Hace treinta años, en España los festivales no llegaban ni a la docena; la cultura festivalera era un modo de ocio musical underground. El público que asistía al Espárrago Rock, Sónar, FIB, Womad, Festimad o Contempopránea estaba compuesto por melómanos que iban a ver a sus grupos favoritos. Disfrutaban de shows que las salas no podían permitirse en otra época del año.
Existía un arraigo comunitario entre los vecinos y los asistentes con el festival. La música era el único atractivo. Los encuentros musicales se organizaban por asociaciones, amantes de la música o incluso los propios músicos, quienes además programaban o negociaban con sus compañeros. El público asistía en función de los carteles y había multitud de salas de conciertos que programaban semanalmente.
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Dentro de FEFA: así se organiza la red de festivales punk, rock y autogestión en Extremadura

Con el tiempo, y en la actualidad, para quienes llevamos mucho tiempo en esto, la realidad es otra. El turbocapitalismo ha invadido los festivales. Fondos de inversión (KKR…), empresas multinacionales o nacionales (Live Nation, AEG Live, Hermanos Toro, entre otras) y empresas tiqueteras (Ticketmaster) son las dueñas de los festivales de media España. Ellas imponen (junto con agentes internacionales) o condicionan los grupos y artistas. A estas empresas no les interesa la música, la cultura o el medio donde se desarrollan, sino únicamente el beneficio económico o turístico que generan, aunque esto acarree problemas para los vecinos, el entorno, precarice a los trabajadores y endeude a la mayoría de los músicos.
La música ha dejado de ser el atractivo, porque lo importante es la experiencia (de ahí que haya atracciones, tiendas de grandes marcas de ropa, playa, restaurantes gourmet), convirtiendo el festival en un parque temático.
Con el turbocapitalismo, viene el hiperconsumismo musical (Fast Food Music Experience): consumir rápido y en exceso no significa que sea bueno. Donde antes había dos escenarios, ahora hay hasta una docena; donde antes había 10 grupos, ahora hay 100; donde antes el cartel decidía el éxito del festival, ahora la venta anticipada (a un año vista y sin artistas en cartel) y la subvención pública aseguran el éxito; donde antes había arraigo comunitario, ahora hay turismo masificado; donde antes podías disfrutar de 10 grupos, ahora ves 5 con los solapes y por pantallas.
Donde antes había variedad de artistas, ahora encuentras festivales repetitivos, incluso con artistas clónicos o artistas «estadio», creados en los mismos estudios, cuya “música festivalera” es épica y coreable, con estribillos pegadizos y poco o nada críticos con las esferas de poder; donde la cultura underground ha sido sustituida por la cultura influencer basada en el postureo y las redes sociales; y donde las salas de conciertos escasean cada vez más.
Extremadura no es ajena a esta deriva. Las salas son muy escasas. Womad ha dejado de tener el peso de Peter Gabriel y de programadores extremeños, siendo gestionado por la empresa madrileña Sonde3 (responsable de festivales como Rio Babel, SonRías Baixas o San San). Contempopránea ha perdido el encanto de Alburquerque (su arraigo comunitario), aunque sabe resistir gracias a un público fiel y a la experiencia de su organizador.
Surgen festivales clónicos (Stone & Music o Alcazaba Festival), y Extremúsika (el “Viña Rock de Otoño”, gestionado por la empresa andaluza Wild Punk –Hermanos Toro–, responsable de festivales como Cabo de Plata, Weekend Beach o No Sin Música), son solo algunos de los ejemplos.
Ahora vayamos a la alternativa, que es la que nos atañe en este artículo y la que nos llama la atención por su trabajo y buen hacer. Hablamos de FEFA, la Federación Extremeña de Festivales Autogestionados. Ellos representan el David contra Goliat de la escena musical extremeña y una disyuntiva que también se repite en otras tierras del Estado.
FEFA son La Resitencia

FEFA está formada por diferentes festivales: Tüpitanga Fext, Cecla Rock, Rock in Pino, Tormenta Fest, Villaembrujada, Centenera Rock, Bellota Rock, Torrock, La Raya Rock, Barbaño Rock, Jorgazo Rock, Moñeco Fest y GrimalRock.
