Street punk con Antibanda, Ni olvido Ni Perdón y Anarkotizados

Antibanda, Ni olvido Ni Perdón y Anarkotizados

Las noctámbulas noches musicales de la ciudad tuvieron el toque Punk Oi para retumbar en la zona de Sopocachi, cerca de esa serpiente amarilla que va por los aires, donde a unos pasos se encuentra la Manzana 2. En el escenario se reunieron bandas de fábula: Antibanda, Ni Olvido Ni Perdón y Anarkotizados, bandas dispuestas a todo por su público.

Antibanda

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Antibanda, desde Uruguay por primera vez en La Paz, hacía bailar pogo contestatario al público. Este dúo uruguayo de Street Punk va de gira sudamericana desde hace 3 años, como asegura el guitarrista Marcelo “El Cabeza”: 17 países visitados con su Punk Oi junto a Camila “Camil y Boop”, que acompaña en la batería para formar el dueto Antibanda.

Comienzan las pruebas de sonido mientras nos acomodamos cerca de la chimenea apagada para calentar la noche, entonces comentan que todo inició del deseo de Camila y Marcelo de tocar música y viajar, dos de sus pasiones.

Camila tocaba en una banda amiga de El Cabeza, y se conocieron en la música para formar Antibanda. Con el deseo de tocar y viajar dejaron su hogar en un alquiler, y desde entonces no han parado. 3 años pasaron desde que dejaron de ser consumistas y se dedicaron a peregrinar por 17 países hasta el momento.

Camila, una baterista que no deja de sonreír como si viviera el sueño que deseaba, montó una mesa con parches y stickers, a lo que nos cuenta que son vegetarianos. Probó hace un año salteñas, que le encantaron, y camino a La Paz degustaron una tremenda (deliciosa) Sopa de maíz. “Se come muy bien aquí”, repite Marcelo.

En escenario se escucha a Ni Olvido Ni Perdón, castigando la noche con tremenda energía, hasta Ariel, el vocalista de la banda punk, se lanza por encima de la conocida y desvencijada baranda de la Manzana, y se une por un minuto al pogo que crepitaba en su punto.

El nombre de su disco, Gilipolla Records, toma el nombre por la sociedad, dice Marcelo. “Viene de esas personas que viven como estúpidos, que no tienen vida propia, como que su vida va en función de la publicidad”. Son 16 canciones y una habla de eso, de “un tonto”.

Antibanda

Deben tomar el escenario, parece que su vida pasa muy apresuradamente, me dejan un disco para escucharlos y sus planes continúan hacia Perú, Colombia, Venezuela, Europa, luego a recorrer todo Brasil, todo Chile hasta diciembre, y terminarán con una gira junto a Fiscales Ad Hoc. La agenda está llena y el moshpit también. La noche no descansa cuando suena Antibanda.

En escenario se muestran sólidos, fusionan de manera eufórica las melodías punk para encender una chispa en el público, que los hace saltar frenéticamente a alzar el puño y bailar. Algo que muchos preguntan es la ausencia de un bajista, a lo que El Cabeza replica que pueden tocar un bajo virtual que sigue a la guitarra para crear un power trio de dos personas.

Alguien se arranca la camisa mientras baila agitando la cabeza, lo empujan, se sostiene, todo es un hermoso desorden, pogo en ebullición, dando vueltas con cabezas rapadas, tirantes y brazos desnudos compuestos de tatuajes se acercan a la barra que separa a los artistas del público.

El Cabeza, única guitarra en Antibanda, emociona con su canción «Gilipollas». Alza la voz para cantar “Soy una oveja en un corral, marioneta virtual un producto netamente comercial”, empiezan a desenfrenarse, se ven cabezas rapadas, tatuajes en medio del baile, el concepto de inconformismo es fuerte. Marcelo dice que antes tenían ese tipo de vida que la sociedad te decía que tenías que tener: un trabajo, un hijo, el perro, el gato, la casa, el auto, televisión de plasma de 68 pulgadas.

El Cabeza para el show. Pide que la gente siga el coro que dice “me pica un huevo”, los riffs suenan a un arrullo divertido fácil de seguir, los puños se vuelven a alzar, un torbellino se alza en el pogo, es hora de entrar al moshpit mientras las palmas suenan. Anuncian su último tema y dan paso al Oi Core de Anarkotizados.

Anarkotizados, que recientemente relanza su primer disco, manejan un espíritu combativo sobre el escenario, presentan e inician con un mensaje: “Desde que hemos venido a esta tierra hemos nacido con un despojo… el despojo de ser ciudadanos, el despojo de ser estudiantes.  Nosotros no somos eso, nosotros somos seres humanos”, así despliega su canción Despojo y Desolación.

Nadie puede reprimirse y el moshpit se llena, mujeres se incluyen al mosh, no paran de mostrarse desobedientes a un orden, ese caos de movimientos unidos. “No dejen de pelear”, pide a todos, “nunca dejen de luchar”.

El corazón de la Manzana vibró al ritmo del punk en la noche. La Paz sorprende más en cada convocatoria. Deseamos al dúo Antibanda un feliz viaje, un hasta pronto, y que vuelvan a Bolivia.

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