«Niño de pura y despejada frente / En cuyos ojos brilla el asombro de un sueño…» Así empieza Alicia a través del espejo de Lewis Carroll, un libro que ya me fascinaba antes de aprender a leer. Jabberwocky , el poema que Alicia encuentra en el mundo al revés, no solo fascina, sino que hipnotiza, transforma y asombra.
Lo he repetido en mis sueños miles de veces, y, al despertar (o casi), se lo he contado a niños, adultos, gatos, conejos, caballeros rojos y blancos…, a cualquiera que tuviera la paciencia de escucharme.
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Lewis Carroll, funk, y fagotes
A la millonésima repetición me di cuenta de que, durante mis recitaciones, tenía en mi cabeza un ritmo musical algo peculiar. Ese ritmo era de tipo funky, y los primeros esbozos que pude trazar sobre papel eran para batería, bajo, teclado, y saxo.
Tardé unos años en reconocer que el poema pedía el sonido de otro amigo mío desde muy pequeño, el fagot. Ya que tanto el fagot como la voz son instrumentos de doble lengüeta, se entremezclan bien, y como el fagot es de madera pura y dura, el fondo frondoso del verso lo ansía, creo yo. La guinda es el contrafagot, cuya capacidad de retratar a monstruos está bien documentada (véase La bella y la bestia de Ravel).
Y así surgió esta versión-musical en la que los fagotes, con un ritmo funky, narran el poema cambiando de color y textura para contar la escena, el miedo, la caza y la alegría, junto a los versos recitados.
Ya compuesta y grabada la música y la narración (todo por mí mismo), llegó el momento de buscar la manera de acompañar la obra con imágenes. Las montañas del norte de España ofrecen muchos escenarios espectaculares, y por suerte tengo amistad con Julio Calvo, un fotógrafo de primera que conoce el monte asturiano como la palma de su mano. Al escuchar la grabación, Julio enseguida entendió que las fotos deberían contar la historia en armonía con la música.
Eligió un lugar aislado: El Área Recreativa La Pesanca en Piloña, e hicimos una primera visita. Un río rodeado por laderas, prados, tocones, helechos y castaños revelaron un sitio carrolliano idóneo. Después de dos largas sesiones (y varias hojas de afeitar), teníamos unas 200 fotos entre las que elegir.
El último paso fue el de la edición del vídeo. Para ello aproveché los talentos de mi hermano Dave durante mis vacaciones en su casa en Idaho (EE.UU.) durante el verano del 2021.
Dave domina el programa de edición de vídeo Final Cut. Aun así, a veces el programa hizo sus propias sugerencias, desoyendo la voluntad de los operadores humanos. A principio parecían errores, pero algunos resultaron geniales, y se han quedado en el proyecto. El espíritu de la improvisación estuvo siempre presente.
Finalmente conseguimos este vídeo que, con música e imágenes totalmente nuevas, narra el Jabberwocky de Lewis Carroll. La traducción española de Eduardo Stilman es fantástica, ya que Stilman ha seguido fielmente la fórmula que usó Lewis Carroll para inventar las palabras del poema.
En cuanto al significado exacto del verso, personalmente prefiero no dar una explicación detallada, sino dejar a todos con la misma sensación que tuvo Alicia la primera vez que lo escuchó:
«Es como si me llenara la cabeza de ideas, ¡sólo que no sabría decir cuáles son!»
Texto: John Falcone, Asturias.