Algunos de sus lemas son los siguientes: “Ocio alternativo, rural y sostenible”, “punk rock y autogestión”, “somos la banda sonora de una tierra rebelde”, “música sin filtros, resistencia creativa y cultura de calle”, “bandas extremeñas y presencia femenina en nuestros escenarios”.
En FEFA no encontrarás indie mainstreamizado, ni radiofórmulas, ni ritmos latinos sexistas y masculinizados. Aquí hay sonido de garaje, distorsión, ritmos vertiginosos, canciones contestatarias, arraigo comunitario, respeto por el medio ambiente y las personas, y mucho cariño para músicos, trabajadores, público y entorno.
Una vez puestos en contexto, es hora de que mantengamos una conversación y conozcamos un poco más a FEFA, su gestión, sus festivales y su compromiso con la cultura:
¿Cómo, por qué y cuándo surgió la idea de unificar todos los festivales en una federación? ¿Cuál es el objetivo?
FEFA: La idea de agrupar todos los festivales en una federación nace de un trabajo conjunto que se llevaba haciendo ya desde 2017/2018 entre varios festivales ‘hermanos’ autogestionados de la provincia de Cáceres.
Estos festivales compartían un vínculo común a través de la asociación Bellota Rock, a la cual pertenecían muchos de los socios y socias de las asociaciones encargadas de organizar los dichos festivales (Rock in Pino, Torrock, GrimalRock, Centenera Rock o CeclaRock), y a través de la cual comenzaron a coordinarse en la medida de lo posible y a colaborar mutuamente en beneficio de todos y cada uno de los festivales en cuestión.
El avance y la profesionalización progresiva de cada uno de los festivales, y a la vez, el poco apoyo institucional, hizo necesario desde un principio buscar apoyos, colaboración y asesoramiento mutuo entre cada uno de estos eventos que tenían en común que eran organizados de forma altruista por distintas asociaciones. Con lo cual, los festivales arriba mencionados comenzaron a colaborar mutuamente prácticamente desde su nacimiento.
Poco a poco fuimos “sembrando” la semilla por la zona de Badajoz, animando a algunos festivales a nacer (Barbaño Rock y Tüpitanga Fext), y renacer a otros (Tormenta Fest, Villaembrujada, La Raya Rock), sirviendo como ejemplo lo que ya se hacía en la provincia de Cáceres. Y ahí es justo cuando se presenta la oportunidad de crear un proyecto de ámbito autonómico que englobe a todos estos festivales para que puedan crecer, mantenerse y apoyarse unos a otros.
Esta iniciativa tiene como objetivo principal consolidar un tejido colaborativo sólido que potencie la visibilidad, profesionalización, viabilidad y sostenibilidad de los festivales auto gestionados, fortaleciendo el tejido cultural local y regional en beneficio del entorno rural y personas que participan en estos eventos.
Vayamos a vuestra manera de trabajar. En cuanto a la música, en vuestra selección de artistas encontramos punk, metal, rap, rock e incluso electrónica que se salen de los cánones habituales festivaleros con un punto en común: son artistas extremeños, nacionales e incluso internacionales incómodos para las esferas de poder ¿Cómo es su selección? ¿Os encontráis dificultades a la hora de escogerlos? ¿Son demandados por el público?
FEFA: Cada uno de los festivales en cuestión se encarga de la selección de las bandas que van actuar en dicho evento, siempre con métodos democráticos entre los socios y socias.
Nuestros festivales tienen en común que optan por unos estilos que normalmente cuentan con un público más minoritario o underground, esa es otra de las características de esta unión de festivales. Las personas que componen estas asociaciones comparten valores claros y defendemos siempre música con mensaje reivindicativo.
En las negociaciones con bandas o agencias, nos enfrentamos a ciertos problemas, como los elevados cachés. Entre otras cosas, debido a que cada vez hay más festivales y macro festivales que están financiados con dinero público, lo que provoca que haya bandas que inflen sus tarifas, conscientes de que estos eventos suelen disponer de presupuestos asegurados por ayuntamientos, diputaciones o la Junta de turno, es decir, por la ciudadanía.
