El pasado viernes, día 28 de febrero, estuve en Cruce (local de Madrid dedicado a promover eventos relacionados con el arte y pensamiento contemporáneo) para ver a Miquel Àngel Marín y su “Concierto Dadáctico”.
Este concierto puede ser (o al menos es la interpretación que yo le doy) una lección magistral para exponer los muchos caminos que un músico o un artista puede coger en su trayectoria creativa.
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Aboga por la libertad absoluta para escoger las herramientas necesarias para expresar sus ideas, sin dogmas y sin condicionamientos de ningún tipo. Primero anima a salirse de las reglas establecidas en la música occidental (como la armonía, el ritmo, la melodía…), pero al mismo tiempo, al final del concierto, se pregunta por qué la consonancia no puede estar casada con la disonancia. De hecho, en ese concierto aparecieron partituras convencionales (algo “raro” en el contexto de la improvisación libre), síntoma de que la visión de Miquel Àngel Marín no es “integrista”, todo lo contrario, es muy integradora.
Si hay libertad absoluta para elegir, se puede llegar a la poesía. En cambio, si hay dogmas y condicionantes, se mata el deseo (todo esto son palabras de Miquel Àngel).
El deseo de tocar es el motor de la creación, si se apaga ese deseo, llegamos al bloqueo creativo, y las armas para apagarlo son las reglas impuestas de forma incontrovertible.
En resumen, va apareciendo poco a poco una nueva generación de improvisadores (o una nueva tendencia), entre los que yo me incluyo (y también el colectivo al que pertenezco, Raras Músicas), que aboga por esa integración de todos los elementos que ayuden a crear música de forma improvisada libremente. Si hay que aprovechar una melodía o un ritmo en un momento dado, bienvenido sea, al igual que una fase abstracta o ruidista. Todo es válido si hay “deseo” de crear y tocar con un criterio personal, sincero y espontáneo.
CONCIERTO DADÁCTICO: UN CAMINO DE CABRAS
Lo que viene a continuación es un texto de presentación de este concierto, escrito por Miquel Àngel Marín:
MIQUEL ÀNGEL MARÍN, CLARINETES, VOZ Y OBJETOS COTIDIANOS. CRUCE (MADRID)
Es cuando pienso que tropiezo, y es cuando pienso y leo que tropiezo con un texto personal que desactiva mis ganas de meterme en la vida de aquel texto personal, que está muy bien por qué es genuino, único, y lo que lo hace interesante es aquella voz propia que va a la suya.
Hablar no es lo mismo que leer, y leer no es lo mismo que escribir, y escribir no es lo mismo que transcribir. Hablar leyendo no es lo mismo que hablar con alguien. El músico, cuando toca en casa a solas, es alguien que habla solo, la partitura del compositor es un monólogo. Un músico y una bailarina improvisan y dialogan, y no monologan entre ellos. El camino que va del hablar a la escritura y al cantar. El abismo es el canto, el baile, la metamorfosis.
Caminas con un zapato y una alpargata, y ya eres un músico cojo, ya subviertes el ritmo regular, la malla reticular y cuadriculada de la obligación, de lo que se tiene que hacer. Bailar es escoger un camino de cabras, un camino sin urbanismo, un camino que te pela las rodillas y te salva de la melancolía. Si tocas y bailas, haces un clic en el momento en que el humor, o sea la alegría, coloniza el código mortalmente serio de lo musical danzado.
La música y el baile ya necesitan la palabra. Ir al psicoanalista? No!!! O sí!!! Saber de psicoanalisis? Sí!!!
Supurar palabras, el pus de las rodillas peladas y de las gargantas putrefactas.
El buen humor y la ternura inundan los sentidos, el escenario es un jardín, la cuarta pared es un sueño del pasado, los espectadores no saben que son espectadores, un autobús nos lleva al precipicio. Tienes el sueño recurrente que llegas tarde al concierto, a lo concreto.
Atentamente, Miquel Àngel Marín & Javier Entonado (a.k.a. Arín Dodó)
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