La C.R.P. Comunidad Rockera Paceña

La C.R.P. La C.R.P. (Comunidad Rockera Paceña), una retrospectiva a la escena underground del rock de la ciudad de La Paz.

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Mediados del 2003… Son aquellos tiempos duros para géneros “Iconos” y “Puristas” del Rock. Géneros como el Heavy Metal, Black Metal, Death Metal, y un largo etcétera de “Metales”, se veían obstaculizados nuevamente por la mentalidad cerrada y “cuadrada” de sus adeptos, dando paso a los emprendimientos contemporáneos de la época: el Rapcore y/o Nü Metal, (confundido para entonces con el género Hardcore), el “Neo” – “Emo” – “Happy” – “Kinder” Punk, y géneros de Rock alternativo que fusionaban desde los estilos Grunge, con el Death y Thrash, hasta el surgimiento del Screamo. Fueron la bandera que ondeaban aquellos “nuevos rockers” que aparecían en números cada vez más grandes por las calles de la ciudad de La Paz.

Algo miedosos y timoratos, una escena con muy poca moral poco a poco iba tomando cuerpo, pues no solo sentían las miradas acusadoras de las escenas rockeras tradicionales, sino el aplastante y violento surgimiento de pandillas “Rockerofóbicas”, que atentaban contra estos chicos de no más de 17 años de edad, y que desafortunadamente andaban en pequeños grupos de no más de 3 integrantes.

Pues sí, era difícil mantener la postura ante la sociedad, ante la familia, los amigos de colegio y/o universidad. Hacía falta unidad, hacía falta un grupo donde sentirse agusto, donde no exista abuso por parte de los demás y donde ser diferente sea la base de la igualdad.

Es aquí donde un par de “Inadaptados” decidieron, junto a algunos amigos más, conformar la primera alianza rockera. Teniendo un nulo conocimiento ideológico, por puro corazón y buenas intenciones, surge la Comunidad Rockera Paceña (C.R.P.) que, como dice su nombre, era un espacio donde absolutamente todos, en comunidad, podían compartir ideas, música, arte, sentimientos como ser: alegrías y penas.

Es así que ese 2003 y 2004 se vieron teñidos de Rock, donde se formaron nuevos grupos musicales, se publicaron 2 números del fanzine “C.R.P.”, donde se trató de informar acerca de la Comunidad, se realizaba 1 reunión semanal con una asistencia de hasta 70 miembros (en su apogeo), se creó un fondo económico para la realización de conciertos, se repartían tareas de difusión entre los individuos más comprometidos, pero, como toda “unidad por unidad”, en algún momento (más temprano que tarde) tuvo que fracasar por causas absurdas y hasta ridículas.

Así, donde existió unidad y diversidad, empezó a primar la compatibilidad de géneros, de ideologías, de gustos, de hobbies, de vicios, etc., pues existían quienes querían llevar la comunidad a un plano diferente, darle algún sentido político; había quienes querían que siguiera siendo un espacio de encuentro y diversión; también había a quienes les daba igual todo, quienes entraban y quienes salían, quienes solo criticaban y quienes construían.

La verdad es que nadie sabía lo que pasaría, nadie podía medir qué resultado obtendría de todo esto, nadie pudo preverlo, pero, si algo es seguro, es que muchos quedaron más que conformes con lo que la C.R.P. contribuyó al Rock en la ciudad de La Paz, pues, para todos aquellos que fueron parte de este proceso, nos queda la experiencia de una increíble asociación, que diversificó y potenció diferentes corrientes culturales y contraculturales del Underground, asociado al Rock en todas sus formas y matices.

Desde aquellos gloriosos días en los que una gigantesca plaza del barrio de la zona de Sopocachi, en La Paz, quedaba absolutamente pequeña para el creciente número de rockeros, hasta el día en el que apenas aparecían no más de 5 ó 6 personas a cada reunión quienes fuimos testigos y contemporáneos somos conscientes de que quedaron plasmados, en el corazón de aquellos fundadores, la idea de que, para bien o para mal, pocos pudieron hacer mucho, consiguieron su lugar, se ganaron el respeto, lograron establecer una vanguardia que las escenas “subterráneas” que algo tienen que ver con el Rock heredan hoy en día: aquel ímpetu de una de las más interesantes iniciativas que se dieron a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, puesto que éste fue el final de una etapa que dio inicio a nuevas corrientes que, hasta el día de hoy, siguen trascendiendo, y quizás ignorando cómo fue que todo esto comenzó.

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