Y nos parece cuanto menos “indecente” que se invierta dinero público para que empresas privadas se lucren cuando hay otras organizaciones como la nuestra, sin ánimo de lucro y con principios sociales y anticapitalistas, que reciben menos apoyo económico.
Además, otro problema con el que nos encontramos es coincidir en fechas estivales la mayoría de eventos asociados a FEFA, y con la premisa de evitar repetir bandas entre los mismos, resulta complicado confeccionar carteles atractivos. Pero estamos trabajando en mecanismos que nos permitan coordinarnos mejor para salvaguardar los intereses de cada asociación y los de la federación: como crear grupos de trabajo de negociación conjunta con productoras y bandas.
Otro mecanismo para la confección de cartel que utilizan alguna de nuestras asociaciones socias es “Las Guerras de Bandas”, bien a nivel autonómico o nacional, que nos permite dar espacios a bandas emergentes, contar con bandas de calidad para nuestros carteles, y solucionar el problema de coincidencia de bandas.
Respecto a la demanda, sí existe interés entre el público alternativo, y estamos trabajando activamente en la creación y consolidación de una escena cultural propia, con identidad y diversidad.

Con respecto al entorno. La naturaleza y el marco rural, ¿Existe un arraigo comunitario con los vecinos de las zonas rurales donde trabajáis? ¿Qué tipo de medidas medioambientales tomáis para respetar los entornos naturales donde se realizan los festivales?
FEFA: Por supuesto. En cada uno de los festivales la comunidad local se implica al máximo y es lo que da sentido también a estos festivales. En cada pueblo, la organización, que parte de socios y socias de la propia localidad, siempre se procura que el vecindario sea parte activa del festival, ya sea a través de la participación directa o mediante la colaboración indirecta, de una u otra manera, del evento.
Como anécdota reseñable en este sentido, la imagen del diseño del Bellota Rock Fest 2025 han sido tres señoras octogenarias de la localidad de Valdencín (Chari, Juliana y María), personas que se involucraron en el proyecto del festival desde el primer año, representando mejor que nadie esa cultura de apoyo mutuo de la que maman cada uno de los festivales.
Estos festivales no se limitan a ofrecer conciertos, sino que integran actividades paralelas que responden a los gustos y tradiciones culturales locales.
Así, suelen organizarse mercados de artesanía local, puestos de comida popular que favorecen el comercio justo y el consumo responsable, actividades lúdicas para la infancia, y actuaciones de charangas o grupos musicales tradicionales que animan el ambiente como es el grupo de Señoras del coro del Baile de Deleitosa para abrir el festival o el Certamen de Cantautores “Puño y letra” de Centenera Rock. Todo ello contribuye a fortalecer la identidad cultural del entorno y a favorecer el disfrute y la participación de todos los públicos.
En cuanto al respeto por el medio ambiente, la FEFA y los festivales asociados tienen un compromiso claro con la sostenibilidad y la conservación de los entornos naturales. Por ejemplo, en el caso del Bellota Rock, se ha optado por eliminar marcas de bebidas de multinacionales en detrimento de bebidas de comercio justo estatales.
Siempre se mira por el respeto al medio ambiente, intentando concienciar a los asistentes del respeto por nuestros alrededores, por la naturaleza y, sobre todo, por las zonas de acampada, que son su propia “casa” durante uno o varios días. En este sentido, la verdad es que no podemos estar más agradecidos a las personas asistentes a cada uno de los festivales, ya que las zonas de acampada quedan siempre limpias y recogidas.
Uno de los grandes engaños de los festivales mayoritarios son los “vasos reciclables”. Recipientes de plástico que compras (por uno o varios euros) de acuerdo a la regla de las Tres “R” pero que acabas acumulando en tu casa, porque muchos no son retornables y tampoco valen para el año siguiente. ¿Cómo solucionáis esta problemática o estafa (por ser más directos) tan consentida por el público?
