen al instante, y, quizá, ese elemento “extramusical” en ese momento ayude a que entres de nuevo en la representación.
Hace pocos meses tocamos en la sesión número 77 del Ciclo Raras Músicas, y aparecieron algunas de las ideas que fluían en los “ensayos”.
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