¿Peligra la escuela bolera?

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La Escuela Bolera corre peligro de desaparecer

escuela boleraAl dejarnos hace un mes Eloy Pericet, bailarín, coreógrafo y el último maestro de una saga que desde el siglo XIX ha sido abanderada de una manifestación dancística exclusiva de España, una pregunta se suscita. ¿Peligra la Escuela Bolera?

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Ante un legado imponente como el que Eloy Pericet nos ha transmitido con tanta generosidad, a quienes no sólo admiramos, sino reverenciamos el baile español, y de forma muy especial el que constituye una de las formas más personales de nuestra danza, nos inquieta el futuro de este patrimonio, porque si bien la danza clásica es un importante bien de interés cultural, la escuela bolera es un bien cultural español. Y repito: ¿Podemos temer que desaparezca?

De origen popular, como danza escénica, se sitúa a finales del siglo XVIII. Poco a poco salta de la calle a los teatros, se depura, y  el resultado es un estilo en el que se juntan fundamentalmente la media punta, los palillos o castañuelas, y un singular braceo.

Esta estilización se ha ido produciendo paso a paso. La familia Pericet había  prohijado la danza de antiguo, de mediados del siglo XIX. Primero fue el abuelo, Ángel, que había aprendido de una legendaria bailarina, Amparo Álvarez, “La Campanera”, inmortalizada en grabados por Gustavo Duré, el magnífico dibujante francés. Luego, sus hijos bailaron y enseñaron a las generaciones posteriores, y, finalmente, Eloy, el nieto, que con otras mujeres de la familia tomaron el relevo y fueron transmitiendo los fundamentos, el estilo, y todo el misterio de esta escuela, catalogando los pasos y sentando las bases. Ochenta y tres pasos de baile están registrados de este género académico, cuya técnica  proviene de la danza clásica. Con estructuras fijas y sin licencias a la improvisación.

Para Aída Gómez, una de sus intérpretes, “La Escuela Bolera es una escuela con una técnica diferente a las demás que hay en el mundo, y esa técnica sólo la puede hacer un bailarín español porque se trata de danza clásica a un ritmo muy rápido, tocando castañuelas y con carácter español, por tanto, no hay ningún bailarín en el mundo que pueda bailar la Escuela Bolera”.

Desde hace tiempo he tenido la percepción de que la escuela bolera podría estar en trance de desaparecer. Y es porque en los diez últimos años ha tenido oscilaciones, fluctuando en el tiempo de más a menos, no sólo en el interés del público, sino en la intensidad y la frecuencia de su interpretación. De un interés del 75% en 2005, ha ido oscilando arriba y abajo pero descendiendo paulatinamente en los años siguientes, hasta situarse en 2015 en un 16%.  Y esto ¿por qué?

No son muchos, es la verdad, los intérpretes que saben ejecutarla, y menos aún los maestros. Y es que a su belleza se contrapone la dificultad de su aprendizaje. Por eso, cómo no ha de temerse su paulatina desaparición   en estos momentos en que el último eslabón de la saga de los Pericet, a sus 84 años, ha muerto. Sin quienes velaron por su pureza y su divulgación, y aquí tendríamos que señalar aparte de la familia Pericet, a muchos de sus alumnos, entre los que se cuentan Emma Maleras y Antonio Ruiz, entre los más grandes y que ya no están, o  Mariemma,  aunque bebió de otra escuela bolera, la de Francisco Miralles, también excepcional, solo podríamos confiar en intérpretes que, aprendiendo de ellos, la divulgaran. Porque  artistas del género existen, pero con escuela propia, pocos. Y sin maestros, esta danza fundamental de España se irá diluyendo hasta quedar en el recuerdo. Será que soy pesimista, pero me duele que nuestra escuela bolera se vaya desvirtuando, y al final deje de ser lo que fue.

Es necesario, ahora más que nunca, potenciarla. Hacer honor a quienes nos transmitieron el estilo depurado de una escuela en la que tantas glorias de la escena triunfaron. Y entre tantas glorias, hombres y mujeres,  aquella que  fue la más grande bailarina española de su tiempo, Antonia Mercé, “La Argentina”, a la que quiero distinguir expresamente cuando este 18 de Julio se cumplen 80 años de su ausencia.

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