FEFA: En nuestro caso, también utilizamos vasos de plástico duro reutilizables, ya que el consumo de plástico y la suciedad se reducen muchísimo. De hecho, este año se hizo una tirada en conjunto entre todos los festivales de la FEFA de más de 15.000 vasos personalizados con los nombres de nuestros festivales. La diferencia es que nos pusimos de acuerdo para tener unas medidas estándar para todos los eventos para que ese vaso pueda usarse de festival en festival sin necesidad de comprar un vaso en cada uno de ellos.
Además, algunos festivales como La Raya Rock han apostado por modelos de vasos de aluminio, que ofrecen mayor durabilidad y la ventaja adicional de mantener la bebida fresca por más tiempo. Con estas medidas, la federación se posiciona frente a las prácticas habituales de los grandes festivales, promoviendo una gestión más sostenible y coherente con la protección medioambiental, al tiempo que se combate ese modelo de consumo poco responsable que el público está empezando a cuestionar.
Otra de las problemáticas de los festivales masificados es el acceso al agua potable y pública. Por ley debe haber acceso, pero en muchos no los hay e incluso el precio del agua embotellada es excesivo o cierran el agua de los lavabos ¿Cómo lleváis esta cuestión desde la FEFA?
FEFA: Somos conscientes de esas prácticas abusivas, ya que, como asistentes habituales a conciertos y festivales durante todo el año, las hemos experimentado en primera persona. Nuestros eventos nacen desde abajo, por y para la gente festivalera y, obviamente, cuidamos cada detalle. En el caso del agua pues obviamente siempre hay acceso a agua potable y los precios, no solo de agua embotellada sino también de cerveza o refrescos, son más acordes al bolsillo del asistente. Nuestro objetivo es crear festivales a los que nos gustaría asistir como público, fomentando un ambiente justo, inclusivo y respetuoso.
Otra ilegalidad según FACUA es la imposibilidad de entrar comida o de prohibir entrar y salir del recinto de un festival, ¿Cómo resolvéis esto desde los festivales de FEFA?
FEFA: Lo resolvemos con algo muy sencillo: sentido común y respeto por las personas asistentes. En los festivales que cuentan con entrada (solamente Villa embrujada y Bellota Rock) lógicamente se puede entrar y salir las veces que quieras sin copago, y también se permite entrar comida de fuera o agua, garantizando así la libertad de los asistentes y el respeto por sus derechos básicos.
Obviamente, entendemos que es incómodo que algunas personas intenten colar botellón o latas de cerveza sin pasar por la barra. Pues es importante destacar que los festivales tienen un coste elevado: la barra no solo financia el caché de los grupos, sino también el pago a personas trabajadoras, técnicas, montaje, empresa de sonido, backline, fotografía y vídeo, etc.
Además, estas ganancias permiten apoyar a las bandas locales, facilitándoles recursos como acceso a estudios de grabación profesionales, oportunidades para tocar fuera de Extremadura o la participación en eventos solidarios.
Esta filosofía busca un equilibrio entre el respeto a la libertad de los asistentes y la sostenibilidad económica del festival para que puedan seguir existiendo y creciendo, siempre manteniendo un trato cercano y transparente con el público.

La fragilidad de los trabajadores. Es conocido que montadores, camareros o seguridad trabajan en exceso de horas, por unos pocos euros, viven en unas condiciones (durante el festival) lamentables, trabajan muchas horas al sol e incluso los macros se apoderan de los montadores de escenarios. ¿Cómo actuáis vosotros ante estas situaciones de precariedad laboral en vuestros festivales? ¿Os cuesta encontrar montadores de escenarios?
FEFA: En nuestros festivales organizados por la FEFA, el trabajo es voluntario y asumido por parte de las personas que componemos las distintas asociaciones. Se da el caso de que, cuantas más personas se pongan como voluntarias, a menos trabajo tocamos. Por ejemplo, en el Bellota, Centenera, Barbaño, Tüpitanga, se hacen turnos de 2 a 4 horas, mientras que la directiva asume la gestión de manera continua durante todo el evento, siempre de forma voluntaria y comprometida.
