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El Canto Coral, cuya antigüedad en Occidente data del siglo VI, ha tenido y tiene en Extremadura gran relevancia, y agrupaciones corales sigue habiéndolas, de todos los géneros y en abundancia. Es una manifestación artística que se prodiga en las dos provincias, si bien los grandes orfeones ya no lo son tanto, con aquellas masas corales que sobrepasaban los cincuenta coralistas.
El orfeón más antiguo que yo tengo datado de los últimos siglos, se remonta al siglo XIX. Se trata de la Sociedad Coral de Villafranca de los Barros, y en la provincia de Cáceres, la Masa Coral de Plasencia, que nació en 1929. Solo las inscritas en la Federación Extremeña de corales suman 75. De Cáceres capital, la más antigua es el Orfeón Cacereño, que nació en 1964 a instancias de su primer director Francisco Cebrián. A lo largo de cincuenta años, que ahora se cumplen, ha ido pasando por las manos de diferentes músicos, hasta llegar al momento presente en el que trabaja bajo la dirección de Mª del Castillo Ventosa-Cossío. Pero son más de media docena de coros hoy en día en Cáceres, en los que buscan cobijo quienes aman la música y la polifonía. Coros que, en el transcurrir del tiempo, pasan por etapas de mayor y de menor esplendor, pero siempre tratando, con mejores o peores mimbres de seguir adelante en sus proyecto, lidiando con sus problemas de financiación. Porfían y perseveran en su valor formativo y en su misión divulgadora y pedagógica, y esa es su mayor gloria.
Uno de ellos es La Coral Santa María de la Montaña, que ya cumplió las bodas de plata. Su creador y director, Eulalio Acosta, la ha conducido sin prisa pero sin pausa en todo este tiempo, dedicando fundamentalmente su interés a la música religiosa, sin menoscabo de otros repertorios profanos en los que también se ha implicado. La bonhomía de Eulalio le convirtió en alma máter de la coral en la que puso su experiencia, todo su saber, entusiasmo y cariño. Ahora que las agrupaciones corales están empezando, como cada año, su “Curso académico” y se planifican en lo posible las actividades futuras, Eulalio Acosta, que ha visto transcurrir los primeros veinticinco años, ha recibido homenajes a su trayectoria, y superada en él la barrera de los 80, se dispone a iniciar un nuevo curso, pero confiesa que se siente un poco cansado y le gustaría pasar el testigo a otra persona que pudiera desempeñar el cometido con el empuje de la juventud. Y en eso está. En la Coral Santa María se contempla la posibilidad de una nueva dirección musical. Se baraja el nombre de una colaboradora de esta Revista. Al día de hoy, nada de fijo está concertado.
Aunque con dificultades, superando conflictos, los coros seguirán haciendo realidad algunos de sus sueños.