Hacía ya unas cuantas semanas que llevaba viendo el cartel del concierto de Alexandre Lacaze en el Gran Teatro de Cáceres. Recordé entonces aquella entrevista que hicimos en el Corral de las Cigüeñas en 2014 (ver aquí), y el regalazo que nos hizo tocando un tema en acústico sólo para nosotros (ver aquí).

De nuevo, nuestros caminos vuelven a cruzarse después de un año y pico, y aunque en la redacción ponemos los temas de Les récifs de l’espoir, teníamos ganas de volver a escucharle en directo. Un par de días antes del concierto hablé con Alexandre y le comenté nuestra intención de asistir al concierto, a lo cual respondió que sería un placer volvernos a encontrar.

Cuando llegamos a la Sala 2 del Gran Teatro de Cáceres había poca gente y mucho silencio. Poco a poco iban llegando más asistentes a la sala, algunas caras conocidas, saludos y comentarios acerca del concierto. El concierto estaba previsto que comenzara a las 22:30h y tan sólo hubo un retraso de entre 10 y 15 minutos que el público apenas notó.

Sobre el escenario: dos micros, muchos aparatitos y juguetes para guitarra, amplis y una batería compuesta por charles, caja, bombo y un plato. La luz de la sala comenzó a descender y Alexandre subió al escenario junto al batería que esa noche iba a acompañarle, Álvaro Larrory.

La música de Alexandre Lacaze es poesía cantada, es sensibilidad, es un placer para los oídos. Los temas, todos cantados en francés, comienzan con melodías de guitarras muy suaves. A Alexandre le encantan los juguetes para hacer efectos con la guitarra y va sumando melodías con la guitarra y efectos mientras canta. Cada canción poco a poco se van haciendo cada vez más y más grande. A medida que el concierto avanza, Alexandre y Álvaro tocan con más y más intensidad. Y cuando la canción está ahí, en todo lo alto, en algunas ocasiones se va apagando poco a poco, y en otras finalizan con un silencio brusco.

Me gustó mucho el acompañamiento de la batería. Álvaro estuvo genial durante todo el concierto y se podía ver a simple vista la gran complicidad que tiene con Alexandre.

Entre canción y canción, Alexandre hablaba con el público y traducía las letras de sus canciones. Canciones que hablan de la experiencia personal de Alexandre, canciones que hablan de monstruos que se esconden bajo la cama, canciones que hablan del mar, de la muerte…, pero cantadas y contadas como sólo Alexandre Lacaze sabe hacerlo.

El público aplaudía y disfrutaba con cada tema, grababan con el móvil o hacían una foto para recordar el momento. Después de casi dos horas de concierto y, aunque a algunos se les hiciera corto, Alexandre y Álvaro se despidieron con una canción más. Y como todo buen final de concierto, la sala se llenó de aplausos.