Por supuesto que conocemos bien la precariedad que sufren estos trabajadores en festivales masivos, muchos de ellos que se dicen de izquierdas o que se venden como revolucionarios y que… Nosotros, por nuestra parte, solo colaboramos con empresas que garantizan condiciones laborales dignas, respetan los convenios establecidos, pagan las horas extras y tratan bien a sus trabajadores. De hecho, algún jefe se ha llegado a molestar por preguntar o verificar las condiciones laborales a sus trabajadores.
Aun así, también es peligroso romantizar el voluntariado, y más si proviene de personas de fuera de la propia organización, y se compra su tiempo a cambio de una entrada. Hay que tener en cuenta también que para que quienes trabajan en estos eventos y en otros tengan unas condiciones dignas, la cerveza tiene que tener un precio asequible, pero también rentable para que quien está realizando un trabajo remunerado pueda tener garantizadas unas condiciones laborales dignas.
Evitamos los extremos de los macro festivales, donde la cerveza es cara y los trabajadores cobran poco, o de «regalar» consumiciones que comprometan la viabilidad laboral. En resumen, buscamos un modelo sostenible que garantice justicia social para trabajadores y accesibilidad para el público, manteniendo la confianza y el respeto mutuo en todos nuestros eventos.
¿Cómo lleváis la paridad en vuestros festivales?
FEFA: Desde la FEFA se está elaborando una normativa interna para incentivar, entre otras cosas, a cada uno de los festivales a contar con más bandas femeninas en cada uno de ellos. Nos consta que se están dando pasos y algunos de ellos cuentan con una presencia notable de chicas en sus escenarios, mientras que otros van más despacio.
Está apuesta no se limita únicamente a la propagación musical, sino que promueve la formación de bandas femeninas, el aprendizaje de instrumentos, de que se conozcan, se unan, ensayen… y eso no es tan fácil hacerlo desde una organización, aunque sí que hay pequeños proyectos en marcha para ello. De hecho, un ejemplo destacado es el Bellota Rock, que cuenta con un festival de invierno 100% femenino que acaba de celebrarse, llamado “Tejiendo Redes”, en el que no solo la totalidad de las artistas son mujeres, sino que también se generan espacios de debate, talleres y otras actividades para complementar esto.
Este fin de semana pasado se ha celebrado la iniciativa “Tejiendo Redes” organizada por la asociación Bellota rock en Valdencín. Y que es un festival 100% femenino que además de conciertos (todas las artistas eran mujeres) también se han celebrado charlas y talleres.
Y uno de ellos fue “El papel de las mujeres en la organización de festivales” que reunió a varias compañeras para debatir y reivindicar su espacio en este sector cansadas de tener que luchar, una vez más, como en todos los ámbitos de su vida, contra un patriarcado que lo envuelve todo. Y es obligación de esta Federación salvaguardar y defender a nuestras compañeras y fomentar su participación activa en todas las asociaciones, en sus órganos de gobierno y en todos los eventos.
Pero nos queda un largo camino por recorrer que ya hemos empezado a andar: proponiendo formación en perspectiva de género y violencias contra las mujeres, elaboraciones de protocolos en caso de acoso o violencia sexual en alguno de nuestros eventos (Puntos violetas) para que estos sean espacios seguros para cualquier mujer, proponiendo la inclusión de compañeras en las Juntas directivas de las Asociaciones y de la propia Federación y con la creación de talleres formativos dirigidos a chicas en el ámbito del sector de la música: técnicas de sonido, músicas, promotoras….
En definitiva, la FEFA vela porque las mujeres formen parte de las organizaciones de los festivales, ocupen espacios de responsabilidad y liderazgo visibilizando así referentes femeninos no solo en el escenario musical, sino también en la gestión y dirección de los eventos, contribuyendo a transformar un sector históricamente masculinizado y a promover un cambio cultural desde dentro.

Todos sabemos que muchos festivales se mantienen por la rentabilidad de las barras, en concreto la venta de cerveza. Por lo que las bebidas son otro elemento importante en los festivales. En los macros nos encontramos con precios que varían desde 5 a 10€ por 33cl de una cerveza. ¿Cómo oscilan los precios de las cervezas en los festivales FEFA? Incluso las marcas de cerveza que patrocinan un evento masivo pueden influir en qué artistas se programan dentro del encuentro musical, ¿esto ocurre en vuestras fiestas?
FEFA: En nuestro caso, también se negocia el precio directamente con las cerveceras. Al final estás vendiendo una gran cantidad de birra en poco espacio de tiempo, y los festivales también son un espacio donde las mismas se promocionan y ganan presencia de marca, entonces también hay que intentar apretar en ese sentido. Por ello, los precios suelen ser mucho más accesibles, situándose entre 1,50 y 2 euros por una cerveza de 33cl, lo que facilita que el público pueda disfrutar sin un gasto excesivo.
Respecto a la influencia de las marcas de cerveza en la programación musical, en los festivales auto gestionados de FEFA esto no ocurre. Ninguna marca ni entidad pública o privada tiene capacidad para condicionar la selección de artistas o el desarrollo del evento. La independencia y autonomía en la gestión y programación son pilares fundamentales de estos festivales, que buscan priorizar criterios culturales, comunitarios y de igualdad, evitando compromisos comerciales que puedan vulnerar estos principios.
Pues ya vamos acabando, pero antes de finalizar, ¿Cuáles son los requisitos para formar parte de vuestra federación? ¿Cómo pueden ponerse en contacto con vosotros? ¿Cada cuánto tiempo realizáis asambleas/reuniones? ¿Cuántas personas estáis en activo? ¿Cuál es el futuro de FEFA?
FEFA: Pues justo el 1 de octubre de 2025 hemos recibido por fin el CIF, y acabamos de arrancar el proyecto de manera oficial. Entonces, en la primera asamblea de la organización hemos decidido que, para este primer año, vamos a seguir trabajando únicamente los festivales que ya estábamos en contacto con anterioridad, para poder afianzar relaciones, acuerdos y una colaboración que ya viene dándose desde hace tiempo.
No obstante, a partir del próximo año, se podrán unir más organizaciones similares a las nuestras. Los requisitos simplemente son ser asociaciones culturales sin ánimo de lucro, que programen estilos similares a los nuestros (rock, punk, etc.), que cumplan unos mínimos que se establecen en la normativa interna (presencia de bandas extremeñas y bandas femeninas), garantizar un caché mínimo y digno para las bandas extremeñas y emergentes, promover valores democráticos, feministas, antirracistas, antifascistas y que garanticen la igualdad y la diversidad sexual.
Las asambleas se celebran cada 3 o 4 meses, no obstante, hay una comunicación continua y una Junta Directiva que prácticamente está constantemente en contacto para avanzar en la gestión diaria de la federación, que aún está en fase de consolidación. Actualmente, la FEFA cuenta con 13 asociaciones, las cuales aportan 2 representantes cada una.
¿El futuro? El tiempo lo dirá; FEFA es un proyecto abierto, basado en la colaboración, respeto y solidaridad entre festivales que en la actualidad se enfrenta a desafíos y retos que debemos afrontar conjuntamente. No se trata de competencia, sino de coordinación y apoyo mutuo para fortalecer el sector y avanzar juntos hacia objetivos comunes, fomentando un ambiente de hermandad y lucha compartida. Y que reclama espacios de ocio alternativos que a la vez sean reivindicativos.
Ha sido todo un placer hablar con vosotr@s, nos vemos en las salas o en los bares ahora que se acaba el periodo festivalero.
FEFA: El placer es nuestro. Y gracias por darnos visibilidad. Al final todo esto va de encontrarnos, de seguir tejiendo complicidades y de demostrar que otra forma de hacer festivales es posible: más cercana, más justa y más nuestra. Y nos vemos en las plazas, en los escenarios pequeños, en los pueblos y en cada barra donde aún se brinde por una cultura accesible a todas las personas, justa y reivindicativa
*Toda la información y otras reflexiones sobre los festivales masivos disponibles en el libro “Macro festivales” del periodista Nando Cruz.
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